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Primavera Sound #1: el primer día de un festival único

Primavera Sound #1: el primer día de un festival único

Soccer Mommy

Soccer Mommy debutó en el escenario más bonito del Primavera Sound, el Ray-Ban. En un foro griego, con el mar a sus espaldas, Sophie Allison demostró el poder históricamente invisibilizado de una mujer con una guitarra en las manos.  Acompañada de su banda transitó por sus canciones tristes de Clean, Collection y For Young Hearts.  Y ahí, con la brisa del mar en la cara, no solo se respiraba el aroma de las olas, sino también de todas las que han venido antes. Desde Liz Phair o incluso Lush, hasta llegar incluso a sus contemporáneas como Mitski. Un linaje que con sus canciones aporta mil veces más al dato o a la estadística que el número de guitarras que puede vender Fender.

Certera, sencilla. “Esta canción es para ese momento en el que te encuentras patética. ¿Les ha pasado?”. Cómo no. Uno de los primeros conciertos de la tarde nos situó a todos en una película tipo Coming On Age. Canciones de descubrimiento, de avance. Canciones que ponen en palabras y sonidos la confusión y la tristeza de los diecitantos. (Javiera Tapia)

Foto por Paco Amate

Stephen Malkmus

Faltaba sólo un par de minutos para el show pop con más convocatoria y hype de esta edición – Rosalía-, cuando las pantallas laterales de los escenarios principales hicieron un repaso por los principales artistas que han recibido en sus ediciones, hasta llegar al 2020: Pavement. La noticia de la reunión llegó un poco antes, con una serie de postales que se entregaron en la entrada del Parc del Fórum; pero desde el comienzo del festival la vigencia y espíritu de Stephen Malkmus rondó en los brazos del Primavera Pro, y por supuesto, como parte del cartel en el que lució flamante junto a los Jicks.

Últimas horas de sol en la costa de Barcelona para recibir a Joanna, Mike y Jake, contenedores perfectos para el distraído virtuosismo que presenta el compositor, que esa misma tarde celebraba un año más de vida. La gracia, frescura y estado actual que presenta Stephen Malkmus en la primera jornada del Primavera Sound solo viene a reconfirmar el buen entendimiento del músico respecto a la evolución de su propia esencia.

Sin euforias descontextualizadas, con sus habituales trucos en guitarra, SM demostró que no necesita el rotulado de salvador de cuerdas porque es capaz de llevarlas a un plano contingente y eterno. El total entendimiento de la independencia y el pop como paralelas que, tal vez, no necesitan cruzarse, pero sí observarse, retroalimentarse y sacarse provecho. No necesitas ser el salvador de ningún estilo cuando eres el perpetuador de uno, y tal como dice la misma organización, mientras Malkmus tenga una guitarra y ganas de sacarla a pasear, seguirá delirando su existencia en acordes lúdicos y relatos que parecen inconexos pero que cifran la vida en clave sencilla y conmovedora, tal como él. (Bárbara Carvacho)

Foto por Paco Amate

Erykah Badu

Costó pero se pudo. Erykah Badu fue una de las primeras grandes señoras de la música popular actual que desfiló por el festival. Quizás la expectativa jugó en contra. Ver su nombre en el cartel creaba inmediatamente un deseo. Que el momento de estar frente a ella sería como entrar a una boca de lobo en la que solo seríamos iluminados por los bronces y los coros de su soul contemporáneo, sin descanso. Pero le costó arrancar y el ritual chamánico se extendía sin fin. Una lástima, pensando en que arriba de ese escenario había oro puro. En primer lugar ella, por supuesto. Luego, percusiones, una batería, un bajista y coristas con un ritmo con el que solo se nace. Pero toda esa cadencia se vio mermada con un concierto entrecortado, lento. Y vivimos todo nuestro encuentro en esa ambivalencia: una base impecable que constantemente parecía que iba a explotar, pero el momento nunca llegaba. Solo quedaba disfrutar del proceso. (Javiera Tapia)

Foto por Sergio Albert

Big Thief

Una joya nadando entre leyendas y promesas. Mirar a Adrianne Lenker puede significar que te robe el espíritu con trances cautivantes que te hacen viajar, con suavidad, a esos oscuros rincones humanos en los que solemos perder el sentido. Música de tormento, que a su vez, son canciones de salvación, y con esa solemnidad de introspección es que uno de los grandes escenarios del festival recibió a los responsables de un excelente último largo, titulado U.F.O.F.

