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Pánico: un estilo de vida

Pánico: un estilo de vida

Fotos por Javiera Tapia

No, no hay relación alguna con los condones. Aún cuando podría hacerse una conexión entre ambas partes, sin demasiado esfuerzo. Porque la música de este quinteto (que algunos ya no saben si denominar como francés o chileno) liderado por Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas siempre ha tenido algún grado de irreverencia. Más allá de las edades y los momentos. Como bien nos dijo su vocalista en un momento casi reminiscente de Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, “tener personalidad no es fácil”. Y Pánico, vaya si la tiene.

En un café a algunas cuadras de la Rock & Pop nos encontramos con Eduardo Henríquez, una de las cara más reconocibles de la música chilena en los últimos quince años. Viene de poner música y promocionar la presentación del pasado 20 de marzo, en la Blondie. Ante la pregunta de cómo le fue, la respuesta es simple: “lo mismo de siempre”. Hombre práctico, nos sugiere que empecemos a grabar de inmediato, mientras espera el interrogatorio con la tranquilidad de los años de circo.

La tocata que hicieron en Valparaíso, el 20 de febrero, fue en el marco de un DVD que están preparando. Si no me equivoco, después de eso anduvieron en el norte, grabando.
Sí, es algo que queríamos hace tiempo. Una especie de road movie con Pánico como protagonistas, contando el proceso creativo de un grupo que va encontrando sonidos en el desierto. Pasando por cantidad de pueblos… puta, uno más perdido que el otro, y encontrando material, ya sea físico o gente que aparece en el camino, y nos va contando las historias de los lugares donde estamos. Es una suerte de compilación de emociones y sentimientos que nos fue entregando esta experiencia, y que se armó en un disco que ya está grabado. Es contemplativo, bastante experimental. Interacciones de sonido entre todos, y también muchas percusiones, mucho tambor.

¿Cómo van con el DVD?
La verdad es que terminamos mañana (19 de marzo). Grabamos una última secuencia, y esto por fin se acaba.

La idea es que el disco y el DVD salgan juntos.
Sí, es un trabajo conjunto. Es temático, porque se complementan. El film cuenta la grabación de este álbum, y los temas cuentan el viaje.

¿Lo hicieron pensando en algún público en particular: Europa, Chile…?
En verdad, fue un trabajo interno. Necesitábamos encontrarnos alrededor de un proyecto musical que no fuera sólo llegar con una guitarra o un ritmo de batería. Reencontrarnos con nosotros, con nuestro país, en una búsqueda colectiva.

LAS COSAS VAN MÁS LENTO

Recuerdo haber leído en una entrevista tuya, de hace como una década atrás, en que decías que “funciona cuando uno no tiene miedo a hacer el ridículo, a hace cosas raras”. ¿Todavía comulgas con esa afirmación?
Es importante que los artistas vayan más allá de los límites propuestos por nuestras sociedades. En ese sentido, lo que llamamos “cosas raras” es sólo marcar la diferencia, dar otros puntos de vista. En nuestro caso, otro punto de vista sobre cómo ser un grupo de rock. Ir más allá, es algo que igual nos importa. Nos encanta el rock, obvio, pero también tenemos preocupaciones y deseos artísticos que superan un simple formato.

Y en consecuencia, todos sus discos han mezclado géneros: punk, surf rock, mambo, música tropical. Hablando de lo mismo, de buscar siempre algo más, ¿qué sientes que fue lo que buscaron en el último disco editado por Pánico, Subliminal Kill?
Ahora, con el tiempo, lo veo como la continuación de lo que se hizo con Telepatic Sonora, que a su vez fue radicalmente diferente a lo hecho en Rayo al Ojo: una búsqueda de identidad, y también una búsqueda rítmica. Música desde un punto de vista más trance, de alguna manera, porque eran temas que tocábamos mucho rato… y después terminaron siendo canciones. Latinoamérica, y sobre todo Chile, es una región muy clasista. Estilos musicales corresponden a estratos sociales. Pasaba eso con la música tropical, con la cumbia, y quisimos ir a buscar esa cultura popular y hacerla nuestra, componer con eso desde nuestro punto de vista de músicos rockeros. Entonces, en Subliminal Kill quisimos llevar más allá lo que habíamos experimentado y, de alguna manera, logrado con Telepatic Sonora. Salimos a buscar la música popular europea, que es el clubbing, el techno. Y fue el mismo proceso: tomarla y mezclarla con lo que nosotros hacíamos, en una composición que… no sé si es nueva, pero es propia, por lo menos.

