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Maifersoni: “en la época de Michita Rex, la posición del músico hacia el mundo era desde el odio”

Maifersoni: “en la época de Michita Rex, la posición del músico hacia el mundo era desde el odio”

Durante los últimos días de abril del 2015, Maifersoni lanzó vía Quemasucabeza Maiferland (acto de amor), luego de cinco años de silencio discográfico, desde su debut Telar Deslizante publicado a través de Michita Rex. Este próximo 28 de diciembre, el músico y su banda se disponen a despedir esta etapa con un concierto en el Bar de René.

Para Enrique Elgueta, el músico detrás del proyecto, el proceso posterior al lanzamiento de su segundo disco trajo cambios. Para conversar sobre esto, nos recibió en su casa, con cervezas y limón en rodajas.

“Creo que cambié como persona, con respecto a cómo era antes del disco. Antes era alguien que arrastraba una frustración grande. Quería hacer música y estaba metido en una vorágine laboral de la cual me costaba mucho salir. Me he fijado que existen muchos músicos que arrastran frustraciones, pero que estas tienden a disiparse en la medida en que hacen cosas, si finalmente, la gente quiere hacer cosas. Y en términos esenciales, para mí, Maiferland significó parir algo que tenía dentro después de cinco años atorado ¿cachai? Entonces, fue botar algo. Y a partir de eso, han habido efectos secundarios que he disfrutado mucho, que tienen relación con conocer gente vinculada en esto, conocer otras personas que más allá de ser músicos, son artistas, que están en la música porque es el lenguaje que a ellos les resulta más doméstico”.

-Creo que también, en Maiferland hay otro cambio, estás más adelante, más presente en las canciones.

“Es que creo que las personas que conocían el disco anterior pertenecían a un nicho aún más nicho que ahora. Para mí Maifersoni sigue siendo un proyecto musical donde hay valor pero que todavía es muy opaco, siento que aún lo conocen pocas personas. Y en la medida en que tocamos y que la gente lo conoce, en general, tiende a recibirlo bien. Es valorado por lo que es, siento. Pero con respecto al disco anterior, la falta de conocimiento de que existía esto, Telar Deslizante, era mucho mayor. Era conocido por un grupo conformado por su mayoría músicos o gente con la que yo estaba relacionado, los que podría hacer esa comparación. Igual yo la hago, creo que Maiferland es un trabajo más maduro con respecto a Telar Deslizante, en el sentido de que hay una mayor convicción en lo que yo puedo cantar. En mostrarme, en mostrar la música y plantear la voz, en no desfigurarla. En lo anterior, estaba desfigurada. El otro día que salió la descarga, lo escuché entero, hace mucho tiempo que no lo hacía y encuentro que es un disco súper precioso, es súper lindo y que plantea la forma en la que hago música. Son discos que suponen un viaje. El primer álbum es cero sociable. Una vez un jefe de una pega que tenía me dijo que puso el disco y lo escuchó con su familia y obviamente tuvo que sacarlo, onda, ¿qué es esta hueá? Estaba con sus suegros y me dijo “bueno, a nadie le gustó la música”. Obvio, si es para escucharlo con un caño y solo”.

“Maiferland también es un resultado de cómo convivo con la música, desde experiencias más personales. Los discos que tengo aquí -señala el mueble frente a su sofá- son puros discos personales, de yo apreciar la música más que como para encuentros sociales”. Y ahí están Julia Holter, Tal Talk, Stereolab, Tortoise, Yo La Tengo, Boards of Canada y Aphex Twin.

“Aunque va a sonar cliché, creo que la música es un articulador de mundos interiores, de identidad. La gente construye identidad en torno a la música, entonces, por eso también es una pena que la música valga cero pesos. Porque hacerla no cuesta cero pesos, de hecho, es carísimo. Yo ahora aproveché una oferta navideña y me compré un micrófono que me va a servir para hacer buenas maquetas, pero vitrineando me encontré con unos monitores que valen un millón doscientos cincuenta mil pesos, ¿para qué?, ¿para una tocata en el Loreto? Donde habiendo recibido plata, pagado al sonidista, transporte y toda la hueá ¿me voy a quedar con treinta lucas? Es amor al arte”.