Es este estreno el que se robó el show, haciendo repasos por sus placas pasadas como Capacity y Masterpiece, dos construcciones que sustentan lo que hoy brilla como esa pieza faltante de un puzzle respecto a la canción de autora, que usa su honestidad a un nivel capaz de pararte los pelos. De voz cautivante y banda versátil, Big Thief demostró por qué son un número obligado para entender las fusiones del indie rock y los infiernos de Brooklyn: una fórmula que suena a vencido pero que Lenker y compañía vienen a dignificar. (Bárbara Carvacho)

Foto por Eric Pamies

Christine and the Queens

Sensual, histriónica, atractiva. No es por ocupar calificativos insultantes para alzar a una vocalista, como si sus únicos atributos fueran los físicos o hipersexualizados. Sensual, histriónica y atractiva pero en su ley, en la del amor propio.

Esa es la bandera que se levantó en el primer show de noche que vivió el escenario Primavera, ubicado justo en la entrada de la fiesta. Punto privilegiado para una montonera de curiosxs que se fusionaron con la fanbase de esta agrupación liderada por la francesa Hëloïse Letissier, quien de blusa roja, pasos a lo Michael Jackson, y harta pirotecnia, logra hacerte bailar mientras piensas en la importancia de quererte y lo cómoda que puedes lucir cuando lo logras.

Mucho para decir, pero también mucho para cantar; porque aún cuando nos encontramos frente a una frontwoman con un fin claro de entregarte una moraleja, también chocamos con canciones-hits de excelente factura, baladas súper dignas y coreografías aplicables en el ballet o en la disco, la misma dualidad que Christine y sus reinas presenta sin siquiera agitarse más de la cuenta. Un pop de calidad que ya cosecha los réditos de todo el trayecto vivido. (Bárbara Carvacho)

Foto por Sharon López

Charli XCX

La frase -tan tradicional por las tierras del festival- “hacer lo que me salga del coño” resume perfectamente el paso de Charli XCX por el Primavera Sound. Su concierto fue el reflejo perfecto de su propuesta, una que va desde las decisiones que toma al lanzar su música, hasta su feed de Instagram. Sola en el escenario y acompañada de dos cubos amarillos gigantes. No necesitó nada más y comenzó la fiesta con ‘Blame it on your love’, un hit que removió a todos los asistentes al escenario Primavera, el mismo que tuvo el honor de ser pisado horas antes por Christine and the Queens y al que la francesa volvió a subir, para acompañar a Charli en una colaboración inédita,  ‘Gone’.

La inglesa hizo lo que quiso. Desde sacar toda la artillería de sus sonidos PC Music y no parar de saltar y bailar sin perder ni una nota mientras cantaba, hacer una versión de ‘Wannabe’ de Spice Girls, a estas alturas, el ‘Gracias a la vida’ de los ingleses. Comprobado. Desde hace algunos años, este festival es una de las fechas imperdibles (el uso de esta palabra no es un cliché en este caso, lo juro), de un público inglés cada vez mayor. Y bastaron apenas unos segundos de ese himno del pop noventero para que se hicieran notar en el mar de gente.

