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Gonzalo García de Planeta No: conocer los nombres de nuestros vecinos

Gonzalo García de Planeta No: conocer los nombres de nuestros vecinos

Gonzalo llega a mi casa para la entrevista. No va a restoranes ni cafés, entonces quedamos ahí. Salen dos gatas a recibirlo y le ofrezco un café. Me asomo con las tazas y las pongo justo al lado de su cuaderno, en la mesa del comedor. Sólo se presentó él y no toda la banda, porque ante el inminente lanzamiento de su disco este miércoles 9 de septiembre en el Cine Arte Alameda, deben multiplicarse para cumplir con todas las tareas.

La juventud. La tensión que existe entre el paso de la adolescencia a la adultez pero no de una forma bucólica, sino puestos en nuestro contexto. De eso trata Odio, su debut en formato larga duración. “Se trata de ese individuo que no puede evitarlo y está entrando al sistema, está dejando de ser un juego, y que no quiere convertirse en esos hueones sacos de huea en diez años más, que te están diciendo cómo es la cosa. Esa tensión es el motivo permanente del disco”, declara García.

“Yo recuerdo haber hueviado mucho con mis compañeros sobre qué música van a escuchar nuestros nietos. Debe ser porque nosotros percibíamos esa distancia, nosotros pensábamos que iban a bailar una hueá que no íbamos a entender ni cagando, obviamente, que iba a implicar sexo a un nivel, onda, cochino, mal, porque esa era la distancia que nosotros sentíamos respecto a la institución”.

-Y esa distancia también se te iba a aplicar a ti en algún momento.

-”Claro, porque así es la vida”.

La carta de presentación de Planeta No fue ‘Señorita’, single publicado el año pasado parte de Matucana EP. En el momento de lanzar el video, el trío compuesto por García, Juan Pablo Garín y Camilo Molina, explicó que esta pieza “exploraba la temática de género y cuestionaba los dominios simbólicos del patriarcado”, todo esto, a partir de una estructura de canción pop. Ese trabajo fue dirigido por Matías Mellado y protagonizado por estudiantes de teatro junto a integrantes del colectivo de disidencia sexual Las Putas Babilónicas, agrupación activa en las marchas estudiantiles del 2006 en Santiago de Chile.

Frente a la acción de plantear este tipo de discursos en su anterior EP y también en Odio, Gonzalo explica que “quizás no es común entre los músicos, pero creo que sí lo es en términos generacionales. De hecho, estar en contra de los géneros es un lugar común hoy, porque son conceptos agotados. Todo está cayendo por su propio peso”.

Lo más atractivo de ser un oyente, de ser parte de una audiencia o incluso de observar cómo se desarrollan las escenas musicales o, yendo a la célula del asunto, las canciones, es que surgen como testimonios de su tiempo, quiera el compositor o no. El creador de una obra se sitúa desde una perspectiva para hablar públicamente sobre algo. “Yo pienso que todo y todos tienen origen y finalidad, no tan lineal, pero eso quiere decir que hay un sentido y eso es inevitable, uno no puede cuestionarlo. Entonces, qué tanto manipula uno su propio sentido, eso está bueno”, explica mientras dibuja círculos y flechas en la tapa de su cuaderno, como intentando llevar al papel su propio diagrama mental.

“Nosotros ayer hablábamos con el Juan Pablo que había notado que nuestras letras tenían una buena recepción y yo pensaba que me voy a demorar mucho en hacer más música, porque las letras están muy malas o son mucho más crípticas de lo que nosotros quisiéramos, pero por algo las hice así también. Obvio que no quería hacer las mismas letras que los Fiskales, pero sí, son testimonios de nuestro tiempo. David Byrne, postula que componer no es un proceso mayoritariamente de un impulso interior hacia afuera, una expresión, sino que una réplica de lo que uno recibe, regurgita en el interior y lo entrega -aunque uno no quiera- para esa realidad que lo rodea. Generalmente, uno hace música para sus pares, para sus amigos, en unos casos muy extraños, para una situación comercial específica, como esos músicos que dicen “mi trabajo es más para los adolescentes” como justificando que no le guste a la persona que está al frente, no sé. Pero es solo un acto de comunicación,como hablar”.