-Hace algunos meses presentaste en POTQ Magazine el video de ‘La gloriosa generación del ‘85’ y dijiste que “cada vez hay menos fe sobre las personas, un sentimiento a esta altura cada vez más mundano y compartido”. ¿Sigues pensando lo mismo?

“Sí, bueno ese es uno de los tópicos que están presentes en las letras de Maiferland. El escapismo. Es una necesidad de evadir el presente, perder la fe en los humanos, onda, humanos por la extinción hashtag. Yo creo un poco en eso, no soy muy optimista de las propias personas, es una pérdida de tiempo ja, ja, ja”.

-Durante este período, además, te vi colaborando y relacionándote con otros artistas que vienen de otros lugares, también con una generación nueva. Algo que también han hecho otros pares tuyos, como Dadalú componiendo junto a Camila Falcucci de Las Olas.

“Esa es una cosa que me está pasando mucho ahora. Para mí, Maifersoni es un depositario de todas las inquietudes musicales que voy a tener. Tengo un par de hueás claras en mi vida y una de esas es que siempre voy a estar haciendo música, aunque para vivir tenga que desarrollar otras actividades. De hecho, me gusta proyectarme así, porque creo que lo que salga de eso será interesante, al menos para mí mismo, como sujeto creador. Pero como ya tengo a Maifersoni, como el ego y la necesidad de construir una idea están satisfechos, me motiva asociarme con otras personas, desarrollar proyectos y juntarme con otros músicos a improvisar. El mismo EP con Reinoso fue motivo de eso. Es bacán. Yo no lo veo sólo como un remix, porque Carlos estudió todo el disco y él me planteó la idea de que quería hacer cuatro remixes de una misma canción, porque está en un ejercicio de compositor a través de AyeAye. Y ser procesado con varias lecturas por otra persona es parte de esa colaboración”.

“Ahora un amigo, Voz de Hombre, está haciendo un par de cosas y me gustaría ayudarlo con la creación de algunas guitarras. Y con el Simón de Niños (del Cerro), conceptualmente, tenemos un disco prácticamente hecho. Hicimos diez canciones, nos juntamos a tocar. En algún minuto saldrán. Este es un aspecto que me parece fascinante de la hueá, porque a pesar de lo parco que puedo ser, a veces la gente me dice “hueón, eris terrible serio y la hueá”, soy un hueón muy sociable, entonces, una de las cosas que más me gusta, es ponerme con otro a crear desde la misma posición, no ser el que está liderando un proyecto musical. Darle rienda a cuestiones simplemente por la música”.

-Tu primer disco apareció a través de Michita Rex, en el 2010. Fue sólo hace seis años, pero parece que fuera más tiempo, porque las cosas han cambiado bastante creo. ¿Tú ves diferencias?

“Habían diferencias enormes. De partida, la gente creadora que estaba ahí, los músicos, no tenían el optimismo de hoy. Actualmente, la música es más positiva, es fértil, cómo decirlo… es articuladora de escena. En la época de Michita Rex la posición del músico hacia el mundo era desde el odio. Y por eso también no existía la onda del músico tocando y el público saltando. Lo que la llevaba, no en taquilla, sino en los músicos, era lo experimental y lo ruidista. Pero ya existía una posición política post nihilista, onda, esperando que se acabe este mundo”.

Y ¿de qué forma crees tú que han cambiado los contextos que provocan las diferencias entre estas generaciones?

“En esos años, la gente que hacía esa música era gente mayor, cerca de los treinta. Actualmente, son más jóvenes, un promedio de 23 años. No es lo mismo tener 22 años que estar cerca de los treinta haciendo música. Pero sobre todo, ahora hay público, antes no había. Es muy evidente el cambio que hubo en la sociedad chilena y en la juventud sobre todo, de abrirse a la música local. Y ese mérito hay que dárselo a los que hoy están ocupando posiciones de poder, el Gepe, Alex Awandter, Javiera Mena, al mismo Briceño, que son hueones que abrazaron lo masivo y hubo un contexto, promovido por internet, que provocó la gestación de públicos y ahí se dio una hueá muy loca, que hizo que a un hueón que le gusta Dënver, también le pueda gustar Congelador. Se refrescó este concepto de “música chilena” que como género es muy difícil poder describirla más allá del origen.

