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El Sueño de la Casa Propia: “Me acomoda el camino del pop”

El Sueño de la Casa Propia: “Me acomoda el camino del pop”


Como uno de los proyectos solistas más auténticos del momento, nombre insigne dentro del catálogo del netlabel Pueblo Nuevo e independiente en todo el sentido de la palabra, el porteño José Cerda se camufla entre el artista y el individuo anónimo. Su alias desde el año 2005, El Sueño de la Casa Propia, le ha valido la posibilidad de ser invitado a eventos como Primavera Fauna y Lollapalooza Chile. Su música se basa en el reciclaje de influencias, desde lo popular y folklórico hasta la electrónica experimental, sin caer en estereotipos. Poco antes de presentarse en el festival Mutek, conversamos con el hombre que habita detrás del seudónimo.

Desde el primer momento, José Cerda -37 años, oriundo de Valparaíso- parece un hombre sencillo y que derrocha honestidad. Vive en Ñuñoa y, como en varios casos más, debe ganarse la vida en ilustres oficios para sustentar lo que es su pasión, lo que lo mantiene vivo: la música. Se fue de su casa a los 14, nunca estudió nada, tuvo problemas familiares y cayó en un hoyo profundo del cual salió componiendo melodías.

El Sueño de la Casa Propia parece ser su refugio y su impulso vital, el sitial desde donde observa y, sobre todo, escucha el sonido de la realidad cotidiana, para luego samplearlo en la suerte de collage popular y autobiográfico que es su catálogo. Hoy, con dos discos bajo el brazo -“Hogar” (Independiente, 2007) e “Historial de Caídas”, (Pueblo Nuevo, 2010)-, presto a lanzar un tercero y con una agenda movida, siente que está listo para dedicarse íntegramente a la aventura de la creación.

– En el pasado fuiste cartero y tuviste varios otros oficios para nada relacionados con la música. ¿Cómo es un día normal para ti? ¿En qué momento te dedicas a componer?

– Ahora trabajo en un taller de enmarcado de obras de arte. Me levanto en la mañana y voy para allá. En la tarde, después de la pega, y en la noche trato de crear algo. También los fines de semana. Si no es música, algo relacionado. Gestiones y cosas así. Ahora paso menos tiempo componiendo. Antes pasé por períodos donde no tenía trabajo y estaba siempre en eso.

– Es evidente que tu estilo tiene muchas influencias, pero se la asocia más a la electrónica. ¿En que momento comienzas a familiarizarte con esta música, a escucharla?

– Hace años ya. En los ’90 me apesté del rock. Cuando chico me gustaba el hardcore, el punk, el metal. Después pasé a lo “alternativo”, me metí en el post-rock y, en paralelo, con la electrónica abstracta tipo Warp. Ahora no hay un estilo que me deje loco, en realidad escucho poca música. Discos completos, no. Lo electrónico viene de las cosas que oía cuando pendejo. En realidad, lo que tengo es la información acumulada en esos años. A veces sampleo cosas que ni escucho: una parte de una canción que encontré buena, una artista de los ’70, cualquier huevada.

– Tu identidad como músico también es una mezcla de esos sonidos. ¿Te identificas más con la electrónica, con el pop, o te sientes aparte de todo eso?

– No me identifico con ninguno, pero el camino del pop me acomoda más. Creo que se abusó un poco de lo experimental y ahora hay huevones que dan lata. Pueden ser ellos o mil tipos más. Mira el noise: suenan todos iguales. Creo que puedes decir más con el pop porque es un formato simple, rápido, directo. Yo sé que quiero hacer canciones, me gusta el formato. Y eso exige tener algo que pegue directo, que se impregne. Es un desafío.

– Tu música, al ser instrumental, carece de mensaje directo, pero los títulos de tus temas juegan con clichés e ironías de la cultura popular. ¿Qué te interesa de todo eso?

– A mí me cuesta mucho separar mi obra de mi vida personal. Todos esos títulos tienen que ver con algún momento de la vida cotidiana. Me gusta eso. Algo que escuchaste, te llamó la atención y te cagaste de risa. Así, de alguna manera, mandas un contenido que no existe verbalmente. Entonces le pones un título, porque las letras igual son engañosas. Si tiras sólo una frase, está sujeta a interpretación y es más abierto. No es dogmático. Te hace pensar. No me interesa interpretar al pueblo ni esas huevadas, eso es ser barsa. Si viviera en otro país, las cosas serían distintas. Tampoco me interesa representar lo chileno. Yo hablo por mí.

– ¿De donde nacen las ideas, la inspiración para crear tu obra?

