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Richard Ashcroft: sinfonía dulce

Richard Ashcroft: sinfonía dulce

La experiencia de haber vivido un guiño a lo que fue The Verve en sus mejores tiempos, fue lo que presenciamos la noche del jueves en el esperado debut de Richard Ashcroft en nuestro país. Y fue un debut enérgico, potente y de una fiereza propia de los ingleses. Acondicionado para sillas, el Teatro Caupolicán comenzaba a llenarse a pocos minutos de la hora señalada. Tras un sutil retraso de 7 minutos, la banda se asomó al escenario para que de inmediato bajaran los aplausos y chiflidos para recibir a Mad Richard, quien apareció con gafas oscuras y lleno de tics, movimientos cortos y rápidos, como si se tratase de un boxeador calmando los nervios antes de defender su título mundial. Ashcroft se alzó como un campeón al ritmo de ‘Out of My Body’ y ‘Space & Time’, Para noquear al público con el primer momento de la noche con ‘Break The Night With Colour’. En solo tres rounds, Ashcroft reclamaba su hegemonía.

El británico justificó su venida a esta parte del continente, para presentar parte de su último trabajo de estudio, These People (2016). Así sonaron ‘They Don’t Own Me’ y ‘This Is How It Feels’, canciones que encajaron de manera precisa en la elección del setlist, mezclando lo nuevo, los clásicos de The Verve y los singles más exitosos de su proyecto en solitario.

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‘Music is Power’ puso la dulzura sobre el escenario, con un extasiado y eufórico Ashcroft, haciéndole honor a su apodo de “loco”. Uno de los momentos más emotivos surgió de la mano de ‘Sonnet’, con un Caupolicán coreando al unísono junto al británico que se apoderaba del proscenio cada vez con más naturalidad. El inglés también aprovechaba de probar sus canciones más nuevas, como ‘These People’, en la que corre por sus acordes todos los elementos necesarios para convertirse en un verdadero himno de estadio.

La primera parte del show llegaba a su fin con ‘New York’, de extendidos riffs bluseros, para cerrar con una hermosa versión para ‘Lucky Man’. Entre ovaciones, Ashcroft ponía término al segmento inicial de su presentación, para luego dar paso a una sección acústica. Tras unos minutos de espera, Mad regresaba al escenario solo con su guitarra acústica para interpretar ‘A Song For The Lovers ’ junto a ‘History’ mezclada con ‘C’mon People (We’re Making It Now)’, la magia continuaba con ‘The Drugs Don’t Work’ qué sonó de una manera íntima y a la vez poderosa.

El cierre definitivo vino con la canción más grande de todos los tiempos, según el propio Ashcroft, y parte inexorable de la cultura pop mundial, ‘Bitter Sweet Symphony’ ponía la guinda a un torta que, por años, muchos soñaron con hincarle el diente.

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Richard Paul Ashcroft debutó a lo grande en nuestro país. Desde el minuto cero, conquistó a todos con su carisma y desplante, pero por sobre todo con la naturalidad al desenvolverse arriba del escenario, como cuando se sacó los zapatos y dejándolos a un lado para solo quedar a pies descalzos. A pesar de haber sido un país “desconocido” para Mad Richard, su complicidad con la fanaticada nacional quedó sellada en los reiterados agradecimientos, además de ya comprometerse para una segunda visita oficial.