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Florence + The Machine: todas las flores para la madre

Florence + The Machine: todas las flores para la madre

Hipnotizante, liviana, mágica, fresca, atrapante. Sería muy fácil enumerar una larga lista de calificativos positivos para Florence, quien junto a su máquina que funciona como reloj suizo, nos hizo cerrar otro Lollapalooza con toda la elegancia que la inglesa puede regalar.

Sin ser un arduo seguidor de Welch y su banda, cualquiera que haya estado presente no podría negar que el show de los músicos es de excelente factura, funciona a la perfección, y no llega a ser técnicamente plano: es un ritual donde la vocalista hace su papel de maga sin titubear. Entre los movimientos de sus brazos y la facilidad con la que su cuerpo recorría el escenario de un lado para el otro sin perder en ningún momento la limpieza vocal que presenta -característica que ya se quisieran las princesas del pop del 2000-, cada canción se transforman en magia.

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Si hubiese que encontrar un punto negro a este cierre de oro, nos planteamos algo difícil. El VTR stage recibió a la reina de las flores, y se las merece todas, porque lo que hace es pasional y real, y el resultado es una combinación de entrega desde las tripas y el corazón que se fusionan con la calidad indiscutible de la cantante, tanto como en su voz como en su interpretación. Florence, da gusto observarte.

Sin duda, Lollapalooza regaló un cierre digno de cualquiera de esos festivales que nos gusta envidiar cuando revelan su cartel. Puntual, prolijo, e ideal para todos: los más arriesgados agotaron sus últimas energías dando brincos en ‘Dog Days are Over’, mientras que el resto tendió su manta en los pastos y se abrazó bajo la cortina de amor que Florence + The Machine creó en el ambiente. Hasta con una reversión de ‘All You Need Is Love’ de Los Beatles incluida.

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Eso sí, llama la atención que durante la primera hora de show el público congregado era menor al de Noel Gallagher’s High Flying Birds o Die Antwoord, que se estaba presentando a la misma hora, considerando que este era el último espectáculo de la edición 2016. Los asistentes se repartieron de manera más equilibrada entre Florence, Die Antwoord y Kaskade, algo que no había sucedido de tal manera en años anteriores.

La postal que queda de este cierre es aquella primera cita del público local con una verdadera madre, un espectáculo romántico, en el que la banda se llevó todos los aplausos de las portadoras de coronas de flores que, por fin, lograban ver a esa figura etérea, cuya sola presencia hizo sentir a una explanada del Parque O’Higgins amada.

*Fotos por Nicole Ibarra. Revisa las postales de todo el día en nuestro álbum.