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José González: la calidez de una guitarra

José González: la calidez de una guitarra

Tal vez sea su ascendencia argentina, su cercana guitarra española o las visitas anteriores que el cantante registra en nuestro país. Pueden ser muchos los factores que convierten una cita con José González en un viaje cálido y sencillo, si es que se tienen el antecedente previo y el gusto por disfrutarlo, porque si se llega como un invitado-de lo más probable es que la hora y treinta de concierto del sueco se transforme en un somnífero paseo por canciones que “suenan todas iguales”.

Minutos antes de las diez de la noche, el músico subió al escenario sólo acompañado por su guitarra. El folk iba a tener su esperada cita luego de que Niños del Cerro calentaran el ambiente más de lo necesario demostrando por qué son la revelación del año que pasó, y La Cúpula no fue injusta y logró disfrutar de la mutación de ambiente. José González pedía perdón por una gripe mientras ‘Crosses’ sacaba los aplausos de los más fanáticos.

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En esta gira, González, prefirió dejar un poco de lado la intimidad de la guitarra y el banquillo, y tal como lo demostró la inesperada resurrección de su banda de juventud, Junip, el músico le dio el vamos a su segunda canción con un grupo de músicos que hicieron que las clásicas piezas apacibles y tranquilas dejaran más de un pie inquieto con ganas de seguir el movimiento de la electrónica ambiental, esa que tan bien supo combinar con la tranquilidad de sus éxitos.

Si hace ocho años el sueco pisaba un repleto Normandie, el viernes la cosa no fue muy distinta, y la cercanía con los desconocidos silenciosos hacían de la postal una imagen hipnótica que bien supo utilizar el equipo del artista con un juego de luces a tono y un setlist pensado para dejar contentos a casi todos. Canciones de su banda anteriormente mencionada -que hicieron corear a las primeras filas con más ánimo de lo que el folk nos podría dejar imaginar-, y los covers que se convirtieron en el punto alto de la noche.

Comienza ‘Hand on Your Heart’ de Kylie Minogue y la cita ya pintaba para convertirse en uno de esos conciertos que por una serie de factores te dejan con el corazón contento. ¿Será la tonada de la guitarra de González? ¿El verlo acompañado y disfrutando con sus músicos y no sólo con su instrumento colgado al hombro? ¿La oportunidad que le dio a nuevos sonidos en esta pasada? José González quiso hacer algo distinto, y lo logró manteniendo su esencia. Y con un resfrío que lo mostró incómodo más de una vez.

Después de un recorrido empalmado de sus canciones ‘Let It Carry You’, ‘Leaf Off / The Cave’ y ‘Killing for Love’, el final se acercaba, pero no sin antes darle el gusto a quienes querían escuchar desde su interpretación ‘Teardrop’ de Massive Attack y ‘Heartbeats’, de The Knife’, los tracks que él mismo ha tildado como responsables de su éxito mundial y que son un infaltable en los conciertos del descendiente de argentinos.

José González deja el escenario y tras la petición tibia del recinto del Parque O’Higgins, regresa en solitario a la tarima para darle comienzo al principio del final. Un encore mucho más él, volviendo a la intimidad, a la proximidad, dejando de lado la posible intención de bailar que alguna vez pudo formarse en el ambiente, y recogiendo su guitarra para recordarnos que estamos en una cita íntima y privada con un músico que ha sabido deleitar hasta a los más críticos con su género y arte.

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Cuatro temas cierran esta nueva pasada del músico por nuestro país que con gripe y cansancio se animó a presentar Vestiges & Claws, el último trabajo de estudio que lo trajo de regreso hasta esta parte del mundo, donde muchos salieron con ganas de abrazar al desconocido que hacía callar a aquel que no se divertía tanto.

Una cita de viernes por la noche con un artista que toca su instrumento como si hubiese nacido pegado a él, pero que no cae en alardear al respecto y se mantiene petrificado, como en un trance del que no puede salir hasta que una percusión le hace caer en cuenta que no está en su casa, frente a su computadora, grabando algo.

José González se atrevió con esta faceta de darle espacio a sus músicos y a sonidos a los que no nos tiene muy acostumbrados, pero nunca dejó de ser él. Simpleza, calidez y folk que lo siguieron por las dieciocho piezas que se dio el lujo de hacer sonar.

Fotos* Fernando Liberona para Fauna Producciones