-En ese sentido, ¿por qué piensas que esos músicos antes odiaban más que los de ahora, si actualmente el mundo también es muy odiable?

“Tiendo a pensar que, básicamente, todo se explica un poco en la aproximación que tú tienes a la música. Quizás antes había un sentido más avant garde, sin ser hueones muy estudiosos, pero sí de expandir un poco lo que se hacía. Todos estaban haciendo algo experimental, la misma Fakuta estaba en World Music. Era otra la aproximación. Después de que se legitimó el pop, ahora viene esto otro”.

-Igual lo he pensado harto. Quizás tiene que ver con que cuando uno hace diez años escuchaba el concepto “música chilena”, pensaba en modelos súper rígidos y tradicionales, como Chancho En Piedra, Los Bunkers, La Cumbre del Rock. Entonces, para esa generación de la que hablamos, su aproximación a la música también venía con un componente de oposición a esa hueá. Y ahora, a partir de trabajos como los de Dënver, Javiera Mena, Gepe, etc, existe una resignificación del concepto que lo amplía, lo que hace que quizás los músicos no sientan esa urgencia oponerse de manera tan directa, porque ahora pueden convivir.

“Sí, puede ser, aunque pienso que en un nivel también se oponen. Se acabó la herencia del Corazones y ¡enhorabuena!”.

-Claro, estilísticamente hay diferencias, pero yo me refiero a la forma de hacer las cosas, no sólo el sonido. No veo una oposición en cómo se hacen las cosas ni los pasos que se siguen.

“Ah sí, pero eso es porque no hay alternativa. Y eso creo que es súper importante que se sepa, porque dentro de todas estas cosas positivas que están pasando, a pesar de que creo que la música que se hace acá está pasando por un momento a toda raja, creo que es súper importante que, sobre todo los cabros que están tocando ahora, tengan claro que la gestión que ellos pueden hacer, responde un poco a las mismas herramientas que teníamos antes. Una vez escuché un comentario de una música que participa de esta hueá diciendo ‘nosotros fuimos los primeros hueones en Chile que empezamos a hacer tocatas en casa’”.

-¡Pero si siempre se han hecho así las cosas!

“Como dice un buen amigo mío, esa hueá de sobrevalorar el presente es tan tóxica como la visión romántica del pasado”.

-Igual creo que eso tiene que ver con la valentía de la juventud, que muchas veces se transforma en insolencia, ¡el que esté libre que lance la primera piedra! ja, ja, ja, ja.

“Ja, ja, si, puede ser, pero bueno, los hueones que están ahora lo hacen de la misma forma en como se hacía antes”.

-Es por eso que te decía que las formas son las de siempre. Y que lo que cambia es el registro que existe de esto y también las herramientas de organización, nada más.

“Sí. Veo cambios positivos, como por ejemplo, antes, había pocos medios cubriendo lo independiente, estaba Super45 que ahora está muerto. POTQ en esos años no quizás, porque era un portal de noticias del mainstream. Ahora es diferente. Otro ejemplo, el día del pico ibas a tocar en Matucana 100. Ahora se puede. Y no es solamente Matucana”.

-Eso también responde a que ahora hay una infraestructura que antes no había, aunque siga siendo precaria.

“Sí, de hecho, creo que es por ese lado que la música chilena debe seguir creciendo. Hay una cantidad de proyectos y de calidad suficientes, hay músico por cada habitante casi. Todos están haciendo hueás en sus casas, pero la infraestructura es mínima. Onda, Matucana 100 existe, es la raja, pero los espacios para tocar siguen siendo reducidos y está bien que se amplíen, pero muchas veces no responden a estándares sonoros que deberían tener. Por ejemplo, una de las hueás que fueron evidentes este año cuando fuimos a tocar a México, era el profesionalismo que había en la hueá, por más que fuera música independiente. Nosotros tocamos y había ocho personas que estaban oficiando de stage manager, prácticamente. Y era en el Foro Indie Rocks, que es pequeñito, un aforo de quinientas personas máximo”.