En Odio, además, esa tensión que se explica antes se difumina en diferentes escenarios. Hay una canción sobre el tsunami del 2010, otra sobre Daniel Zamudio, también se habla sobre la depresión adolescente y el amor. “Pero lo más permanente es esa tensión. Eso de decir, esto tengo que jugar. Cómo se redacta esa respuesta, que siempre es muy hermosa, muy poética y que en estos momentos me parece la situación más artística que puedo observar. También es muy espontánea e imperfecta. Me recuerda al folclor, sólo que yo no lo conozco tanto, no lo he estudiado, no me dedico a eso, pero es así de espontáneo, muy raro y es la raja eso”, explica Gonzalo.

-O sea, sin ir más lejos, Violeta Parra destruyó y construyó todo al mismo tiempo.

“Sí, yo tengo un pensamiento marxista para explicar todo”, aunque asegura no ser marxista porque para serlo se debe trabajar por ello. “Las condiciones materiales generan eso, la intención primaria del ejercicio del folclor no es comercial, entonces tiene una libertad hermosa y es la raja, tiene una relación con los moldes en los cuales estamos insertos. En el comercio de la música no lo podemos leer bien, lo anotamos en acordes pésimos, las escuelas privadas de lo enseñan pésimo, tocan unas cuecas horribles, todos los hueones respetando una partitura de una cueca y eso es como algo que no tiene que existir. El hip hop, lo mismo, una persona que lo hace y no tiene intención de ganar plata con eso, entonces queda la cagá. El adolescente hace algo y no tiene la intención de ganar plata porque el hueón ya tiene casa, y ahí queda la cagá. Esa espontaneidad, no sé cuál es la causa ni el efecto, pero ahí está la relación, la persona no quiere ganar plata y aparece una fuerza creadora que deja la cagá, tiene una libertad distinta y es muy bonita, muy bien recibida por el resto, además”.

-Entonces ¿tú crees que es un valor inherente cuando se juntan esas dos condiciones?

“El productor Andrés Godoy dice que es una condición para que surja un estilo nuevo de música. Que es el resultado estético de una tendencia social nueva. Los productores que descubren el grunge lo limpian un poco y lo publican para que lo entienda todo el mundo, los que descubren el blues o el sonido de Mississippi, lo limpian lo graban, lo funan, pero eso pasa. Primero hay una tendencia social que no respeta nada, sale no más”.

Hace años, José Ignacio Benítez, un compositor venezolano, me explicó que su país cayó en una crisis luego de vivir con estabilidad económica gracias al petróleo. Durante esa época difícil, él notó que el sonido de muchos pares había cambiado, pero no sabía por qué. Luego, vio que estaban tocando las cuerdas de la guitarra con más suavidad, así duraban más y evitaban comprar repuestos en caso de romperlas. Es esta una forma indirecta en la que la música se hace de su contexto también ¿cuál crees tú que es la relación entre las condiciones del entorno y el trabajo final de los músicos?

“Los moldes no son a favor ni en contra, las personas viven con moldes, eso que tú dices es un ejemplo directo. Hay mil ejemplos, como la dictadura equis que prohibió la musica en ingles en favor del nacionalismo y surge un montón de músicos buenos, que critican esa dictadura, eso es permanente. Yo creo que es importante cuestionárselo, para ver qué hago yo con eso, esa es mi resistencia, cuál es mi sentido”.

“Chile desarrolla un sistema educativo donde hacen escuelas para cobrar por todo. Como la música no se puede enseñar mucho, solamente enseñan acordes y se crean equipos técnicos la raja, un montón de metaleros virtuosos. Cuando a un país le va bien en un sistema de capital, pierde mucho en lo espiritual. El rap en Chile, por mucho que se citen y se citen antecedentes, no tiene una gran historia y surge la raja. Del pop en Chile, los antecedentes son puntuales y que una banda haya existido hace treinta años es la raja, pero no es la escuela del pop, eso no es cierto. Las cosas sociales como el ejemplo que dijiste tú o las características que te dije yo, creo que son mucho más influyentes en eso”, declara.

