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Corona Capital 2014, Ciudad de México

Corona Capital 2014, Ciudad de México

Probablemente el Glastonbury de Latinoamérica, considerando el line-up estelar, la cantidad de cerveza, pero principalmente por la cantidad de lluvia y barro en el festival.

Por Rocío Cifuentes

ADVERTENCIA: esto no es un review de bandas.

A fines de mayo los rumores habían acabado cuando finalmente Corona Capital, festival producido por el gigante mexicano Ocesa – donde Televisa tiene una importante participación -, anuncia su line-up con nombres como Beck, Massive Attack, Damon Albarn, MGMT, Kasabian y SBTRKT, a los que luego se les sumó Weezer, entre muchos otros. Motivo suficiente para agotar en pocos días la primera preventa y prometer un festival inolvidable.

Por quinto año, el Corona Capital se realizaría en el Autódromo Hermanos Rodríguez, en Ciudad de México, recinto que es hogar también del ya consolidado Vive Latino, pero con la diferencia que este evento no invita a ninguna banda latinoamericana, sino que su propuesta es “presentar lo más destacado de la escena alternativa internacional”, o sea, de habla inglesa principalmente.

La información otorgada por la organización omitía absolutamente la necesidad de un brazalete para entrar al festival hasta 2 semanas previas al encuentro. Solo una semana antes, la organización publicó los centros de canje del brazalete y los días en que se podía hacer el trámite: 9 y 10 de octubre, es decir, justo antes de comenzado el festival, el cual tomó lugar el 11 y 12 del mes. Ahora, si comprabas el ticket encima de la fecha todo se complicaba más, ya que el sistema necesitaba 24 horas para poder reconocer que hiciste la compra y que podías obtener tu brazalete. Los reclamos de la audiencia ya se hacían ver en redes sociales y también en las eternas filas para finalmente tener la preciada pieza. Lo que era más confuso aún es que lo anunciaban como “una maximización de la experiencia durante el evento”, ya que con este, el acceso sería más fácil, simplificaría el método de pago en puntos de venta dentro del festival (la pulsera la podías cargar con tarjeta de crédito online) y otros beneficios para conectar rápido con Facebook y decir “miren, miren, estoy aquí”.

Personalmente, fui preparada con mi brazalete (el cual había que activar con un código en el sitio web) y una pequeña carga de dinero en él. Quería experimentar con este nuevo sistema. Mis amigos locales simplemente llegaron con el boleto de papel, entraron al mismo tiempo que yo y al momento de estar dentro del festival les entregaron un brazalete activo. Y yo mamándome una fila el día previo para estar preparada desde antes. Linda la cosa.

Una vez adentro, nos dimos unas vueltas para hacer reconocimiento de terreno, identificar escenarios, stands de comida y otros. A las 2pm del día 1, estaban todavía algunos maestros instalando mallas protectoras de suelo. No estaba todo al 100%. Eran 4 escenarios: 2 principales, Corona y Corona Light, los cuales funcionan como el Claro y Coca-Cola en Lollapalooza CL; otro más bastante grande que era el Doritos y finalmente la carpa Claro Música Bizco Club.

El calor era muy intenso y las sombras escaseaban, por lo que una helada cerveza del gentil auspiciador podía ser bien útil. Momento perfecto para a eso de las 2.30pm usar mi pulsera mágica cargada con pesos mexicanos. El listado de precios decía “Cerveza Simple $50, Cerveza Doble $90”. Pensé que con una doble, a la mitad mi cerveza estaría tibia, así que fui por una simple. Pero sorpresa. No había vasos chicos, por lo que solo vendían la doble. Ok, podía compartirla. Feliz le mostré al vendedor mi pulsera para pagar por ella, pero oh-oh: sistema no habilitado aún. Paciencia, respirar hondo y sacar el efectivo.

Seguí observando – y comparando – el festival. En general, algo que sorprendía era la falta de amor con respecto a otros festivales: no había decoración, los stands que había eran puramente de comida y bebida y de los auspiciadores. Nada que realmente te entregara una experiencia más llenadora además de la música.

Ya avanzando el día, cada vez se hacían notar más los vendedores ambulantes (autorizados, del mismo festival). Cada 3 pasos alguien te ofrecía una cerveza o energizante o mezcal o nieves o paletas o lo que fuera. Los stands de la cerveza auspiciadora eran incontables, lo que hacía impresionantemente ágil la compra del preciado líquido, una vez identificando los escasos puestos donde efectivamente funcionaba el brazalete, además contaban con gente muy capacitada para la rápida y eficaz atención.

