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Dos noches bajo las luces brillantes de Interpol

Dos noches bajo las luces brillantes de Interpol

Los neoyorquinos visitaron nuevamente nuestro país en medio del tour que los tiene celebrando el aniversario de su debut, Turn out the bright lights (2002), y su sucesor, Antics (2004). Con dos recintos completamente llenos y marcando la pauta internacional con su presentación en el Teatro Municipal nos recordaron porque hoy, incluso a falta de la formación completa, son más grandes que la escena independiente que los vio nacer.


El legado de Interpol, constituido en primer lugar a partir de la rica escena neoyorquina de principios de los 2000 (que compartieron con bandas como The Strokes y Yeah Yeah Yeahs) y luego por su éxito trayendo el post punk al nuevo milenio, está intacto. No es que tuvieran nada que demostrar tampoco. Pero desde que los vimos la última vez en el Primavera Sound, cuando venían con la gira de The other side of make believe, sentíamos que había una deuda pendiente: la de hacerle un homenaje a los trabajos que los convirtieron en esa leyenda.

Sin embargo, para esta ocasión la banda venía incompleta. Ya desde el 2010 que Carlos Dengler abandonó el bajo por seguir otros aires, dejando el instrumento en manos de reemplazos informales. Y aún superada la partida que más afectaría el sonido de Interpol en adelante, este año se sumó otra baja que, a pesar de pasajera, ha sido brutal. Se trata del baterista, Sam Fogarino, quien tras una intervención quirúrgica en la columna ha tenido que alejarse temporalmente de los escenarios. Las ausencias se sintieron, cómo no, pero estuvieron lejos de empañar los shows que trajeron a nuestro país un Paul Banks -voz intacta- y un Daniel Kessler -dedos ídem- como únicos miembros originales de la banda.

Su regreso incluyó una sorpresa que pocos podrían haberse imaginado. Luego de vender por completo el show del Teatro Caupolicán, sumaron una nueva fecha, esta vez en el improbable pero eterno Teatro Municipal de Viña del Mar. Se trató de un movimiento inesperado pero bajo cualquier lógica bienvenido, pues el recinto recientemente restaurado tiene probablemente -comprobado este jueves- una de las mejores acústicas del país. La elegancia del lugar solo le sumó sobriedad a una banda que la esboza en cada acorde. Se sabe que durante la gira han ido invirtiendo el orden en que tocan los discos. En esta ocasión la cronología fue: primero Antics (íntegro) y luego Turn on the bright lights (hits seleccionados). Ojalá el primer acercamiento de la banda a la ciudad jardín hubiera sido un poco más extendido, considerando el hito que representa para los fanáticos de regiones, pero esperemos que este sea el comienzo del Teatro Municipal como un destino llamativo para la música y las artes internacionales.

En el Caupolicán las cosas fueron como debían. Un público más enloquecido gracias a que la cancha no tenía asientos, a diferencia del municipal. Los asistentes tuvieron espacio para dejarse llevar por el setlist invertido, esta vez con Turn on the bright lights primero y Antics después. La sorpresa en ambas jornadas vino de la mano de los hits seleccionados del primero, en Viña con ‘The New’ y en Santiago con ‘Leif Erikson’, dos favoritas de los fans más acérrimos.

A pesar de la diferencia entre ambos recintos, la atmósfera en su estado más puro era la misma. Porque después de escucharlos como parte del cartel de dos grandes festivales (Lollapalooza y Primavera Sound) había que recordar por qué valía tanto la pena presenciar a Interpol en solitario. Algo entre la oscuridad de los espacios, las luces que evocaban los colores de ambos discos, la incapacidad de nuestros ojos de poder ver más allá que las siluetas de sus miembros, nos recordaron el halo de misterio y deseo que nos atrajo a Interpol por primera vez. Un aura que solo se puede explicar por el expresivo bajo que abandonó Dengler, las complejas narrativas de la guitarra de Kessler, el ritmo inusual de la batería de Fogarino y la voz espectral de Banks lo que los convierte, aún con bajas y pérdidas, en los últimos grandes exponentes del rock de terno y corbata.

“Sinceramente muchas gracias”, dijo un mexicanizado Paul Banks casi al terminar la segunda velada. Y sí, sinceramente.

Fotos por: Ramón eMe Gómez (Viña del mar) y Guille Salazar (Santiago).