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Ases Falsos: cuando lo que importa es la música

Ases Falsos: cuando lo que importa es la música

Es difícil llenar un Teatro Caupolicán con una sola banda, sin teloneros, sin añadidos. Es un desafío que todos los grupos grandes, o mejor dicho, aquellos que hemos visto crecer con el paso del tiempo, en algún momento deberían enfrentar, tal cual lo hace Gepe hoy con su intención de llenar el Movistar Arena. No obstante, los Ases Falsos cuentan con una fanaticada fiel que, a pesar de lo que Briceño diga en los medios de comunicación -y en sus propios conciertos-, siguen apoyando a los chicos pase lo que pase, y eso fue exactamente lo que ocurrió este viernes. A pesar de lo que podríamos haber imaginado hace unos cuantos años, el Caupolicán se llenó de fans de la agrupación.

La jornada fue larga, comenzando poco después de las 21 horas y terminando cerca de la medianoche, y es que la banda de Cristóbal Briceño, con tres álbumes bajo el brazo y un par de sencillos sueltos rondando en Internet, tiene un repertorio de sobra para tocar por casi tres horas. La noche comenzó con un medley instrumental que repasó buena parte de la discografía de los nacionales, seguido de ‘Nada’ y ‘Plácidamente’, composiciones que formaron parte de las 32 canciones interpretadas en esta ocasión más que especial, llena de hits y buenas sorpresas.

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A pesar de que el concierto era de Ases Falsos, el punto alto del concierto lo marcó un pequeño remember de Fother Muckers, con ‘Fueron’ y ‘Ríos Color Invierno’, temas que fueron ejecutados con Héctor Muñoz en guitarra. De más está mencionar que la imagen de Briceño, Muñoz, Del Real y Sánchez juntos en el escenario una vez más, fue una de las postales más emocionantes del último tiempo, sobre todo para aquellos que vimos alguna vez a los cuatro chicos en vivo. Esto se sintió en el lugar, ya que la ovación que recibió Muñoz al entrar a escena fue grande, haciéndole saber que, a pesar de que los Ases Falsos son una tremenda banda, su ausencia sigue siendo un tema para su fanaticada más antigua.

Posteriormente, luego de los dos tracks antes mencionados, la banda hizo una pausa medianamente incomprensible para todos los que estábamos ahí. Apenas terminó ‘Ríos Color Invierno’, las luces se apagaron, la banda se retiró y un beatboxer entró al escenario para hacer lo suyo ante la mirada atónita de todos los que estábamos en el teatro. No voy a decir que no quedamos contentos, ya que el chico tiene un talento innegable que prendió a todos los presentes, no obstante, ponerlo justo después de las dos canciones de Fother Muckers fue una sacada de onda monumental.

Una vez finalizada su presentación, Briceño y compañía volvieron para hacer un set-moderadamente-acústico, con ‘Información Sentimental’, ‘Salto Alto’, ‘Mi Tribu’ (debutando en vivo) y ‘Niña Por Favor’, todo marcado por el ritmo de Daniel de la Fuente, quien demostró ser un tremendo baterista durante todo el show. Su derroche de energía fue sólo comparable con el mostrado por el percusionista Sergio Sanhueza, de El Bloque 8, quien no paró de bailar durante toda la presentación al ritmo de las canciones interpretadas esa noche, dándole también una vuelta de tuerca bastante interesante al sonido de los Ases, así como también a su puesta en escena.

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Lo que siguió fue un desfile de canciones conocidas, como la incombustible ‘Simetría’, ‘Búscate un lugar para ensayar’, ‘Mi ejército’ y ‘Estudiar y Trabajar’, incluyendo entre medio una versión bastante retorcida de ‘Don’t Dream It’s Over’ de Crowded House. El show cerró con ‘Pacífico’, dándonos a entender dos cosas muy importantes. La primera, es que la agrupación de Briceño está lista para algo más grande, ya que tienen una puesta en escena, repertorio y fanaticada como para seguir creciendo con el paso de los años. La segunda, y la más importante, es que, a pesar de que muchas personas podrán no estar de acuerdo con el punto de vista de Cristóbal Briceño, lo que importa acá es la música, y cómo esta se ha transformado gradualmente en un muy buen soundtrack para nuestras vidas. El resto es simplemente ruido.

Fotos: Carlos Muller