“Después la banda se vino a Chile y yo toqué solo en Nueva York. Y en esa ocasión, aproveché de ver a las Marineros, que también tocaban ahí. Y era como un Bar Loreto, pero sonaba a toda zorra, tenía luces bacanes, toda la gente que iba podía ver bien. Se estaba presentando bien la música”.

-Es que eso es una sala acondicionada para hacer conciertos. En Chile son bares primero.

“Claro, o sea, yo creo que como hace un tiempo los músicos pelearon para que hubiese un 20% de música chilena en las radios, ahora deberían pelear para democratizar las patentes y que así sea más fácil que los bares puedan ofrecer música. Que los hueones puedan invertir en eso, que tengan un escenario para que la música brille, po. Imagínate estai hablando de la banda del momento, y los vas a ver y no te gustó, pero no te gustó porque sean malos, sino porque no estaban las condiciones, no se pudo establecer ese puente para disfrutarlo”.

-Hace poco me pasó eso, en el lanzamiento del Cómodo. Lo hicieron en esa casa hermosa que está en Santa Rosa. Los he visto muchas veces en vivo, sé que suenan bien, que tocan muy bien, me encantó el disco, soy fan, de verdad me gustan mucho, pero en el concierto, por ejemplo, no había escenario en el patio, así que sólo veía la primera fila. Y costaba meterte en el concierto, porque no veías nada de nada.

“Sí po, igual encuentro bacán que existan lugares donde tú puedas tocar con nada, pero falta lo otro. Lo otro es lo que no se está supliendo. Porque ya, está Loreto, El Clan, que probablemente ya van a tener las fechas listas para el próximo año, por lo menos para los viernes o sábado, seguro. Y ¿qué hace el resto?”

-Es que a eso voy. Para ir a un concierto con buenas condiciones para los músicos y el público, no debería ser pensado siempre como en Loreto o en equis lugar, deberían haber alternativas diferentes para que una buena banda que tiene un buen disco, como en el caso del Cómodo, puedan lanzarlo en las condiciones que se merecen. Y esas condiciones escapan de las bandas, de los sellos, es algo estructural.

“Sí, son las condiciones estructurales de la bohemia”.

-Pero desde la dictadura que se dinamitó la bohemia y el ocio como algo válido. Y ha costado reconstruir eso.

“Sí, creo que igual Santiago es una ciudad donde se pasa bien. Al menos el mundo que me rodea está alejado de esos paradigmas de tener un trabajo y una familia, entonces este hueón de treinta años no tiene que llegar temprano a la casa por obligación o no es mal visto que se quede hasta tarde un día de semana tomando chela. Lo malo es que esa imagen se trivializa y se empieza a hablar de los treinteenagers”.

-Claro, que como que no creciste y eres una mierda.

“Sí, como si fueras un pendejo. Y en realidad, es sólo que no eres tan capitalista como los hueones que te preceden, no es nada más. Porque se supone que a los treinta tienes que tener una familia, una casa, un auto propio. Y como no quieres, resulta que eres adolescente”.

-Estoy bien aburrida de esos artículos sobre lo mongólicos que se supone que son los jóvenes ahora.

“Ja, ja, sí, como ‘¿Qué onda que prefieren trabajar desde su casa pero ganar menos?’, puta, disculpa, pero lo otro no me satisface. Creo que todos venimos un poco desilusionados del estilo de vida de la gente que nos precede y no pasa nada, está bien”.