PLANETA NO ALTA 006

Una falla de seguridad

Hace un rato me dijiste que tu pensamiento es marxista ¿qué piensas de la deuda que tiene la izquierda en cuanto al machismo y la discriminación hacia minorías sexuales? Ahí también existe una tensión.

“Yo no puedo ser feminista porque soy hombre. Y sí, la izquierda le prende velas a Marx, pero no por eso es lo mío. Estudié en la Arcis, conocí los partidos que se dicen de izquierda, colectivos y no, no me gusta. Obvio que soy de izquierda, pero no me gusta la articulada. Me gusta el trabajo de Allende pero se es súper poco crítico al respecto, la contrahistoria esta ultra buena pero, el mayor historiador en esa línea sería Gabriel Salazar, quien es muy conservador por su crianza católica supongo, se le resbala en sus bellas palabras”, explica riendo.

“Conocí en la Arcis a un ex mirista que es gay y que fue muy rechazado por el MIR, lo explica en un libro de entrevistas también. Le hicieron el vacío porque él representaba  “una falla de seguridad”, eso intrínsecamente incluye que la mujer es una falla de seguridad, supongo, porque debe ser más voluble, más cambiante, onda, si se pelea con su pareja, abandona el mirismo. El homosexual entonces se parece más a la mujer, es un tabú, es un hombre que reniega su condición y se hace mujer, entonces no, pésimo. El patriarcado no tiene relación con izquierdas o derechas,  es una manera de opresión más antigua, mucho más antigua”.

-Pero si en la teoría la ideología política de izquierda -en términos generales- busca la igualdad social ¿no es este tipo de discriminaciones una deuda que aún en el 2015 aún se sostiene?

“Yo de la izquierda no espero nada. Estuve en asambleas en las que Camila Vallejo decía  ‘compañeros yo nunca iría a una elección’. El 2011 completo fue articulado desde el PC para posicionar a ciertas personas y ahora están sacando los créditos de eso a rajatabla. De la izquierda no espero nada. De la partidista, del sistema representativo no espero nada. No busquemos respuestas ahí, yo creo, hagamos pastos nuevos. Va a sonar un poco anarquista libertario lo que digo, y bueno no hay nada de malo con eso tampoco pero, derecha izquierda o salir elegido, no, hagamos hueás nuevas. Pongámonos todos como condición nueva mínima, antes de llenarnos la boca de cómo es Chile, la sociedad o el sistema, conocer los nombres completos de nuestros vecinos, es mínimo. Es retroceder, va a sonar medio jesuita la hueá, pero está bueno, es recurrir a un sentido de colectividad mínimo que no tiene relación con estructuras de poder. Dejemos de cuestionarnos cómo es la sociedad si antes no hacemos eso, quizás es medio naif, medio zapatista, como los cuentos que ellos tenían para enseñar sus ideas”, declara.

“La izquierda del siglo veinte ha sido la fuerza de la historia con corbata, porque básicamente participan en todos los parlamentos, hacen leyes sociales. Yo no conozco las leyes sociales, sólo conozco leyes de ricos para pobres”.

-Bueno, en los colegios ya ni siquiera existe la educación cívica.

“Tampoco hay filosofía, o no llega a cubrir lo colectivo, no se llega a la idea de sociedad menos a la de Estado. En verdad, no hay humanidades porque el sistema educativo que es normalista de origen, se deformó para ser normalista productivo, Gabriel Salazar, siempre dice que las constituciones tienen apellido, no vienen solas, y la nuestra sería como para hacer un estado productivo. Básicamente, que Chile hace cobre para un cliente, que si se rasca un poco la pera antes de comprarnos cobre nos da un ataque de pánico, entonces lo que no sirve para vender cobre, no hay por qué enseñarlo. Las micros son para que las personas viajen para generar dinero, no porque tienen que salir a pasear”.

“Visité el Congreso hace poco por primera y ojalá por última vez. Tienen una placa de cobre gigante atrás, como vigilándolos. Onda “esta es la razón”, hay una no pulida detrás de los diputados y una pulida detrás de los senadores. Está interesante, no pensé que fuera tan explícita la cosa, es todo por eso. No es por nosotros”.

