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Planeta No: bailar es un acto de resistencia

Planeta No: bailar es un acto de resistencia

Era una presentación especial para Planeta No la que se producía en el Teatro La Cúpula en esta edición de Lollapalooza. Los que durante este años han visto al trío (sexteto para esta ocasión) infinidad de veces, se encontraron con un show en el que, a pesar de seguir las coordenadas esperadas si los conocías desde antes, una serie de detalles hacían ver que este era un concierto diferente.

Con un Gonzalo García absolutamente consciente de su carisma y frente a una Cúpula con bastante público para lo que es habitual en ese escenario y, más en una de las primeras actuaciones del día, lo primero que llamaba la atención era el uso de la pantalla tras la banda. Iconografía japonesa (con un dominio de las imágenes de Godzilla) y lemas que iban apareciendo para sumarse a uno en forma de lienzo que no abandonó la escena durante todo el concierto: Vota Nulo.

Porque Planeta No es una banda engañosa. Si uno no presta atención parece ser una más de esa línea que quedó marcada a fuego en la música independiente chilena, cuando en 2010 se produjo la explosión internacional de la música local abanderada por Dënver, Javiera Mena, Gepe o Astro. Y algo hay de ello. Pero Planeta No arma un discurso absolutamente político de manera más directa, bajo esas formas. Su disco Odio ya desde su título, muestra claramente que lo último que vas a encontrar son melodías escapistas y temas entretenidos sin ningún trasfondo.

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Su primer éxito, y una de las canciones más celebradas en el concierto que ofrecieron este domingo, ‘Señorita’, tiene un video que, en palabras del propio vocalista trata de “cuestionar los dominios simbólicos del patriarcado”. No es cualquier cosa cuando uno sentía a cientos de personas bailar y cantar la canción a voz en grito.

No es raro (de hecho es muy habitual) ver a Gonzalo en las tocatas de la nueva escena del pop chileno que durante 2015 se ha desarrollado. Acude y organiza las mismas y Planeta No ha tocado en casas okupas y en escenarios patrocinados por organismos públicos, a veces en la misma semana. Y no está en contradicción. Ellos se reconocen dentro de esas coordenadas, aunque su música se refleje más en otra que parece estar un poco de retirada entre los sonidos del pop más joven en Chile. Ellos parecen ser el último eslabón de esa cadena y, a la vez la renovación necesaria de ese estilo que lo una a las nuevas bandas mucho más enfocadas en sonidos más orgánicos y de guitarras pero, en el fondo, con el mismo espíritu pop y que invitan al hedonismo bailable.

Odio está lleno de reflexiones sobre la explotación capitalista o la opresión y violencia estructural desde un prisma izquierdista. Y, aunque aquí parece raro, el pop siempre ha tenido mucho de eso. Pet Shop Boys lanzan ácidos dardos reivindicativos durante toda su excelsa discografía, por no hablar de Magnetic Fields o Stereolab, que te hacían bailar manifiestos situacionistas sin estar el público muy consciente de ello.

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Por eso era hermoso ver a esa gente joven cantando y bailando temas que manifiestan cuestionamientos. Porque bailar es liberador y puede convertirse en un acto de resistencia y reflexión en sí mismo. Gonzalo, Juan Pablo y Camilo “Camo” lo saben. Y sin tranzar nada, van directo a ser uno de los grupos más relevantes del futuro próximo de Chile. Su reciente confirmación para un festival como Primavera Sound, tras pasar por una instancia tan importante como Lollapalooza, sólo lo confirma.

Un grupo que al que cada vez se les nota más grandes, más seguros. Tanto como la seguridad escénica de Gonzalo bailando, acercándose a su público e incluso, en plena euforia a punto de finalizar, pasando entre él, corriendo poseído por toda La Cúpula para regresar al escenario y cerrar el show con esa canción que ya forma parte de la pequeña historia del pop chileno reciente, ‘De Sol a Sol’. Planeta No y lo que representan puede ser (y ojalá fuese), el futuro de Chile.