-Sí. Desde hace un par de años empecé a ver cómo padres de amigos y familia sufrían la peor cara del capitalismo, onda les mataron todos los sueños que tuvieron siempre. Los bancos les quitaron sus casas, después de décadas se dieron cuenta de que las pensiones que van a recibir son una vergüenza aunque trabajaran toda su vida…

“Mi papá fue un hueón que tuvo una vida de empleado notable. Fue una persona que nunca estudió, no tuvo título universitario, pero sin embargo, desarrolló una vida de empleado donde el hueón llegó a estar en posiciones ejecutivas importantes para una persona que no estudió. De hecho, nosotros nos fuimos a Perú, porque lo trasladaron por trabajo. Y fueron momentos a toda zorra viviendo allá. Pero ahora que está pensionado, no le da. A esa persona que trabajó siempre, cuyo leitmotiv era trabajar, porque es un tipo de persona que viene del miedo a la pobreza porque cuando era chico fue pobre, ahora tiene una pensión insuficiente. Entonces tú ves eso y piensas “no hueón, yo prefiero morir a los sesenta”.

Enrique termina de hablar y aparece un silencio bastante deprimente y largo. Nos miramos fijo y abre una botella de cerveza de litro.

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Durante el 2017, Maifersoni quiere seguir trabajando en su proyecto y también seguir colaborando con otros músicos. Debido al gran espacio temporal que quedó entre Telar Deslizante y Maiferland, hay muchas ideas de ese período dando vueltas.

“Creo que lo más difícil de seleccionar las canciones es construir un relato, darle un orden. Y estoy en eso. Agrupar diez o doce canciones, revisarlas, pensar cómo puede ser planteado. Pero ideas y canciones tengo como para sacar dos discos incluso, lo que es más difícil es el filtro, ver cómo presentarlas. Y me encantaría el próximo año sacar ideas nuevas, que creo que seguirán respondiendo a lo que me mueve musicalmente. Ahora tengo el rollo de que lo que más me interesa es algo bastante subjetivo, buscar las cosas conmovedoras de la música, los aspectos bellos de la música. Eso me motiva mucho”.

-Pero eso se ve mucho en tus dos discos. La preocupación por mostrar esas texturas, creo que está explícito tu interés.

“Sí, creo que con la música que más hago click es la que entrega experiencias conmovedoras o que desde mi punto de vista, es música que busca aproximarse a lo bello. Por ejemplo, Julia Holter es una música que satisface todo eso. Si yo supiera tocar piano, quizás estaría haciendo algo así, sin embargo, la guitarra es rock y lo importante ahí es buscar la manera de deformarlo y que el instrumento hable a través de efectos, de otras estructuras para poder conmover. Y yo creo que Telar Deslizante y Maiferland, ambos discos van por ese lado. A pesar que soy un hueón tremendamente pop y melódico. Ahí me crié musicalmente. Los primeros discos que me compré en mi vida fueron de Oasis y Blur, como a los 12 años”.

“No me gustaría estar de nuevo tan alejado de la música como estuve, creo que esa hueá no sirve de nada, pero lamentablemente, fue así la forma. El desapego se dio principalmente porque tenía que satisfacer necesidades urgentes, como por ejemplo, la independencia. Yo no quería seguir viviendo con mis papás, no porque me llevara mal con ellos, sino porque quería mi espacio y para eso tenía que trabajar. Y bueno, para empezar a trabajar, las primeras pegas, si te sacaste el Servicio Militar, igual lo vas a hacer en esos trabajos que son una moledora de carne, donde te van a hacer mierda y toda la creatividad se te va a ir a la chucha y no sólo la creatividad, sino también la energía. Entonces, estuve dos años ganando 250 lucas, teniendo que ir a trabajar a Vitacura, tomar una micro que se demoraba una hora y cuarto… el día del pico iba a estar haciendo música. Tiempo después pude encontrar el equilibro entre desarrollar una actividad rentable, con mayor libertad para poder dedicarme a lo otro. No me gustaría estar de nuevo tanto tiempo fuera, porque sería el primer paso para hundirme en un pozo sin fondo de la depresión. A mí me gusta hacer música. Si pudiera vivir de la hueá, sería el más feliz del mundo”.

-Siempre han dicho que los artistas y pensadores vienen de las capas más poderosas de la sociedad porque tienen sus necesidades básicas cubiertas y resueltas. En el fondo, que hacer arte es un lujo que se dan unos pocos, hasta ahora.