-Creo que todo lo que hemos hablado desde que llegaste hasta ahora tiene que ver con la tensión que se explica en Odio. Por supuesto, con otras palabras, porque es otro código, pero todo este contexto sí está situado en el disco.

“Soy muy crítico con el producto de nuestro trabajo, lo único que es incuestionable es que trabajamos muchísimo. Quisiera que lo que tú dices todos lo dijeran -ríe- pero no me puedo dirigir a todo el mundo. Espero que sea siempre así, que nadie piense que nosotros vamos a aparecer en los Premios Pulsar, no, ojalá puedan ver que hace 30 minutos estaba afuera de un negocio diciéndole al loco que la lámina de mortadela fuera delgadita. Que todos cachen eso. Espero seguir así, no puedo preverlo, pero me gusta este momento”.

“Siento que lo que tú estás describiendo es lo que yo pienso de Los Prisioneros”, ríe y continúa. “Yo soy muy crítico con el trabajo en nuestro disco, no es por echarse para abajo, pero es así”.

-Es que lo atractivo de este trabajo es que es capaz de situarse en un contexto y entregar un discurso en clave pop, un género que incluso tuvo una oleada en el pasado reciente y que fue criticado por diferentes frentes como un espacio de música nueva apolítico, que se mantiene al margen. Y con Matucana EP, con Odio, ustedes dan una vuelta a eso, yo creo.

“Creo que buena parte de las personas a las que no les gusta el pop es, sin redactarlo mucho, eso. La idea de que esta persona podría ser de cualquier lugar y de cualquier momento, y eso está raro. Cuando es algo sin tierra ni tiempo, es rarísimo. Por ejemplo yo renuncié a que eso sea espontáneo en mí porque no lo es, hay cosas que no manejo lamentablemente, pero yo decidí que fuera así. Quizás sería más bonito si fuera totalmente espontáneo, no sé quién lo hace así, en realidad, eso me gusta mucho del rap, que es el folclor más cercano que tengo”.

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Googleamos “Triana”

“El coro de ‘Señorita’ lo hice cuando me cambié de Chillán a Conce y eso fue en octavo básico. No recuerdo si el 2009 o 2010 decidimos que queríamos hacer un disco, vimos los que más nos gustaban que fueran chilenos y salía en los créditos Carlos Barros, como ingeniero, del estudio Triana. Googleamos “Triana”, conseguimos la dirección, toqué el timbre y dije ‘ando buscando a Carlos Barros, quiero hacer un disco’ y me dijo ‘yiaaaa?, tenis demo?’ y yo le dije ‘no, pero quisiera saber cuánto sale’. Me explicó todo, que hiciéramos demos y canciones, etc. Él es como un profe, pudo haber sido muy pesado y para nada. Con el tiempo, hemos modificado mucho las canciones, pero estaba bueno, estoy contento de no haber sacado el disco antes, considero que somos muy trabajadores pero no muy geniales, entonces construimos nuestro trabajo, no son productos como “desperté, grabé esa canción y seguí durmiendo”.

-Entonces, han habido cambios en las canciones, un desarrollo técnico que por supuesto antes no tenían y que también se gana con el oficio, pero ¿qué ves tú como cambio fundamental en este proyecto fuera de lo compositivo?

“Yo creo que lo fundamental es que empezamos y quisimos ser la banda más conocida posible, la más famosa y descubrimos que eso no existe. Que no existe la banda más grande, que esa es una situación falsa que nos enseñaron, que el éxito comercial no es el éxito personal. Esa situación falsa donde los Beatles serían la banda más grande de la historia y el resto somos Los Salieris de Charly; y los gringos hacen música más bacán que nosotros; y nosotros hacemos sombras grises de ese producto tan bacán que viene desde más arriba. Descubrimos que eso no era así. No porque lo estudiáramos, sino porque íbamos creciendo no más y eso rompe estilos. Leímos una tesis que se llama Suena Desafinado (de Valeria Solis), nos desazonó mucho y después de sentirnos mal, nos impulsó a hacer otra cosa. Yo no sé cómo hizo Gepe para hacer su propio camino, pero la vuelta que nos estamos dando nosotros es así, porque o si no, no nos dábamos cuenta ni cagando”.

