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Luciana Campos: El refugio abstracto de la música

Luciana Campos: El refugio abstracto de la música

La compositora chilena presenta su primer disco, Armado/Desarmado (2023) este miércoles 4 de octubre a las 21 horas en el club Thelonious del barrio Bellavista en Santiago.


“Me encontré como en una cápsula”, compara Luciana Campos para describir la experiencia del estreno en vivo de su primer disco. “Estaba ciega y sorda”, grafica también, y así era posible verla desde el público, con imágenes proyectadas directo a su cara y con audífonos para escuchar las bases electrónicas que sustentan esa música, titulada Armado/Desarmado.

Si parece una prueba de laboratorio es porque en parte lo es. Iniciada en estudios de batería de jazz y de música experimental en Buenos Aires entre 2012 y 2017, Luciana Campos propone una composición en buena medida instrumental y lejos de las convenciones de la canción, tal como la presentó el 8 de septiembre en un auditorio santiaguino. Tanto así que incluso una disfonía declarada apenas horas antes pudo ser parte de la propuesta sonora del concierto.

—Dije “¿y qué pasa si siempre me pongo disfónica antes y mi voz muta?” –recuerda—. Como es mi composición, al ser tan personal el proceso da para esa experimentación. Por eso decidí no cancelar (el estreno). Cuando hice acá en mi casa la maqueta de uno de los temas, ‘Barrer la calma’, estaba absolutamente disfónica y me encantó así. Cuando la grabé para el disco traté de susurrar y emular un poco la disfonía, y bueno, después me quedé disfónica de verdad y estaba perfecto. Pero sólo para esa canción.

La voz no es sinónimo de primer plano para esta compositora. “Es una opción, porque me fijo más en los instrumentos. La voz viene después, como una herramienta para decir ciertas palabras puestas ahí rítmicamente”, dice Luciana Campos, y así lo hará en la segunda muestra del disco, el miércoles 4 de octubre a las 21 horas en el club de jazz Thelonious, de calle Bombero Núñez 336, barrio santiaguino de Bellavista, con boletos en cuatro mil pesos. 

Grabaron el disco y estarán en vivo Valentina del Canto (violonchelo), Araucaria Luna (flauta), Jorge Reyes (vibráfono y marimba) –suplido ahora por Tomás Moreno–, José “Cotelo” Jiménez (bajo) y Luciana Campos en batería, pad electrónico y controlador midi. “Es un concierto para vivir la experiencia musical y visual más que para conectarse con la persona detrás. Mi interés no es tanto mostrarme”, define ella. “De hecho me encantaría hacer algo así como Gorillaz, donde no exista yo. Que esté la música y ya, para concentrarse en la propuesta”.


Banda sonora del apego

Motivado por la experiencia del nacimiento de su primer hijo en 2022, Armado/Desarmado fue concebido por la autora para un grupo de instrumentos acústicos más el programa de composición digital Logic y la participación de la audiovisualista Victoria Giesen en vivo.

“Salió porque me gusta trabajar con instrumentos clásicos, además de apretar botoncitos, de escaparme de ese miedo de conservatorio y poner una cosa medio gritada que te dan estos programas, y que para mí básicamente es jugar”, explica Luciana, y justo con ese verbo coincide el juguete electrónico sampleado en el tema ‘Estación’, tal como en otra composición, ‘Nacimiento’, se oyen los primeros latidos del corazón de su hijo.

—El juguete es lo que uno escucha constantemente en los primeros años de madre –dice—. Es tu banda sonora. Y en lo de los latidos no sé si “divertido” es la palabra, porque yo estaba en trabajo de parto, y después de doce horas de trabajo de parto terribles, cuando ya tenía la anestesia y estaba más estable, me pusieron una banda en la guata que marca los latidos del bebé. Y eso se escucha. Y entonces ahí, entre mi delirio y todo, le dije a mi pareja, que es el bajista de la banda (José Jiménez), que grabara los latidos, “porque quiero hacer la entrada del disco así”. Y después de un tiempo hice el inicio del disco y empecé a componer con eso.

—Doce horas de parto: ¿esa experiencia da para hacer un disco aparte?

—Totalmente, de hecho qué buena idea. Pero es para película de terror. Es precioso lo que viene, la maternidad, pero el sistema de salud… eso ya es meterse en otro tema, el sistema de salud no está preparado para entender a las mujeres en su parto. Está muy atrasado.

—Igual es otro tema pero ¿hablémoslo?

—Es porque está todo centrado en el patriarcado básicamente; centrado en el doctor, en las formas. Uno debería parir en cuclillas, parada, mover el cuerpo, que el bebé esté también en movimiento, que sea algo orgánico. Y te ponen anestesia, te dejan acostada, en la cesárea te ponen un paño abajo de la cara y no ves a tu bebé, no puedes darle la teta, te lo ponen y te lo devuelven en una hora. Tuve a nuestro hijo en un hospital público, porque confiaba en esta tradición de lo público, queríamos no endeudarnos en una súper clínica… pero el sistema te lleva a tratar de ganar más plata para tener una mejor vida, y qué es mejor vida: que te puedan poner a tu hijo en la teta cuando nace. Hay clínicas que tienen un espacio de parto respetado, porque respeta el apego del bebé, y donde pagas dos o tres millones de pesos para que dejen a tu guagua hacer apego. 

