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Jens Lekman: “hay diferentes estándares para hombres y mujeres en cuanto a envejecer”

Jens Lekman: “hay diferentes estándares para hombres y mujeres en cuanto a envejecer”

Una de las grandes virtudes del trabajo del sueco Jens Lekman es aquella especial atención que pone en la construcción de sus canciones, con el foco apuntando hacia las estructuras de pop clásico. Son historias, melodías pegajosas y sonidos que irrumpen en un coro redondo. Es pop. Para el músico, esto proviene de haber crecido con una falta de ello, hasta un momento crucial.

“Creo que algo que extrañaba cuando estaba creciendo, cuando era adolescente en los noventa, eran las canciones de pop clásico, melodías, extrañaba canciones que se trataran acerca de algo. Crecí en medio de la era del grunge y el rock alternativo y me gustaba, pero siempre las bandas decían que las canciones podían significar cualquier cosa y que dependía del que la escuchaba decidir de qué se trataba, y yo pensaba que eso era una mierda, que tú sabes de qué se trata la canción. Y no habían muchas melodías ahí. Creo que fue Sonic Youth que sacó ‘Little Troubled Girl’ que flirteaba con ese pop de chicas de los sesenta, como The Shangri-Las. Estaba hipnotizado con eso, pensaba, ‘¿de dónde sacaron la inspiración para hacer esto? ¿Quiénes son las Shangri Las? Necesito descubrirlas, ahora mismo’. Así que sí, deseaba esas estructuras en las canciones.

Dada esta explicación frente a tal coqueteo con estas estructuras, una colaboración suya en ‘Sufrir’ de Javiera Mena parece algo natural. Ambos músicos provienen de las mismas inquietudes. Al comentarlo, Lekman coincide totalmente. “Sí, eso me gusta mucho de sus canciones. Es tan instantánea. Son melodías que se te quedan la primera vez que las escuchas. Y aprecio las melodías, la música experimental, canciones que toman tiempo para ser comprendidas, pero creo que hay una forma de arte en encontrar y crear algo que sea accesible desde la primera escucha, algo que atrapa tu atención y te muestre algo complejo, una historia asombrosa en tres minutos. Esa es la forma de arte que también intento perfeccionar”, explica.

En el 2009, Javiera y Jens iban a tocar juntos por primera vez, en el debut del músico en Chile. Ella sería la encargada de abrir aquel show, pero la experiencia se vio truncada por un accidente en auto de la compositora. Al día siguiente, en una cena, ella le entregó su disco. “Lo escuché y me encantó, así que cuando me preguntó si quería cantar en ‘Sufrir’ dije inmediatamente que sí”.

Siete días

Las resoluciones de año nuevo más populares son comenzar con una alimentación más saludable, terminar lo que se comienza o encontrar la forma de trabajar en lo que te gusta. Para Jens Lekman, su resolución del año 2015 fue componer una canción a la semana, durante 52 semanas. Esa serie se llamó Postcards. “Viví un tiempo duro un año antes de eso, sentía que había dejado de creer en mis canciones y en mi proceso de composición. Sentía que no tenía valor y fue un momento muy deprimente. Sentía que quería dejar de hacerlo y dedicarme a algo diferente y sabía que la única forma que había para volver a escribir era firmar una especie de contrato con el mundo, que dijera que tenía que escribir música, que tenía que seguir. Y me di cuenta que Postcards fue algo tenía que hacer, que era muy directo. No tenía tiempo para pensarlo mucho, ni quedarme atrapado en mis pensamientos, porque cuando te sientas por años a escribir un disco te quedas atrapado en cosas como ¿será bueno? ¿será malo? ¿seré un genio o un fracaso?. Postcards me dio sólo siete días para pensar en eso. Y eso era exactamente lo que necesitaba. Al final de ese año tenía cincuenta y dos canciones nuevas”.

“Fue como cuando terminé una relación años antes, esa de la que escribí en ‘I know what love isn’t’. Hice muchas flexiones, porque tenía que sacar de mi cabeza todo eso por lo que estaba pasando y sabía que haciendo ejercicio físico tu mente podía mantenerse feliz, y para cuando salí de ese período hacía muchas flexiones, así que creo que es una estrategia que sirve cuando estás pasando por momentos oscuros”.

-Hiciste 52 canciones ¿cuántas flexiones alcanzaste a hacer?

Alcancé a hacer cien, pero ya no puedo hacerlo. Estaba muy fuerte. Fue muy bueno para mi confianza ja, ja, ja. Y de eso se trata, por eso hice Postcards, para mejorar mi confianza, de que aún podía escribir canciones. Me hizo procesar lo que estaba viviendo, me dio la oportunidad de probar cosas que no podía hacer en un álbum porque algunas de las ideas que hice en Postcards eran muy raras o, no sé, cosas que no me hubiese atrevido a poner en un disco, con todo el proceso que implica también girar, ser evaluado y todo eso.

Otro proyecto en el que se embarcó exactamente hace un año fue Ghostwriting, junto con el Centro de Artes Contemporáneas de Cincinnati y la Bienal de Gotemburgo. Él recibía historia que diferentes personas enviaban, se entrevistaba con los participantes y se encerraba en una habitación con dos músicos para transformarlas en canciones. Eligió once en Cincinnati y cinco en Gotemburgo.

“Hubo muchas historias que me encantaron pero hubo una, especialmente, acerca de una mujer en la mitad de sus cuarenta que estaba pasando por un divorcio, y tenía encuentros románticos en un rancho de Nevada, en el desierto. Ella relataba además cosas sobre envejecer o mencionaba que ya no era tan atractiva como antes. Había algo en esa historia que me atrapó, primero porque es algo que yo no he experimentado como ella, pero podía relacionarme con ese sentimiento, de una manera muy potente”.

-¿Tiene que ver con que a las mujeres se nos exige envejecer de una manera diferente a los hombres?

“Sí, eso es lo que me hizo sentir que estaba experimentando una historia con la que no podía relacionarme en un cien por ciento, porque hay diferentes estándares para hombres y mujeres en cuanto a cómo se les permite envejecer en nuestra sociedad. Y también, algo muy importante de esta historia tenía que ver con cómo estaba narrada, porque ella era una muy buena narradora. Era muy detallado, podías de verdad sentir la historia. Me hizo caminar en sus zapatos por un rato, aunque fuera algo que yo nunca podría experimentar en un cien por ciento, sí lo sentí, porque ella contó muy bien la historia y, además, me permitió a mí poder contarla también”.