Respecto a las comidas, había muchos puestos, pero había que tener bastante más paciencia. El lugar en general se mantenía limpio dadas las decenas de trabajadores recolectando basura del suelo, pero no reciclándola. Los baños químicos también mantenían filas muy cortas, había muchos. Se echaba de menos los tanques con agua potable. Solo contaban con agua a la venta (pequeñas botellas de 250cc a un precio elevado).

En cuanto a los escenarios, todo funcionando con puntualidad suiza… hasta que comenzaron las lluvias. Weezer estaba por comenzar en el escenario Doritos y una tímida lluvia caía intermitentemente sobre el DF. Luego, en el intertanto previo a Massive Attack, se intensifica hasta que se transforma en tormenta eléctrica ya al cuarto tema del setlist de los originarios de Bristol. Terminando “Future Proof” abandonan el escenario e inmediatamente un anuncio nos dice que debido a la peligrosidad de la tormenta eléctrica, el show se vería suspendido hasta nuevo aviso. Que tuviésemos paciencia, que todo continuaría una vez calmado el clima.

Paralelamente, MGMT estaba ad portas de su presentación, pero el festival completo apagó sus luces y sistemas de sonido. Lo único que se escuchaba eran los goterones caer, los ruidosos truenos y la gente gritando “¡a huevo, a huevo!”. Una hora después, encienden luces y salen los roadies al escenario a secar el piso y los instrumentos de la banda pionera del trip-hop. Lamentablemente al hacer check, se dan cuenta que algunos equipos no funcionan y luego otro anuncio: el que sepultaba definitivamente la presentación de Massive Attack e invitaba a la audiencia a seguir en los otros escenarios, donde aún faltarían las presentaciones de Jack White y MGMT. Todo atrasado en una hora, que fue el tiempo en el que el festival quedó sin electricidad por precaución.

Retomando ya, todo era un gran pantano y lagunas. Adiós zapatillas y hola fango hasta, a lo menos, los tobillos. Corona Capital estaba programado para terminar a la 1am, pero dado el fenómeno natural, finalizó pasadas las 2am con MGMT, con miles de asistentes menos, dado que el anuncio no se dio en todos los escenarios y muchos quedaron sin la información de que el festival retomaría una vez calmadas las aguas.

El día 2 comenzaba nuevamente con mucho calor y un día semi despejado, pero ya entrando, ese hermoso pasto verde que abundó por algunas horas el primer día ahora estaba convertido en lodo, lodo y más lodo. Temprano la organización se había encargado por redes sociales de advertir a la gente y sugerir el uso de botas. Las lagunas ahora se hacían visibles y delimitaban los escenarios Doritos y Claro Música Bizco Club. Corona y Corona Light simplemente eran un pantanal. Y ahí viene la remembranza a Glastonbury o quizá Woodstock ’94. Lamentablemente esto mismo provocaba atochamientos gravísimos, lo que retrasaba considerablemente el traslado de un escenario a otro. Muchos puestos estaban cerrados, como los de merchandising, además de la desactivación absoluta de la rueda de la fortuna, otros de entretención, la “silent disco” y algunos stands de auspiciadores.

El festival estaba dormido. La cerveza no salió a la venta sino hasta pasadas las 3pm y muchos puestos con el sistema de pago con brazalete ya no estaban habilitados. Festival a media máquina. Pero nada que la energía de las bandas no pudiera arreglar.

En general, los escenarios funcionaron de manera excelente: muy buen sonido, repetidores funcionando sin excepción, bandas sin problemas en sus presentaciones, puntualidad casi perfecta (menos el día 2 donde Doritos, por motivos que desconozco, atrasó presentaciones en al menos 40 minutos).

Conclusión: un festival “ok”, con un line up de lujo en escenarios y sonido a nivel, donde el auspiciador principal es un claro protagonista que no se queda abajo por nada del mundo (conseguir una cerveza, literalmente te tomaba 30 segundos ya estando en el puesto), pero donde hay graves falencias como la época del año en la que se realiza, una época de intensas lluvias donde el recinto no es el apropiado para recibirlas; la falta de agua potable gratis para la gente; la organización con su limitada entrega de información y uso en los sistemas de brazaletes; la falta de amor por el festival mismo reflejado en la nula decoración. Por suerte el ambiente del festival es muy alegre, dando un balance positivo y celebrando, por sobre todas las cosas, la música.