Now Reading
Las Olas: brilla lo que tenemos

Las Olas: brilla lo que tenemos

En la mitad de Canciones para mis amigxs (2016), el primer EP de Las Olas, hay dos canciones que en realidad son versiones diferentes de una misma composición: ‘Brilla lo que tenemos’ está al final del lado A, ‘Desobedecer’ abre el lado B, en el caso de la edición en cassette. “Pero entre el ruido de las máquinas / que pesan sobre el suelo / y el humo negro de la ciudad / que sube por los cerros / ahí entre medio / brilla lo que tenemos”, dicen esas canciones, primero en una versión aletargada, etérea, de guitarra y voz; luego, en una acelerada, ruidosa, a banda completa.

En medio de la ciudad, algo brilla. Es una idea que se repite a lo largo de los 14 minutos que dura el EP. “Aquí brillamos en la oscuridad”, es una frase de ‘Un gato’, la canción inaugural. La metáfora podría servir también para hablar de Las Olas, un grupo conformado por la cantante Camila Falcucci, el guitarrista Luis Venegas, el bajista Simón Errázuriz y el baterista Javier Álvarez. Desde el año pasado, comenzaron a mostrar las canciones que están en ese EP, algunas que serán incluidas en venideros splits con Aeroparque y Paracaidistas y otras registradas en sesiones diferentes, como ‘Todo el tiempo está ahí’ y ‘Drogas’.

Aquello de entre medio de la ciudad también sirve para situar esta entrevista, hecha con el ruido de los autos, a la hora de mayor tráfico, de fondo. Sentados en un costado del Parque Bustamante, Camila, Luis y Javier hablan del EP, de los conciertos, de la amistad. Hay al menos un par de sanas interrupciones: primero, un encuentro fortuito con Cristian, de My Light Shines for You y Aeroparque; luego, un quiltro que sufre un súbito ataque de amor por la vocalista.

Es ella misma quien explica que Las Olas es una referencia literaria: “Es por un libro de Virginia Woolf que se llama así y que a mí me gusta mucho, porque describe cosas muy evocadoras, muy inspiradoras. Si los chiquillos lo leen, se van a dar cuenta”, dice riendo un poco. “Igual es coherente con cómo vemos el arte. El libro no es como cualquier obra que ves y listo, sino que supone un proceso creativo particular, de compromiso con el resultado”, agrega Luis, en una dinámica que se repite durante toda la entrevista. Uno habla, los demás escucha, agregan, a veces contradicen o preguntan.

“Claro, es poner mucho de uno mismo en el resultado. Como que se nota la honestidad, que la persona puso algo de sí mismo ahí. Cuando algo es así, tiene algo muy real, es potente”, continúa Camila. “Y se va a llevar una parte de ti, siempre. Es una forma de hacer arte que reivindicamos”, complementa Luis.

-Hay una idea de amistad que cruza todo el EP. Canciones hechas para los amigos, grabadas con los amigos.

Javier: Eso fue algo inesperado.

Luis: Pero natural. El concepto “para mis amigos”, desde que estamos creando para y entre amigos, fue recurrente en la práctica y como palabra, fue algo en lo que pensábamos.

Camila: ¿Por qué dices que es inesperado?

J: Porque en el proceso, si bien era algo para nosotros y nuestros conocidos, fueron apareciendo más amigos y gente que se fue interesando, tanto en el sonido como amistosamente. Conocimos al Vado, de El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco; apareció gente de la sala de ensayo, como el Seba, que nos ayudaron harto.

En una conversación anterior, me dijeron que esa idea también tiene que ver con que la música no se vuelva un trabajo.

L: Eso es súper importante. En la música o en las artes, vemos un espacio en el cual uno se libera de otras cosas que lo oprimen el resto del tiempo. Terminar de comerte ese último espacio que te quedaba, terminar de envenenarlo, no sería bueno. La idea es expandirlo, que ese espacio se agrande y se coma al resto de tu vida.

En otra nota, también han dicho que no les gusta burocratizar las tocatas, algo que quizás se puede proyectar a todo lo que hace una banda. ¿A qué se referían?

L: Eso responde al mismo rechazo. O sea, todas las cosas que odiamos tienen estructuras de las cuales tratamos de escapar. En la misma pega tienes que vestirte de una forma, estar para los mandados del jefe, responder a un lugar dentro de la burocracia. Llevar ese esquema al área donde estamos trabajando ahora sería un error terrible. Para tener cuidado de eso, tratamos de hacer todo nosotros.