—Que se llame parto respetado evidencia más el contraste.

—Por supuesto. Hay todo un tema en los partos. La cesárea en Chile es absurda, yo no la quería por ningún motivo. Estuvo lleno de esas cosas. Me quedé enojadísima con el sistema de salud. Sí hay un trauma, pero la existencia de un hijo es hermosa y uno termina amando esa existencia más que el cómo apareció. 


El arte de armar (y desarmar)

Ya es posible ver el video de la canción que da título al disco Armado/desarmado, obra de la realizadora Victoria Giesen, y, para más detalle, en el comunicado del estreno Luciana Campos escribe sobre contrastes entre “lo formal y lo informal, apretado y suelto, cabeza y ojo perdido, amor y pérdida de la materia”, a tono con el título dual del álbum.

—Eso si bien el disco no trata sólo de la maternidad –precisa–, porque también son los procesos internos, la irrealidad, la pérdida de la conciencia, la falta de sueño, las hormonas vueltas locas. Todos esos procesos son súper rudos y a la vez hay un amor pero absurdo de grande. Creo que la maternidad está en una fantasía romántica y las mujeres poco hablan de lo doloroso que es el parto, de la violencia obstétrica, de la soledad, de cómo cambia el cuerpo. Tú cambias, pero no sólo te conviertes en esta madre amorosa, protectora, sino que también te duele. Física y mentalmente. 


—¿Es casi como el disco fuera un documental de esa experiencia?

—Sí. Cuando empecé estaba metida absolutamente en el estallido social, ése era mi foco, quería que fuera algo político, social. Después vino la pandemia, estaba todo este dolor post-estallido y pensé en hablar del quiebre, de tantas temáticas potentes y globales en las que uno quiere ocupar esta herramienta del arte para decir algo, aunque nadie escuche. Necesitaba purgar todas estas injusticias. Y me embaracé (en 2020). Y fue un cambio de eje. Encontré otro mundo, también lleno de injusticia, de diferencias sociales, finalmente muy político también. 

—¿Hay un arrojo especial en que sea el propio cuerpo el que encarna esos procesos?

—Y hay una necesidad además, como es el arte: puede ser impulsado por una idea racional o solamente por lo que te está pasando, por jugar, por tener también un escape a lo abstracto. Suena medio depre, pero si uno ve cómo está funcionando la vida es súper doloroso, entonces la música también te da ese refugio abstracto, un lugar seguro, un mundo que te hace un cariñito. Me imagino que todas las artes tienen ese lugar de protección.

Directoras y audiovisualistas

Nacida en Santiago en 1986, Luciana Campos ya estaba escuchando a los doce años cassettes de pianistas de jazz como Bill Evans o Art Tatum a fines de los años noventa. Luego en su estadía bonaerense tomó clases con el baterista Pepi Taveira y el compositor Ricardo Capellano en el conservatorio Manuel de Falla, y de esa época son Arelis Marelbi y los Transportados, grupo con el que grabó sus primeras composiciones en un disco de igual título en 2014.

Años antes de la vuelta al país natal en 2017 se había unido en Chile a la banda Atento Facuse como baterista y fue parte del primer álbum de ese grupo, Distorsión tropikal (2015), así como grabó también en el disco Seis pájaros (2016), de su padre Daniel Campos, mismo autor difundido en los años ochenta por canciones como ‘Siempre tú serás’. 

—Fue lindo grabar con un señor súper exigente, mi padre –recuerda–; tuve que tocar al pie de la partitura. Conocí la música contemporánea por mi papá, Steve Reich sobre todo y el rock progresivo, y creo que mi disco tiene mucho de la influencia de lo que escuché en mi casa. También tengo una forma de cantar que podría ser que venga más de la trova. 

Parte del repertorio de Luciana Campos es su música para los cortometrajes “Héctor” (2019), de Victoria Giesen, “Desierto” (2023), de Camila Ramírez; y el venidero “María mar” (2023), de Rocío Huerta. “Trabajar con mujeres es algo que busco”, dice, “por eso están Valentina del Canto y Araucaria Luna en la banda; si bien son secas también me interesa potenciar a las mujeres en el arte. Que me llamen directoras y audiovisualistas es re importante para mí”.


Esa línea se remonta hasta la obra de teatro “Muestrario de lo inexacto” (2015), de la directora Isidora Oyarzún, de la que participó en Argentina. “Mira, ni siquiera me había dado cuenta de que todas eran mujeres”, saca la cuenta Luciana Campos, junto con reservar un crédito especial a la mezcla del disco, hecha por el músico Álvaro Jiménez, del sello Matraz Records, y al trabajo junto a su compañero José Jiménez. “En en esta vida de padre/madre, donde me encerraba a componer y trabajar, esa conversación hogareña con él también fue súper importate para el proceso de Armado/Desarmado”.

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Luciana Campos en vivo

Miércoles 4 de octubre, 21.00 horas. Thelonious, Bombero Núñez 336, Recoleta, Santiago. $4.000, reservas en [email protected] y en +562 2735 7962.