Dentro del mundo religioso, una de las formas de conectar con la espiritualidad durante siglos, además de las oraciones y predicaciones, es a través de las canciones; con melodías simples o algunas con letras que hablan sobre sentimientos, necesidades, y de la conexión en comunidad para reconfortar el alma tanto en la felicidad como en la tristeza.
Bajo esta premisa, lo que sucedió en el reciente y esperado show de regreso de Oasis en Chile, que tuvo una única presentación en el país, fue más que un simple concierto. El espectáculo de Gallagher y compañía trasciende el análisis técnico, el setlist o qué tanto hablaron los integrantes.
Desde que nació Oasis, la banda logró conectar de la forma más pura con la gente, basándose en canciones directas y guitarras con solos no pretenciosos, logrando entender un contexto social de la época que incluso se repite hoy. Más allá del arrollador éxito, logró conectar de una forma espiritual a la Inglaterra post gobierno conservador de Thatcher, hablando de lo simple, reconfortando desde el mundo obrero y llegando a otros estratos sociales, como si se forjara una religión con una fe en sus composiciones, y por supuesto traspasó a otros países en una época donde internet recién asomaba y era lejano para la gente común, por lo que tampoco había redes sociales y plataformas digitales de música; su extensión se formó en base a conciertos intensos, ventas de discos, rotación radial, apariciones en diarios y tv, y por supuesto el boca a boca de los fans que predicaban las letras de los Gallagher.
Su llegada ocurrió en un momento crucial, tomando la batuta que dejó The Stone Roses donde había un vacío profundo, Liam, en particular, adoptó elementos trazados por Ian Brown y los perfeccionó en una nueva imágen de los que debe ser un rockstar, mientras Noel como sabemos, comenzó a sacar referencias desde The Beatles en adelante, forjando una identidad conocida pero renovada para una juventud que necesitaba una nueva voz.
Esta religión no sólo sobrevivió a las míticas peleas entre Liam y Noel, también a la separación del 2009, donde se comenzó a traspasar a nuevas generaciones, como si fuera lecciones de libro religioso. Estos nuevos jóvenes abrazaron los temas de Oasis como si les estuviera también hablando a ellos y también crearon ese lazo espiritual, tuvieron fe en las canciones.
Es por eso que el pasado 19 de noviembre en el Estadio Nacional, el concierto de Oasis fue una peregrinación de fieles que estuvieron esperando la nueva venida de los fundadores de la religión. La mayoría de los fans llegaron en su mayoría con sus uniformes como si fuera religiosos camino a un culto, traducido en las vestimentas Adidas (con logo o sin logo de Oasis) o sus versiones pirata, como también camisetas del Manchester City, poleras con logos de Oasis en sus diferentes variantes (con Snoopy o los gatos peleando), gorros bucket, incluso con chaquetas o parkas tratando de emular a Liam.
El show de casi dos horas, traducido en 23 canciones, fue lo justo y necesario para reconfortarnos, para emocionar, para sentir que era una sintonía en común, que todo estaba bien independiente de lo que te había pasado en ese día, y quizás a los desconocidos que estaban alrededor se vieron como hermanos, estuvimos felices, fue espiritual.