Gracias a la vida que existe Madonna. Hay algo de su espíritu que se encuentra también en la propuesta en vivo de Charli XCX. Te hacía reír. Hay desparpajo, fiesta, pop y riesgo. Lo que le salga del coño. (Javiera Tapia)

Foto por Sergio Albert

Nas

Una de las buenas vistas que tiene Primavera Sound es el anfiteatro de Ray-Ban, un escenario con galerías de concreto que permiten disfrutar el show en dos modalidades: o dándolo todo en la explanada, o siendo un cómodo espectador sentado mientras tomas un trago. El yin y yang de cómo vivir un concierto, algo muy similar a la carrera de Nas, que en su álbum del 2018 se sintió más como ese amigo cansado de saltar, que prefiere ver a su artista en una butaca mientras graba con el celular. Una historia bastante diferente a lo que es Illmatic, que vendría siendo el amigo que llega una hora antes al stage para poder quedar en la reja.

Lleno y esperado, coreado tanto como balbuceado, Nas hizo repaso por su carrera haciendo hincapié en esos clásicos que queríamos cantar; los sentados y los de pie. Interludios populares, bien animados y con un baterista soporte que va del coro al cover sin arrugarse, formaron un show redondo, sin mucho riesgo, y por ende, sin tanto error. Todo lo que esperábamos pero nada más, un paseo de museo en un cartel que destaca por apostar a volarte la cabeza, que en este punto apeló a la nostalgia y la historia para dar un prudente buen momento. (Bárbara Carvacho)

Foto por Christian Bertrand

FKA Twigs

Si uno se da una vuelta por las crónicas del primer día en diferentes medios puede que las valoraciones varíen entre ellos pero, es seguro, que en casi todas se repite el nombre de FKA Twigs. Aún esperando su segundo disco del que ya conocemos ‘Cellophane’, que le sirvió para cerrar su teatral show. Y es que mostró las cartas desde el inicio con un arrollador trío compuesto de ‘Hide’, ‘Water Me’ y ‘Pendulum’ con ella como dominadora absoluta del escenario. Y se la veía pletórica (no hay que olvidar que ha estado ausente los últimos tres años por problemas graves de salud). Como la Björk de la generación Z (extravagante en su puesta en escena, experimental pero a la vez con melodías irresistibles, dominadora absoluta de su proyecto), con despliegue físico incluido, para muchos (entre ellos Clairo que, entusiasmada, declaró en Twitter que era el mejor show que había visto en su vida) la gran triunfadora del festival. (Daniel Hernández)

Foto por Sergio Albert

Guided By Voices

¿Cuál será el secreto de Robert Pollard para la clase de vitalidad que nos entregó? Acostumbrados a setlist extensos, Guided By Voices regaló 30 canciones suficientes para echarse al hombro todo el rotulado indie que tuvo, alguna vez, todo el Primavera Sound. No solo padres de sus sonidos, también de varias camadas futuras que los siguieron, y el vivo deja clarísimo por qué.

Señores y señoras que llegaron a revivir esas canciones con las que amaron, jóvenes petulantes aburridos del reguetón, y variopintos europeos arriba de la pelota gritando ¡GBV! una y otra vez, conformaron la masa que no se aburrió de aplaudir y cantar en nombre de todas esas bandas que fueron sepultadas por el tan desgraciado pop y dembow, como se escuchó.

La baja fidelidad en su esplendor, ya a este punto una leyenda. 61 años en el cuerpo y una competencia que, una de 28, envidia. Porque Guided By Voices es exactamente eso: cadencia en el ritmo y un repertorio inagotable que, pareciera, siempre logrará sorprender mientras Pollard beba de su botellón de whisky agitando el pandero.

Y casi como tachando la lista de cosas que ya hizo, probó y cumplió, que describe la canción, el frontman abre con ‘My Future in Barcelona’ para dar paso a una hora y media de lecciones no sólo sobre cómo tocar y hacerlo bien, también sobre cómo no dejar de vivir cuando la cuenta ya empieza a ir para atrás. (Bárbara Carvacho)

Foto por Christian Bertrand