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A diez años de Gepinto

A diez años de Gepinto

Algo que dice mucho de Gepinto, es que todos los consultados se mostraron entusiasmados al hecho de ser enfrentados a este álbum. En las respuestas se repitió más de una vez el “gracias por hacerme volver a escucharlo”. También la mayoría dijo que ‘Los Barcos’ era su canción favorita. Este disco es un clásico, es importante, porque representó una nueva forma de hacer las cosas. Representó valentía, las ganas de romper con algo que ya estaba preestablecido y es un registro invaluable de su tiempo. Escucharlo, es escuchar las nuevas ideas y motivaciones que aparecían por las salas de ensayo y los pequeños locales en donde se veía música hace diez años atrás.

Para hablar de Gepinto, contactamos a periodistas, a una de las directoras del documental Al Unísono, compañeros y personas que han trabajado junto a Daniel Riveros a lo largo de su carrera.

Rodrigo Alarcón – Periodista y conductor de Radiópolis

“Gepinto es como la última frase en el primer capítulo de la música de Gepe. Ese capítulo, para mí, parte con un concierto que se hizo en 2004 en la Sala Master de la Radio Universidad de Chile, en el cual teloneó a Les Ondes Martenot y donde por primera vez vi copias en CD-R de 5X5. No debieron ser muchas, pero me acuerdo que al final del concierto ya se habían vendido todas y ahora lo atribuyo a la impresión que provocó, a quienes lo habíamos visto en Taller Dejao y a quienes no lo conocían. De esa misma etapa recuerdo otros conciertos -en la misma sala- o entrevistas en los que Gepe hacía cosas que en ese entonces parecían un poco extrañas: cantaba a capella o apenas llevando el ritmo con golpes sobre el piso de madera; se sentaba con un metalófono en las piernas y tocaba ‘La enfermedad de los ojos’; juntaba charangos y compases de tres tiempos con efectos electrónicos; hablaba de los cantos campesinos, de los valses chilotes, de Gabriela Pizarro y Margot Loyola”.

“Luego se habló de una generación de cantautores, del folk (¿?) y de muchas cosas, pero en esa época todo parecía menos encasillado y Gepinto es un reflejo de eso. En su momento, parecía un intento por hacer algo más profesional, pero aún contenía todo aquello que habíamos visto y escuchado antes. No por nada, supongo, en el disco lo acompañan sus antiguos compañeros de Jacobino Discos. Había una cierta ternura, una espontaneidad, un atrevimiento y hasta una rara elegancia al hacer e interpretar canciones como ‘Nunca mucho’, ‘Los barcos’, ‘Torremolinos’, ‘Los trapenses’, ‘El gran mal’ o ‘Guinea’. Muchas de esas letras, además, tenían algo enigmático y supongo que en ello radica parte del atractivo que conservan hasta hoy. A la distancia, parece bonito que Gepinto también se haya presentado en la Sala Master. Una historia circular”.

 

Rosario González – Audiovisualista y directora del documental Al Unísono

Escuché el Gepinto durante 3 años seguidos, mientras editábamos el documental “Al Unísono”; después de aquello me fue imposible volver a escuchar a Gepe con la misma emoción. Fue un período muy bello, porque sus canciones eran súper inspiradoras y profundas, e incluso el arte del disco tenía un atractivo que no se podía dejar pasar. En ese tiempo en que las cámaras aún no inundaban las salas de concierto, poder grabar hacía todo más emocionante y, grabar a Daniel con su banda el día del lanzamiento, sí que lo fue. Estoy muy agradecida de que nos hayan permitido registrar su talento”.

Felipe Arratia – Periodista

“Daniel Riveros es un valiente que se acostumbró a dar saltos sin red. Apostó por cerrar la historia de Taller Dejao, se inventó una nueva identidad y decidió crecer en público. Gepinto es el primer testimonio de esa ética de trabajo. Con una fe ciega en sus canciones, las liberó con escaso ropaje, precarias, frágiles, tal vez incompletas, mas no livianas”.

“¿Alguien sabe bien de qué hablan las letras de Gepinto? Creo que no. Y sin embargo, todos intuimos que hay melancolía, vacío y añoranza. Parece como si esos textos hubieran emergido por generación espontánea, como si siempre hubieran estado ahí. Por otro lado, Gepe trabajó con instrumentos y sonoridades de nuestro folclore, pero no enarboló una bandera ni pretendió ir al rescate de una tradición. Lo que lo movió fue su necesidad de expresión, y para ello tomó lo que tenía a mano para conseguirlo”.

“Gepe es un artista en evolución permanente. A la luz de su presente, las canciones de Gepinto hoy lucen distantes, como una antigua foto en la que nos cuesta reconocernos. Pero ese hito primario fue el gran impulso para una carrera plagada de momentos bonitos, que también ha inspirado a otros a creer tenazmente en sus creaciones y si es necesario, dejar atrás tu vieja banda, tu estilo previo e incluso tu nombre”.