C: En general, funcionamos así. Las tocatas las organiza la misma gente, uno nunca siente que el dueño del local te está haciendo un favor por dejarte tocar ahí. Por ejemplo, cuando lanzamos el EP en la Casa Volnitza tuvimos que arrendarla, pero dejamos todo súper limpio, porque había una empatía con la gente que vive ahí. No era solo arrendar, pagar e irse.

L: Claro, es cuidarlo, hacerlo honestamente y con cariño.

11850636_1663826887189192_5496369872046804808_o
Foto * Jennifer Frías

-Ustedes grabaron “Todo el tiempo está ahí” para Converse Rubber Tracks, junto a Edi Pistolas (Pánico, Nova Materia). ¿No es un problema trabajar con una marca?

C: Lo conversamos harto. Pensábamos que era penca que las marcas no están tan metidas en los lugares en los que nos movemos, entonces que aceptáramos eso era como darles espacio…

L: Para que se infiltren.

C: Claro, alguien podía decir que Las Olas grabó con Converse, como que íbamos a aportar…

L: Para que Converse se difunda como una marca relativamente bacán.

C: Por otro lado, pensaba también que era demasiado insignificante. La propaganda que tienen ellos es tan grande, que era irrelevante que nosotros participáramos.

L: Pero es relevante en nuestro mundo, para mí, para mis amigos. La pugna estaba en qué tanto transformaba nuestro entorno el hecho de participar ahí. En la práctica, no lo iba a transformar, así que por eso lo hicimos. Si es que hubiésemos tenido que firmar algo, por ejemplo, o grabar de tal forma o promocionarlo… por ejemplo, se suponía que teníamos que hacer un video con las zapatillas, pero eso no lo íbamos a hacer.

C: Ese día nadie llegó con las Converse que nos regalaron.

J: Y nos retaron.

L: Pero fue porque no era obligación y por el simple hecho de que cuando nos juntamos no nos ponemos las mismas zapatillas, ¿por qué iba a hacerlo ahora? Sobre todo si responde a la necesidad de una marca.

-¿Harían algo así de nuevo?

L: Depende qué tanto nos transforme, de qué nos sirve. No hubiésemos grabado si era solo ir a un estudio. Es distinto que haya una cierta forma de hacer las cosas.

-En el EP, especialmente en “Me dices que es fácil”, también hay una oposición entre lo adulto y lo juvenil. ¿Cómo llegaron a ese énfasis?

Es el síndrome de Peter Pan. O de Bart Simpson –se ríe Javier.

Todos somos Bart Simpson en nuestros corazones –sigue la broma Luis. Pero por algo nos gusta, porque se opone a eso. Es que todo está conectado en un gran rechazo a la vida como te la proponen.

J: No tiene que ver con un asunto etario, sino lo que significa la adultez.

C: Yo igual soy adulta, pero uno ve a los papás, por ejemplo, y son personas que se han reprimido mucho en la vida, que no pudieron desarrollar su creatividad o las cosas que han querido, porque están muy enajenados en su trabajo o lo que les han dicho que tienen que hacer. A una mujer, por ejemplo, le dicen que tiene que estar en la casa, cumplir con ciertas cosas, etc. Es un rechazo a eso. Es tratar de hacer algo genuino de uno mismo, como los niños, no como los adultos. Pero es un concepto de lo adulto.

L: La idea es no marchitar el espíritu.

-Al hacer una letra, ¿ hay una predisposición para tratar un tema así?

L: Es una predisposición, pero es distinto cuando la hago yo o la Camila. Si uno entra a picar, lo puede notar. La Cami siempre hace una introspección, dentro de su imaginario, entonces puede ser más surrealista o más personal. Cuando yo escribo, en cambio, puede ser una introspección, pero tratando de compartirla al tiro, más preocupado del otro, del que la va a escuchar.

C: En todo caso, no es que seamos los encargados de las letras, cualquiera puede hacerlo. Lo digo porque a veces no han preguntado de quién es la banda o quién es el líder. No es por eso.

-Otra idea que está en su música es la desobediencia. Obviamente, está presente en “Desobedecer”, y es una idea que no es trivial. ¿Qué importancia tiene comunicar eso?

L: Es un motor y un resultado. Cuando quiero hacer una canción, mi motivación es un sentimiento y las cosas que más me producen sentimientos son las cosas a las que me tengo que enfrentar. La creación surge de esa necesidad, que pasa a ser el motor de la creación. A su vez, también es un objetivo, porque siento que puedo difundir una idea o que alguien puede compartirla y podemos desarrollarla entre los dos, entre todos. Eso ya es un objetivo logrado.

J: En el fondo, creo que es provocar algo, positivo o negativo. Ese flujo de emoción es cuático.