– Por un lado está, como te decía, la inspiración cotidiana. También hay días en que aparece esa energía creativa, en que tienes que componer lo que sea y muchas veces el trabajo te lo impide. Para crear busco cosas que, de alguna manera, ya existen. A veces, un fragmento de algo que oíste te lo dice todo, te dice “aquí tienes la canción”. Es todo muy libre. Si me pusiera horarios, quizás no haría nada. Lo que más disfruto de ser músico es ese proceso. Cuando termino un tema me siento eufórico, ¡la raja! Me dan ganas de tomarme un copete, es como un descanso.

INDEPENDENCIA COMO ESTILO DE VIDA

– “Historial de Caídas” fue un disco bastante autobiográfico y su título da una idea sobre lo que hay detrás…

– Más que tener claro lo que es un álbum, lo que quiero es sólo hacer música. Expresar lo que tengo en la guata, decirlo, desahogarme. Me cuesta separar mi obra de lo personal, son como lo mismo. El primero sí fue autobiográfico, pero no porque lo haya buscado. Era inevitable. Lo hice después de cosas malas que me pasaron, fue un resultado de eso. Fue un momento en que caí en un hoyo, salí y me encontré con este proyecto. Fue mágico. Una de esas situaciones en la vida en que dices “¿Qué hago ahora? Esto. Esto es lo que tengo que hacer”.

– Desde hace unos meses estás componiendo temas para un nuevo álbum. ¿Has pensado algo acerca del concepto, en relación al anterior?

– Antes dije que iba a estar listo a fines de este año, pero no se pudo por tiempo. No hay nada planeado. Después de que el disco se completa, trato de entender lo que es, intento descifrar qué hay detrás. Pero el proceso no es muy pensado; más bien, dejo que fluya. No podría definir cómo va a ser mi próximo trabajo porque no está listo y me cuesta someterme a estructuras rígidas. Quedo paralizado, no puedo actuar. Cuando está terminado viene el título y lo demás.

– Musicalmente, ¿sigue la línea del anterior o hay sonidos nuevos, ideas que querías probar?

– No quiero que se parezca al anterior. Se va a asemejar en algo, porque lo hice yo, pero me gustaría que el tratamiento del audio y la grabación se hicieran en un estudio. Me gustaría jugar con esas posibilidades, esa interacción. No quiero que sea más profesional, pero sí más real. Que el sonido tenga que ver con el entorno. Con “Historial de Caídas” hice archivos y los pasé para masterizar. Es un juego ahorrativo. Quiero también que la intensidad de la música varíe. Sería más entretenido. No sé que pensará la gente al respecto, pero el álbum anterior, que me gusta mucho, tiene ese pequeño defecto: es como un solo estado de ánimo. Pienso que es demasiado barroco, atiborrado. Quizás eso es algo a corregir. A veces, cuando tienes demasiado es porque no hay una buena idea y metes cosas para ver qué sale. Las mejores ideas son las más simples, directas.

– Considerando que un netlabel tiene una postura casi ideológica al respecto, ¿has pensado lanzar este trabajo físicamente, o quieres seguir regalando tu música por Pueblo Nuevo?

– Estoy en una encrucijada. Quiero seguir en un netlabel, porque tengo alguien que me ayuda a difundir. Pero también quiero sacar lucas y hay sitios como Bandcamp, por ejemplo, donde pones tus canciones y cobras lo que quieras, pero nadie te apoya. No tienes un grupo de gente que de repente te invite a tocar, cosas así. No sé todavía cuál será mi decisión. En Pueblo Nuevo tienen una postura casi política con el tema de la música gratis y me gusta, pero ése es un lujo que te puedes dar cuando te entra plata de otras formas. Yo tengo que estar trabajando en cualquier cagada. ¿Quién no quisiera vivir de la música? Más que una carrera, quiero sustentar un estilo de vida. No someterme a hacer huevadas que no quiero, ir a lugares que no quiero o cumplir normas.

– También has dicho que te gustaría salir al extranjero, por la pocas oportunidades que un músico como tú tiene acá. ¿Ves como una posibilidad real irte en el mediano plazo?

– Si en este momento tuviera lucas para irme, me voy. Estoy tratando de mostrarme harto acá para poder llegar a eso, pero no sé si va a pasar. Aquí no están las chances para lo que quiero, no hay mercado. Mi música no es realmente pop, es una huevada rara, y sé que nunca me va a ir tan bien. No va a pasar de una palmada en la espalda, una invitación a un festival y que te paguen cada dos meses. Tampoco sé si sería tan apreciado afuera. Al ser instrumental, mi mensaje no es tan directo y puede entenderse en cualquier parte, pero no sé. Por lo menos, después de “Historial de Caídas Remixes” (2011) se generó buena onda con músicos y gente de afuera.

– Pero te están invitando a eventos más masivos: Primavera Fauna, Mutek, Lollapalooza Chile.