¿Eso explica que Subliminal Kill haya recibido mucha más atención en Europa?
Sí, porque los discos anteriores (e incluyo a Telepatic Sonora) son muy localistas. O sea, estaban hechos para el público y el mundo que eran los nuestros, ¿entiendes? En ese sentido, son herméticos para un público que no es hispanófono, y quizás también para quien no es latinoamericano. Eso lo entendimos con Telepatic Sonora mientras tocábamos en Europa. La gente no comprendía las letras, no cachaba nada y, de alguna manera, el grupo no fue entendido. Con Subliminal Kill, buscamos lo que popular allá, trabajamos y lo hicimos propio. Y era también un paso hacia un público más de allá, que coincidió con que estuvimos en un sello con buena prensa e interés de su parte. Eso se combinó y participó del relativo éxito de esa producción.

O sea, ¿tú crees que el problema con Telepatic Sonora fue una cuestión idiomática?
No se entendían las letras, pero tampoco las referencias. Porque son muy de acá: Pachuco, la Sonora de Tommy Rey. La cumbia en general, en ese entonces, se conocía muy poco fuera de Latinoamérica.

Ese disco sale vía Sony, gracias a quienes ustedes llegan a Francia. El hecho de que ese disco haya sido tan propio de ustedes, quizás tan poco amigable para el supuesto público objetivo que tenían en Europa, ¿cuánto tuvo que ver en que se cortaran las relaciones con ese sello?
Tuvo que ver, pero no fue sólo eso. Nosotros somos libres, hacemos más o menos lo que queremos, y eso choca con los intereses de grupos como Sony, que invirtieron mucho en ese material, en llevarnos desde Latinoamérica allá. Y nos aprovechamos de eso, trabajamos para crear una base, en Europa o Estados Unidos. Pero muy pronto, los intereses de Pánico y de ese grupo divergieron: ellos querían seguir explotando ese concepto, la música tropical, y para nosotros eso fue una aplicación artística que luego queríamos hacer de otra manera (como pasó después con Subliminal Kill). Ellos pedían más de lo mismo…

Más prototípico.
Sí, que es normal. Los hueones trabajan de otra manera, no hay un enfoque artístico sobre lo que hacen. Toman un artistan, apuntan en una dirección y ya, que no es el caso nuestro. Nosotros siempre estamos cambiando. Y eso es complicado para ellos.

UNA REVOLUCIÓN EN MI BARRIO

Hablemos de los inicios de Pánico, hace ya más de 15 años. Se habla de ustedes como una de las, sino la primera gran banda independiente de Chile, generadora de una escena distinta y tal. ¿Qué te parecen ese tipo de clasificaciones ahora, a la distancia?
Me parece bien, no lo considero falso. Creo que contribuimos en hacer algo. Ahora… no me consta que no haya existido música independiente en Chile antes. Creo que hubo mucha gente y pequeñas disqueras sacando discos. Nosotros no llegamos a inventar algo, creo que importamos de Europa un método de trabajo que, en el fondo, copiamos. Veníamos influenciados por nuestra adolescencia, y lo aplicamos de forma natural, nunca nos cuestionamos si era o no la manera. Sólo lo hicimos. Cuando editamos el disco rosado (su primer EP, de 1994) tampoco pensábamos que íbamos a durar tanto tiempo, fue más por sacar algo. Podríamos haber seguido en otro oficio artístico. No somos músicos, tampoco, no tenemos una formación de escuela.

Autodidactas.
Y en más de un sentido, ése era el espíritu de Pánico. Agradezco que la gente le dé importancia a nuestro trabajo como “oficinistas”, pero no es lo más importante que hayamos hecho. Los discos y su contenido, para mí, son lo importante. Pero lo de la hueá independiente está bien. Queríamos hacer algo, sin esperar que las cosas llegaran, participando también de un espíritu colectivo muy creativo que había en Santiago entonces. Éramos amigos de artistas visuales y plásticos. Y como no nos veíamos como músicos, por lo mismo trabajamos en todos los aspectos del asunto: crear, grabar, difundir, vender, armar shows, traer artistas que nos gustaban para que la gente los conociera y para que ellos conocieran Chile… y así.