Patricio Alfaro – La Vitrola

“Yo, bizdrako. Ella, blurcita_nikihead. La canción ‘La Enfermedad de los Ojos’. Mi nick de msn “el blanco pa’ los manchones y el celeste pal’ cielo“. Cada vez que suenan las primeras notas de metalófono me llevan hace casi 10 años atrás. Las primeras salidas, los primeros besos y el primer te amo que nos dijimos en esa esquina de La Florida. Y desde ahí que nunca más nos separamos. Ni el disco de nuestra historia, ni nuestra historia del disco”.

Macarena Lavín – Periodista

“Fue como tomar aire fresco. Veníamos escuchando Los Tres o Los Bunkers haciendo versiones de Roberto y Violeta Parra, respectivamente. Acá lo que se escuchaba en Gepe era tomar elementos folclóricos con el pop e integrarlos vívidamente en su música, sin recurrir al cover o sonar nostálgico, sino que más bien muy actual. Algo parecido fue lo que estableció Matorral por la misma época. Fue el comienzo de una generación sin prejuicios musicales tan propios de los 90s, que nos dio una lección a todos, en realidad. Mirándolo en retrospectiva es bien obvio que fuera a liderar una nueva generación el mismo. Después de este disco, dos años después vino la proliferación de solistas de todo tipo de música (folk con guitarra, o con sintes). Así de fuerte fue la influencia”.
“Dentro su discografía lo considero como la base de su carrera. No solo por ser el primero, sino que la mezcla del pop y cualquier tipo de folclore son lo que sustentan casi todos los discos (a excepción del Hungría, diría yo)”.

Pablo Medel – Periodista

“Lo primero que hay que decir es que Gepinto no se parecía a nada de lo que se venía haciendo en materia musical ese año. Los que conocíamos Taller Dejao sabíamos que Gepe estaba manifestando, parafraseando el tema que abre el disco, síntomas de otra enfermedad. Una forma de abordar la música folclórica de forma más libre, menos apegada al canon postal, sin ninguna pretensión. Metalófono, charango y acordeón conviviendo sin prejuicios con kaoss pad, syntes y guitarra eléctrica. Gepinto vino a complicar a los entendidos en música escapando de las etiquetas; folk retro, trova indie o neo folk. En eso radica la importancia de Gepinto, por eso suena – a diez años de su edición- a música actual”.

Daniel Hernández – Federación de Universos Pop

“Conocí a Gepe con 5×5 porque, por cosas de mi biografía, mi relación con Chile se remontaba a unos años antes y estaba muy interesado en todo lo que ocurría en la escena indie que comenzaba a bullir de manera intensa, tras el agotamiento de las propuestas de los ’90 y el sabido desastroso final de la relación de las multinacionales musicales con la música chilena. La cuestión es que en este desolador panorama, la aparición de cosas como Gepe, Televisa o Les Ondes Martenot sólo podía ser una bendición. Cuando Gepe edita Gepinto, todo lo apuntado en 5×5 se confirma, multiplicado por un millón. Yo estaba fascinado por el disco y escribí un e-mail a Quemasucabeza, para ver la posibilidad de hacer algo con el disco en España. Me comentaron que el disco iba a salir a través de Astro y me alegré. Recuerdo ir a ver a Gepe a un Live in the Living junto a Mist y luego a ambos, junto a otro grupo del sello asturiano, Ciudadano, en el Café de la Palma. Allí comenzamos a hablar y al comentarle que había intentado sacar su disco o que me gustaría tratar de hacer algo con Javiera Mena, fue al camerino y sacó un par de copias del Esquemas Juveniles, para ver si podía moverlo por España. En aquel entonces se seguían haciendo (o al menos yo) los mixtapes y no había uno que yo regalase, en el que no entrara una canción de Javiera. No pudo ser entonces, pero en la época de Audiovisión, tuvimos la oportunidad de trabajar juntos. Hasta se llevó de regalo un gran mordisco de mi gato Momo, al que no le hacía gracia que nadie se quedara en casa más de una noche”.