“Es que la comida es lo primero y la moral viene después, po. Igual, no lo asocio a un aspecto burgués. Me parece que si te dedicas en un cien por ciento a la música, te puedes transformar en un burgués. Cuando se transforma en una herramienta de trabajo, no en un espacio de libertad. Por ejemplo, hay personas exitosas o que viven de la música, que no están haciendo cosas arriesgadas y probablemente sí las escuchen, pero no tienen nada que ver con lo que hacen. Y no lo hacen porque se deben a su público, que es numeroso. Y el público masivo busca la entretención no más o si quizás se encuentra a sí mismo en tus canciones, es en un nivel secundario, personas para las que la música no es tan importante, no son melómanos ¿cachai? Entonces, en la medida en que la música es tu herramienta de trabajo, es un arma de doble filo, porque podís estar haciendo mierda. Puedes estar haciéndote rico, pero haciendo mierda. Puedes estar produciendo cosas que para el resto de tus pares músicos son vomitivas. Entonces, en la medida en que tienes satisfechas un montón de necesidades, como por ejemplo, tener un lugar para vivir y pagar tus cuentas y nada más, basta para dedicarse a la música”.

“Tuvimos la mala cuea de nacer en este hoyo llamado Chile. Cuando fui a México, tuve toda la sensación de que allá todo era más fácil. Las cosas no eran tan caras incluso para los propios mexicanos. Acá existe una cadena de lucro para todo, es el sistema no más. Y más encima, tan desconectado de todas las cosas, pero bueno, Chile es el país de los Alexis Sánchez, donde todos los hueones tienen que ser unos talentos. Ese tipo de personas que nacen cada diez años, que superan todas sus barreras. Y ese es el Alexis Sánchez que promueve Axel Kaiser con sus columnas, cuando lo pone como ejemplo. Quiere que todos seamos Alexis Sánchez y no po hueón, no todos quieren ser Alexis Sánchez. Y no todos tienen tampoco la capacidad de adaptación. Yo por ejemplo, no podría hacer la música que hacen otros colegas, entre comillas, y llegar a públicos numerosos, porque no me sale. No me relaciono así con la música, y quizás el camino que yo tome va a ser muchísimo más largo para alcanzar un público, que por lo demás tampoco es un objetivo, es un aspecto secundario. En la medida en que tengas satisfecha algunas cositas como el hambre o un lugar para vivir, es suficiente para poder dedicarte a hacer música con libertad”.

Enrique es periodista y trabaja desde su casa para un medio online, de lunes a jueves. El área que cubre, reconoce, le sirve de motor.

“Cubro el sector financiero. Te dai cuenta que existe un corredor de bolsa que se hace diez palos mensuales contactando a alguien que vende algo con una persona que quiere comprar ese algo. Hace el link, lleva un paquete de un origen a un destino y se hace diez palos. El otro día leía la historia de un científico de Europa del Este que se vino acá, trabajó en Universidad de Chile y alguien lo encontró tirado en una plaza, le sacó una foto. El hueón perdió la pega porque quizás el mundo científico es igual o más rancio que el mundo del arte, donde todos los hueones están ahí chupando pico por ocupar un espacio, porque no hay plata para más. Mientras otro hueón gana diez palos por hacer nada. Y también te das cuenta que para llegar de un lugar a otro hay que nacer en un determinado lugar, hay que estar en uno de ocho colegios para hacerla. Todo eso me sirve para enfrentarme con la realidad. Gracias a ese trabajo he podido conocer el sistema desde su propia orgánica, ver cómo se mueve el capital y esos son efectos secundarios que atesoro, porque me permiten sostener un odio importante, con sangre en las venas. Es inspirador. Creo que cualquier pega de mierda puede ser inspiradora, hacer hamburguesas en una cadena de comida rápida también. Lástima que en este hoyo que es Chile, no le va a alcanzar a ese hueón para ser músico. En Estados Unidos repartes pizza y después llegai a tu pieza a hacer música y listo. Acá no”.