“Ahora, siento que tenemos mucho conflicto con que nos quiten el control de las cosas también. Yo creo que eso es lo que terminamos aplicando, que hay que hacerlo nosotros. que la gira o lo que sea no lo va a armar otra persona y que nosotros tenemos que pasarlo mal y bien por ello y que después recibiremos los créditos. Que no es solo plata. Eso está bueno, de hecho, he percibido con el tiempo que he perdido control sobre ciertas cosas y que eso me molesta mucho, y mi única respuesta interior es hiper especializarme y tener más control sobre lo que sí conozco”.

-Bueno, pero han decidido delegar cosas. Por ejemplo, ahora trabajan con Pía Vargas en prensa.

“Sí, el año pasado junté como cincuenta blogs, y les escribí a todos, de todo el mundo. Le escribí a Pitchfork. El Camo conocía a la Pía y ahí cachamos que hay gente que hace eso, no dejamos de descubrir cosas. Hace un tiempo Juan Daza nos ayudó a llamar por teléfono para coordinar entrevistas en radio y fuimos. La multidisciplina de la banda me impide, nos impide hacer todo, si pudiera, lo haría. Andrea Téllez envió el comunicado para México, la Pía para Chile y yo de mis cincuenta blogs, les escribí a todos y le volví a escribir a Pitchfork y lo voy a seguir haciendo, no importa que me ignoren”.

“Hace poco conocimos a un posible roadie. Tengo mucha distancia y cuidado con el trabajo de un hombre hacia otro hombre, que es físico, porque hay una connotación con eso… entregar es muy difícil, para mí y para los otros. Entregar el control de lo que hacemos, porque lo construimos nosotros. Si veo un hueón que monta fechas en locales y yo noto que es cuico por ejemplo, soy muy prejuicioso. Pienso que él no va a entender lo que estoy haciendo. Me relaciono hasta cierto punto, donde termina mi barrera personal. Y cuando cacho que una persona trabaja muy bien bajo mi evaluación enferma del mundo, superan esa barrera de confianza y me enamoro de esa persona y quiero que trabaje conmigo”.

“Lo del roadie, no sé, el único que tiene que estar preocupado de que el cable corto entre en el hoyito correcto del pedal tengo que ser yo. Por qué se tiene que preocupar otra persona. El que se muere si sale mal soy yo. No importa cuánto le pague. No hay una relación de dinero con eso. Yo no voy a restoranes, algo pasa cuando una persona hace un trabajo físico que otra persona no haría y le pagan por eso, algo pasa en la relación social entre esas dos personas y las que están alrededor de eso. Por eso está mal que alguien limpie tu casa, que alguien te sirva el plato, que alguien te afine la guitarra y te la pase, algo pasa con eso. Porque la gente, todos: el trabajador, el empleador que sería yo, todos los que están alrededor, piensan que esa persona es inferior y entonces, está mal. Eso le escribí al loco que puede que se sume como roadie nuestro. Nos juntamos con él, era muy buena onda, ojalá se sume”.

“Él me escribió tal como yo le escribí al Milton (Mahan): “hola, tu banda es bacán, te molestaría si trabajo con ustedes? No me interesa la plata, quiero aprender”. Entonces me sentí muy raro. El Milton es una de esas personas que me impresiona, cómo no hace eco, no recibe la reverberancia a su alrededor de las personas que le dicen, constantemente, que lo que hace está bien y él sigue siendo crítico evaluando su trabajo. Algo que es muy difícil, no es que lo haya vivido, pero veo a otras personas que trabajan con música y que es muy nocivo para ellos. Y el Milton me dijo que trabajáramos juntos. Al loco le respondí eso y le dije que sí. Le pedí su número y lo llamé, eran como las tres de la mañana. Lo llamé para preguntarle por qué quería hacerlo. Y me dijo lo mismo que yo: ‘soy músico, sonidista y quiero aprender’”.