L: Por ejemplo, lo experimentas en una tocata, que es algo más material. Estás tocando, pero no es que estamos entregando algo y los demás solo recibiendo, sino que hay una interacción que permite que se siga desarrollando la tocata. Se va alimentando.

-En las tocatas de ustedes, cuando hay mucha gente, hay una energía, la gente baila, canta, grita. ¿Es algo que se ha intensificado con el tiempo?

L: Sí. Es que es atractivo, entonces buscamos experimentar con esos flujos de energía, el hecho de transmitir una idea. Creo que una idea central en nosotros es crearte a ti mismo. Transmitir esa idea es poderoso, al igual que recibirla del otro, porque uno necesita del otro para crearse a sí mismo.

-¿A qué te refieres con crearse a uno mismo?

L: Decidir tú mismo quién eres, cómo tiene que ser tu vida, cómo tienes que pensar, cómo te tienes que vestir.

C: Crear modos de vida de acuerdo a tu subjetividad. Esa es una idea de varias que están en la banda, pero es importante. Nosotros siempre discutimos estas cosas, son temas que conversamos como amigos. Además, el año pasado se dio que todos vivimos situaciones límite en nuestras vidas, que nos hicieron apoyarnos mucho en los amigos y conversar ese tipo de cosas. Asuntos amorosos, de familia, enfermedades, salirse de la U, por ejemplo.

J: Fueron procesos de vida que marcaron, fue un año movido emocionalmente, para todos. Y utilizamos al grupo como una formar de canalizar esas emociones. Lo que decía el Lucho: frente a lo terrible que estábamos viviendo, necesitábamos un escape para que las cosas fueran mejor. La creación era en base a eso.

L: Eso hizo que se creara la banda, también.

C: Que le pusiéramos energía, porque de repente es difícil mantener una banda funcionando todas las semanas, con compromiso.

L: Pero lo hacemos porque lo necesitamos.

-Volvamos a los conciertos. ¿Hay algo liberador en ese momento, con esa energía especial?

J: Hablo por mí, pero uno genera un nerviosismo antes de tocar y, al notar que la gente está disfrutando y te apaña, eso te entrega una confianza de decir “démosle como salga y pasémoslo bien”.

L: Esa ya es una tremenda interacción. Que la actitud de alguien que quizás ni siquiera conoces, determina el cómo tocas una canción. Es una interacción grande.

C: Es algo contagioso, muchos se desatan y se contagian de las ganas de gritar y bailar.

L: Y es experimentar ese nuevo contexto, que es de nosotros. Cuando estás ahí, escuchando música fuerte, y hay alguien que grita cosas que tienen sentido para él y espera que para ti también, es un momento súper cuático.

Dependiendo de cómo uno lo elabore, se desencadenan todas las energías que están en juego. Creo que en tocatas como las que nosotros participamos o en una tocata hardcore, se da una energía súper especial.

C: Porque todos están canalizando ciertas cosas en esa experiencia. Es liberador, porque uno canaliza cosas en esa experiencia.

-Además, todos participan. No hay un artista sobre un escenario al que se mira hacia arriba, sino que todos están –literalmente- al mismo nivel.

J: Eso es primordial.

C: Tiene mucha importancia. Una vez tocamos en el Centro Cultural de España, con un escenario más grande, y era muy raro.

J: Daban ganas de que la gente se subiera, el Lucho les dijo. El escenario al tiro marca una jerarquía absurda. Estar al mismo nivel genera ese compartir, cachar cómo se siente una persona, verlo bailar.

C: Las otras bandas con las que tocamos comparten eso, que la gente se integre, que canten, que toquen la guitarra.

L: Claro, muchas veces yo he terminado sin saber dónde está la guitarra. Lo bacán es que son contextos que no son cotidianos. El contexto del teatro o las sillas y el escenario llevan años, están obsoletos. El hecho de estar escuchando música fuerte y experimentarlo así de asombrado, por el hecho de que haya una guitarra eléctrica, es mucho más interesante. Para potenciar ese asombro, no hay que burocratizar el arte.

-Entonces volvemos a lo mismo.

C: Claro, porque al burocratizarlo se hacen esas jerarquías estúpidas que distancian a las personas de la experiencia.

-¿Qué va a pasar si va más gente a las tocatas, si la banda se hace más conocida?

L: Si pasa, va a ser distinto, sería iluso pretender seguir siendo iguales. Tocar frente a 50 personas sentadas es distinto a tocar frente a 50 apretadas. No sabemos cómo va a ser.

C: Pero creo que siempre estarán las ganas de estar cerca. Aunque sea un escenario con mil personas, uno va a tratar de estar cabeceándose con la gente, que no haya una barrera.

L: Será otro reto, otra experiencia.

Foto * Carlos Molina para Noisey