¿Y en qué minuto se empiezan a ver como músicos? ¿O ese minuto todavía no llega?
Pendejamente, cuando llegó el deal con EMI e hicimos Pornostar (1995). Se nos planteó algo (porque, como te decía, los grandes grupos agarran a un artista y tienen objetivos con él: financieros, políticos, qué se yo), y nosotros en ese momento como que sentimos que podíamos ser un gran grupo. Pero esa utopía fue rápidamente…

¿Descartada?
Cuando entendimos que estaba todo mal. Todo mal, y todo bien: siempre enfocamos las situaciones de manera súper optimista. Después de eso, lo que vino fue… demostrarle a estos hueones que nos echaron del sello que no estábamos ni ahí. Que íbamos a seguir haciendo discos, incluso más famosos, y la historia demostró que fue así. Después, de a poco, te das cuenta que cada vez que armas un nuevo álbum, vas abriendo puertas que llevan a otros espacios, y uno dice “ah, me gustaría ver cómo es acá”. Y así, sin darse cuenta, uno lleva mucho tiempo haciendo música.

Me hablabas del contenido de tus discos. ¿Cómo comparas, en ese sentido, esos primeros trabajos con respecto a lo que están haciendo ahora, y a los dos discos que vienen?
Es muy diferente. Pornostar es un disco influenciado por muchísimas bandas que estábamos escuchando. Tenía 23 o 24, era más pendejo. Pero más que por música, estábamos influenciados por muchas películas, por corrientes artísticas europeas, norteamericanas y latinoamericanas. Quisimos hacer algo con un mundo propio, con sentido del humor (algo que en ese entonces trabajábamos mucho y después cambió). Y ese trabajo está muy logrado, en el sentido de que es muy naif y a la vez… casi warholiano.

¿De dónde sale la idea de contar la historia de una niña que quiere ser actriz porno?
Se nos ocurrió a todos juntos. Fue una forma de poner en la mesa temas como la homosexualidad, o la droga (con un enfoque obviamente positivo), y salirnos del contenido político concreto. Pienso que, muchas veces, las cosas más pertinentes no dicen cosas de manera directa, sino que lo sugieren. Y nos pareció que era un acto político en ese momento, en un país muy opus dei, lleno de trancas y saliendo de dictadura, sacar un disco completamente irreverente. Y el disco rosado también era así.

Con portada de Bruce Lee y todo.
Sí, y el disco abre con un track que expone directamente el tema de la homosexualidad, que en ese entonces era… era tema. Y que aquí sigue siéndolo, pero creo que menos que antes.

Es bien sabido que tú y Carolina (Tres Estrellas) son los creadores de la banda y buscaron a los demás músicos. En esos primeros trabajos, ¿ustedes hicieron de cabezas creativas, o fueron hechos entre todos?
En verdad, previamente probamos varias formaciones con Carolina, donde desarrollamos una manera de escribir y un sonido bastante parecidos a lo que fue Pánico después. Y muchos temas estaban escritos de antes. ‘Fútbol’, por ejemplo. En el Pornostar hay varias canciones hechas en Francia, también, que adaptamos al grupo que habíamos armado. La escritura se hizo mucho con Carolina, y en general es así aún. Ahora, el grupo tiene un lenguaje muy instalado, no necesitamos realmente hablar las hueás como para entenderlas. Y no es como que lleguemos con los temas y los arreglos, y los demás ejecutan. No. Muchas veces se genera algo primero entre nosotros dos, sí. Llevamos esa idea, que nos gustaría que fuera en tal dirección, a la sala de ensayo, y la vamos desarrollamos todos juntos.

Y ahora, mirando hacia atrás a todo lo que han hecho, ¿te gusta lo que escuchas? ¿Te gustan los discos de Pánico?
Los escucho cuando voy a la Rock & Pop, a poner temas. Nunca más. Nunca. Pero cuando lo hago, les encuentro detalles interesantes… y hueás malas, obvio. Pero no los califico en términos de “me gusta” o “no me gusta”, porque están tan ligados a lo personal que sería como decir “puta, no me gusta mi hermano”. Las cosas que uno va creando generan reacciones, y como te decía, van abriendo puertas, y uno reacciona en oposición o en complemento. No sé, los trabajos pasados los tengo muy memorizados en la cabeza. Nunca los oigo, porque eso no tiene interés para mí. Pero sí creo que hay un camino ahí.