– Lo de Primavera Fauna estuvo muy bueno. Lo pasé muy bien, fue una buena apuesta. Si te fijas en Maquinaria, por ejemplo, traen a puros grupos de los años ’90. ¡Hasta cuándo! Pero no sé si esas invitaciones son por el trabajo que he hecho o por mi música. Creo que ha sido una mezcla de ambas. Traté de hacer un buen disco y me he movido harto. También tiene que ver con que están pasando más cosas acá. Hace unos años no había festivales así. Responde un poco a todo eso.

– ¿Qué te parece la oportunidad de tocar en Mutek? ¿Te gusta?

– Me gusta, porque si hablamos de eventos de proyección internacional, éste es el más importante. Además, ahora es algo mucho más grande y variado. Está Mostro, De Janeiros, no es el punchi punchi clásico. Tienes un abanico más grande, más actividades. Es interesante, cualquiera quisiera estar ahí. Me dijeron que no hay backline, así que no sé si toque en el mismo formato. Pero sí estoy preparando un show audiovisual. Algo distinto.

– ¿Hay músicos extranjeros dentro del cartel de Mutek que te gusten?

– Nicolás Jaar. Lo poco que he escuchado, me gusta, aunque esté como de moda. ‘Mi Mujer’ es muy buen tema. Pero no conozco a todos. Cacho a Pole, a Deadbeat. Otro extranjero que me gusta, al que deberían traer, es James Blake. Es seco. Aunque hubiese cobrado lo mismo que Jaar. Me gusta la mezcla que hace, reinventar el soul con ese ambiente enrarecido, con el dubstep. Además, todo tocado en vivo, las polifonías vocales… Es la zorra.

LA ERA DE LA SENSIBILIDAD

– ¿Qué estás escuchando últimamente?

– Me gusta Arthur Rusell, por ejemplo, pero no te sabría decir más. Sólo escucho Radio Duna en la tarde. Cuando me ha tocado poner música he revisado discos, pero me ubico más dentro de lo chileno. Me gusta lo que hace Michita Rex. Me gusta Protistas, porque se desmarcan de esa tendencia media “femenina gay” que domina la escena del pop independiente, característica de Adrianigual, el mismo Gepe o Fakuta. Los meto dentro del mismo saco. Protistas le encuentra una cara distinta a eso, más rockera, masculina. No lo digo peyorativamente: es sensibilidad masculina.

– Se ha hablado mucho del llamado “boom del pop chileno” y el éxito de artistas como Javiera Mena o Dënver en el extranjero. ¿Es merecido o crees que es más un fenómeno comercial?

– Es un fenómeno comercial, pero también es merecido. Responde a una estética que se consume mucho en España, Argentina, y que corresponde a una generación en particular. – Ese pop de sintetizadores. Hacen canciones potentes, igual. No me extraña que les vaya la raja allá. Los Dënver, por ejemplo, no me gustan. Pero son buenos. Antes teníamos un sello, Neurotyka, y tocamos varios veces juntos. Siempre supe que les iba a ir bien porque hacen buenas canciones, pegajosas. No es lo que me gusta ni lo que quiero hacer, pero sí metería a la Mariana a cantar en un tema mío, en un contexto distinto. El boom del que hablas tiene que ver con ese espíritu “ingenuo, femenino, gay” que se ha apoderado del momento. Estamos en la etapa de lo sensible. La época de la agresividad y la mala onda pasó. Y me parece súper bueno, porque la testosterona destruye el planeta y no hay nada más latero que un huevón agresivo y malo. Una lata.

– ¿Tienes algo planeado para el 2012?

– De seguro sacar el disco nuevo. Ya se ha dilatado mucho. Además, me dieron fecha de término en la pega: fin de año. La raja. Me voy a dedicar a esto, porque el trabajo me quita tiempo y energía, llego a la casa y sólo quiero dormir. Va en contra de mi labor creativa. He pensado desarrollar más lo audiovisual. Estoy al debe en eso. Quiero hacer, si es posible, videoclips más pro. También tengo ganas de tener músicos en vivo. Vocalistas, me gustaría. Por ahora estoy trabajando con bajista y tecladista. Quiero formar una pequeña banda, ampliar la propuesta, darle más vitalidad. Toco todo en vivo, pero sería más atractivo visualmente. Más entretenido, energético. Además, ocupo tanto sampler, que meter más voces e instrumentos reales le daría más peso.

– Para terminar, pensemos en el futuro más lejano: ¿qué música te ves haciendo en cinco años?

– Definitivamente algo distinto respecto a mi obra. Me carga la inmovilidad. Pero no sé qué estaré haciendo, exactamente. Quizás trabajar con músicos en vivo, ocupar más voces, invitar gente a cantar. Incluso hacerlo yo. Por ahí va la cosa, creo. Quiero tomar caminos inesperados.