“Gepinto es un disco que tiene algo de timidez e introspección pero, a la vez, mucho de genio y ambición. Gepe podía ser ese chico tímido, al que le costaba expresarse en las entrevistas, con aire de estar siempre en las nubes y que este mundo no iba con él, pero ese disco está lleno de composiciones con letras poliédricas, que uno puede interpretar diferente, en diferentes momentos. Lo espartano de la producción, además de seguir una tradición muy chilena, no se siente como falto de medios. Aún faltaba tiempo para que Gepe construyese los edificios que son sus canciones posteriores y esa casita en el árbol que es Gepinto, no necesitaba de más adornos. Escuchado ahora, sigue igual de actual, aunque Gepe ya sea otro músico. Por suerte para él y por suerte para todos, por una carrera modélica, probablemente sin parangón ni en Chile ni en ningún otro país de habla hispana, en la última década. Canciones como ‘La Enfermedad de los Ojos’ o ‘Namás’ siguen siendo monumentos en su minúscula apariencia. Gepinto nació con esa extraña naturaleza que tienen los clásicos y el tiempo sólo ha reforzado esa idea. Gepinto es como Corazones,  un disco en sintonía con el momento en que sale (hay que recordar lo de moda que estaba a nivel global el weird folk y toda aquella nueva generación de cantautores aupados desde Pitchfork), pero a la vez con la fuerza y el talento para ser actual en cualquier momento que se revise”.

Marisol García – Periodista

“Fue un disco descolocador, como suelen serlo los buenos discos. No sólo su propuesta era novedosa, sino que fue, en general, un trabajo muy mal definido por la prensa, lo cual contribuyó aún más a la confusión sobre quién era Gepe y qué buscaba. Quizás lo inesperado que resultaba un ex rockero que decía escuchar a Cuncumén y las recopilaciones de Gabriela Pizarro, asoció muchas de sus notas a una suerte de neofolclor, que en realidad no era tal (supongo que él debe haber sido el más incómodo con ese despropósito de «el nuevo Víctor Jara»). Gepinto es un disco con mucha electricidad, hábil en cómo fue levantando atmósferas diversas y frescas (a veces, con ayuda de ideas tomadas del campo chileno, es cierto; pero también del indie gringo). Con el tiempo, se puede entender mejor como una suerte de ajuste de Gepe como cantautor, antes de que pudiera sentirse cómodo con un cauce más propio. Es una faceta suya más insegura y monocorde; más tímida, quizás. Me gusta más lo que vino después, cuando fue incorporando osadía y colores. Pero creo que Gepinto fue un disco importante para que el pop chileno se permitiera por un rato tirar ideas sin temor a equivocarse”.

Alejandro Jofré – Paniko

Gepinto es un disco importante, se trata del primer ladrillo de esa pirámide llamada Quemasucabeza, y es único, incluso dentro de la discografía del propio Gepe. Entiendo que es el único de sus trabajos que no suena en los supermercados, aunque a estas alturas no sabemos muy bien qué significa eso. En Gepinto hay rasgos de folclor chileno, así como hay algo del dinosaurio en el ave. Los pájaros que suenan en ‘Los Trapenses’ recuerdan a una banda como Congregación, pero el ruidismo de ‘Nunca mucho’ —que nunca es estridente— parece un filtrado del indie gringo. Gepinto es una mezcla de tradición y futuro saliendo de una guitarra de cinco cuerdas. Gepinto es histórico. Gepinto es y no es una época —a la que cifra—. Cuando Vía X ponía videoclips chilenos todo el día. Cuando Villouta no era musculoso y hacía El Interruptor, con Carola Urrejola. Cuando la Sala Master era gravitante. Cuando pasaban cosas en El Living. Cuando la red social era Fotolog. Cuando no había tipos con celulares en los conciertos. Cuando su música iba de mano en mano por Kazaa y Soulseek. Multiplicándose. Namás.

Walter Roblero – Músico en Congelador

“Lo que más valoro de ese disco es que rescata un momento muy especial e irrepetible. Recuerdo que fue grabado de manera casi artesanal, rescatando la rusticidad de su anterior 5×5, en las casas de Daniel Riveros y mi gran amigo Rodrigo Santis (quien fue ingeniero y productor), con Pablo “Pachi” Flores y Sebastián Sampieri como músicos de su banda”.

“Para mí, lo más hermoso de esa época fue salir de gira con ellos al sur, tocando con Congelador (junto a Holden, The Married Monk, Icalma y Original Hamster). Esos shows de Gepe, presentando Gepinto, eran de una simpleza sobrecogedora; habían segmentos donde tocaban los tres juntos en un formato muy acústico y muy enérgico (con charango, guitarra, algo de percusión, un cerrucho…), pero también habían unos sets donde Daniel se quedaba solo con su guitarra en el escenario. Ahí el hombre le ponía mucho corazón al asunto”.

“Creo que vi todas sus actuaciones en esa gira. En uno de esos momentos solitarios, en un teatro de Concepción si mal no recuerdo, cuando tocaba ‘Los Barcos’, una chica que estaba sentada en la butaca del lado se puso a llorar. Yo ahí pensé para mis adentros ‘pocos artistas son capaces de esto'”.

“Es lo que puedo decir, mis recuerdos de Gepinto están intrínsecamente ligados a las personas que lo interpretan y a sus maravillosas tocatas de esos años. Después ya nunca fue igual y está bien que así sea”.