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POTQ ’90: Blur – Parklife (Food, 1994)

POTQ ’90: Blur – Parklife (Food, 1994)


A principios de los ’90, los ojos y oídos del orbe estaban dirigidos a Seattle. Esta ciudad se transformó en la cuna del grunge, que nacía a fines de los ’80 en los Estados Unidos para luego invadir el resto del globo. El grunge se había apoderado del mundo, y bandas como Nirvana y Pearl Jam eran los líderes de un movimiento que había superado con creces a la competencia.

La invasión norteamericana había llegado a, prácticamente, cada rincón del planeta, incluyendo el Reino Unido. La ropa, los peinados y, por supuesto, la música giraban en torno a esa tendencia tan poderosa, que había penetrado casi cada esfera de la vida de una generación completa. Pero había gente que no estaba muy contenta con este escenario.

En Inglaterra, grupos como Suede o Elastica se encargaban de desviar las miradas y ayudaban a construir un movimiento que representaría el renacer de la era británica. Y la explosión llegaría con una de las agrupaciones insignes de esta movida, bautizada como britpop: Blur. Esta suerte de rivalidad o -mejor dicho- disidencia con el sonido Seattle no era negada ni disfrazada por los protagonistas de la historia. Damon Albarn, vocalista de Blur, dijo en una entrevista para NME en 1993 que “si el punk era sobre deshacerse de los hippies, entonces yo me voy a deshacer del grunge”.

Para 1994, el cuarteto ya había publicado dos álbumes: el debut “Leisure” (1991) y “Modern Life is Rubbish” (1993). Sin embargo, fue con la salida de su tercer disco, “Parklife”(1994), que los músicos lograron consolidarse como banda y adquirir mayor fama que la que antes habían alcanzado. Esta placa fue más que un álbum exitoso y bien logrado, ya que marcó un precedente para las demás bandas que vendrían después y logró desbancar al poderoso grunge de su sitial dominante de los charts de la época. Con “Parklife”, el britpop explotó sobre el mundo.

Como dice el dicho, más vale empezar con el pie derecho. Eso es, justamente, lo que ocurre en cuanto uno le da play a “Parklife”. El primer track con el que nos encontramos es uno de los singles del LP y una canción histórica de la banda. El día de hoy, el ser humano que no conozca o que nunca haya bailado el sonido ochentero del pop sintetizado de ‘Girls and Boys’ debe haber estado viviendo bajo una piedra o encerrado en una cueva. Damon Albarn habla de lo que sucede en la vida inglesa de esta época, tocando el tema del amor en los ’90 y la confusión sexual.

Londres vuelve a nacer en el tema ‘London Loves’, donde el vocalista canta sobre la forma en que la ciudad se come a sus habitantes. Los solos de guitarra que Graham Coxon despliega a lo largo de la canción podrían llegar a quebrar su continuidad, o incluso hacerla confusa. Pero el repetitivo sintetizador que marca el ritmo del track refuerza su cohesión. Sin duda, algo fríamente calculado por los músicos.

Aunque en “Parklife” predominan las canciones bailables o más poderosas, la melancolía -disfrazada o no- es algo que está presente en todos los discos de Blur. Ya fuese cantando sobre el fin del siglo o el fin de una relación, canciones como ‘End of a Century’ o ‘This is a Low’ (una de las mejores del LP), no abandonan la idea de ser crónicas de la vida londinense que tiene este álbum, aunque lo hacen en un tono mucho más nostálgico que las demás.

Vale destacar a la dolorosa ‘To the End’, que cuenta con la participación estelar de Laetitia Sadier de Stereolab (aunque en 1995 grabaron una nueva versión junto a Francoise Hardy), y que trata sobre lo difícil que es terminar una relación. Este es uno de los temas donde más se destaca la voz de Albarn, especialmente durante el coro. El trabajo orquestal de la música, más la combinación de hombre y mujer al micrófono, la hacen una de las canciones más logradas dentro de un álbum sobre el que hay pocas cosas malas que decir.

Los cortes de tintes más rockeros tampoco se quedan atrás. ‘Bank Holiday’ es uno de ellos, poseedor de claras influencias punk, que se hacen evidentes con la batería acelerada de Dave Rowntree y los sucios arreglos de guitarra eléctrica de Coxon.

Con este trabajo, Blur reposicionó el pop en un contexto que menospreciaba cada vez más el género. Los personajes ficticios, que protagonizan las 16 canciones que componen el tracklist de “Parklife”, lograron identificar a una generación que se había alejado de este tipo de música, definiendo al britpop con una claridad que hasta ese entonces no habían alcanzado otras bandas. Sobran razones para considerarlo uno de los mejores álbumes de la historia. Y pensar que los ejecutivos de Food Records, el sello del cuarteto en esa época, lo consideraron un error antes de su publicación. No podían estar más equivocados.