MAÑANA ESTARÁS EN HAWAII

En ese caso, movámonos hacia el presente. ¿Qué música estás escuchando hoy en día?
Es muy diverso. Poco rock, porque me genera poca sorpresa. Igual, hay grupos que me gustan mucho. The Liars, norteamericanos que han sacado tres discos, creo… o cuatro… Cinco. Hartos discos han sacado los hueones. Me gustan bandas como Deerhunter, también norteamericanos. Foals, que son británicos. Lo que me interesa en estos que te he mencionado es la manera en que hacen algo contemporáneo con relecturas de cosas pasadas. El arte, finalmente, se nutre del pasado, y ésta es una época muy renacentista, muy referencial. La música de esta última década, esencialmente, es referencial. LCD Soundsystem, por ejemplo, es pura referencia. Eso se transformó en lo cool… y sí, ¿por qué no? Demostrar que tienes cultura, lo entiendo, aunque no me excita mucho. Pero hay gente que, dentro de ese contexto, ha logrado cosas bastante novedosas.

¿Y fuera del rock?
Más allá del rock, escucho mucho. Desde música tradicional de países (africanos, latinoamericanos, asiáticos) a música que se podría llamar docta. Música contemporánea, bastante. Por ejemplo, un disco que me gusta mucho es Goodbye 20th Century, de Sonic Youth, en que reinterpretan obras de compositores contemporáneos: Steve Reich, John Cage, gente así. Y minimalismo, también. No sé, yo soy muy viejo, entonces sería ridículo que siguiera con derivados de los Ramones y los Pixies. Sería terrible. Por suerte, no es así.

¿Qué influencias se pueden encontrar en el nuevo material?
Tenemos dos discos nuevos. El que grabamos ahora, en el norte, tiene una influencia distinta. No sólo referencias rock. Es casi un arte distinto: hacer música con frecuencias, con cosas más orgánicas. En ese sentido, las referencias son más concretas: Black Dice, o incluso Sonic Youth.

¿Y el otro disco nuevo?
En noviembre estuvimos grabando, en Europa. Inglaterra. Es muy anglo, muchas letras en inglés. Tiene una intención: afinar, dentro de un formato rock, algo muy minimalista, con muy pocos elementos. ¿Cómo hacer, con lo menos posible, algo que se pueda sostener como tema y como disco? Para eso trabajamos con ingenieros en sonidos con recorrido en ese tipo de grabaciones. No sé si se logró o no. Creo que sí, pero… tendría que pasar un poco de tiempo para poder darte una opinión más extensa.

Dos preguntas para terminar. La primera: ¿hay bandas chilenas que te llamen la atención, hoy en día?
Puta, tengo poco conocimiento de lo que se está haciendo ahora en Chile. Yo diría que no lo sé, no he escuchado lo suficiente, e invito a la gente que hace música a contactarnos y a mostrarnos lo que hacen. Yo estoy siempre interesado en conocer música, siempre ando escuchando, busco también. Pero no tiene por qué ser chilenas, el ser chileno no es un argumento lo suficientemente fuerte para eso. Ahora, una producción que yo considero un disco mayor de la década pasada es Gepinto. Lejos, lo mejor que se ha hecho en Chile en muchos años, incluyendo los 90s. Probablemente, un artista mayor. Lamento que (Gepe) no haya seguido ese estilo, lo que viene después me interesa mucho menos. Pero ese material tiene una particularidad que lo hace muy interesante, y con mucho estilo. Mucha personalidad, algo que muchas veces le falta a los artistas, en general. Tener personalidad no es fácil.

Para cerrar: todos los que conocen a Pánico tienen una opinión al respecto. Fans y no fans por igual, y ante la pregunta, no dudan en manifestarla. Pero para ti, Edi Pistolas, ¿qué es Pánico?
Es un grupo de gente curiosa, y con harta energía que entregar. Siempre. Nos gusta entregarnos completamente, entregar todo lo que estamos haciendo, con los que estamos haciéndolo. Y creo que, más allá de un estilo musical, es un estilo de vida. Es mi vida. Y la de cuatro personas más.