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Alejandro Gómez: “de las penas también se aprende”

Alejandro Gómez: “de las penas también se aprende”

“Yo no lo esperaba, yo lo veía difícil. Primero me mostraba reticente, porque esto partió de una idea, partió en verano. Para las fiestas, año nuevo, mi mamá me da un abrazo y me dice: ‘hijo, este año se cumplen 20 años’… mi mamá es fanática de Solar, por cierto. Me dice, ‘este año se cumplen 20 años de Play, cómo no van a ser capaces de ponerse de acuerdo para hacer algo. Nadie les está pidiendo que se junten, pero hagan algo, háganlo por ustedes, no sean lesos’. Y yo, ‘sí, ya mamá, sí sí’. Y después Barry (Sage, el productor del disco) con su speech: ‘sería lamentable, una suerte de decepción, Alejandro, si dejásemos pasar los 20 años, sin que se haga algo, un concierto’. Y fue tanto que dije: ‘ya Barry, ya mamá, voy a escribir un mail’. Y escribí y, uhhh, no sabes, me demoré no sabes cuánto. Estuve dándome vueltas. Y yo pensaba, ‘¿pero cómo lo planteo?’. Y entonces lo escribí, llamé a una reunión. Nos juntamos todos y empezamos a vernos las caras, después de mucho tiempo. Al principio José estaba medio reticente, pero como cual bola de nieve a cada uno le ha empezado a hacer sentido lo bonito que es, el mensaje que hay detrás de una reunión de este tipo, y lo que se pretende preservar.

Así fue como comenzó la idea de reunir a los integrantes originales de Solar para celebrar los veinte años de la publicación de Play, un disco lanzado en medio de esa fiebre de fichajes de las multinacionales en la década de los noventa y que para muchos después de varias temporadas comenzó a encontrar su verdadero lugar en la historia de la música popular chilena reciente. Pero vamos al inicio. Y con banda sonora:

Alejandro Gómez se fue de Chile a los cinco años y volvió a los quince. Después de salir del colegio, viendo bandas y escuchando música empezó a incubar la idea de hacer su propio grupo. “En la música tengo harto de autodidacta. No digamos de que me armaba un método, pero, sí recopilando experiencias, veía a alguien tocando la guitarra y decía, ‘oh, ese acorde es interesante’, y lo iba incorporando a mi bagaje. Siempre fue eso, la necesidad de sentirse un poquito distinto. Para qué andarnos con cosas, dime qué escuchas y te diré quién eres. Así nos empezamos a juntar entre gente que teníamos gustos afines. Y la idea era intercambiar música. Lo que tenía el uno, el otro, yo te podía pasar… al final era el tráfico de casetes. Iba para allá y para acá. Hasta que apareció The House of Love y My Bloody Valentine. Ese fue como el momento crucial, donde todo cambió. Yo escuché a House of Love antes que My Bloody Valentine, y dije ‘esto es lo que yo quiero hacer’. Y de pasadita no tengo que olvidar a Ride, también. Cuando apareció ese casete, Smile, que compré en Fusión, recuerdo era bien caro y tenía puras seis canciones, era bien caro. Ese se transformó en… esos tres nombres fueron los que detonaron la idea de armar una banda en serio”.

Así fue como el músico se puso a trabajar para poder comprarse una guitarra en el persa. “Empecé a aprender, a comprarle algunos efectos. Pero en ese tiempo no era como ahora. Ahora tú puedes poner algo en Youtube y calcular cómo sonar. En ese tiempo no. Era como que había que experimentar no más. Al final era alucinar con la idea de hacer algo, no parecido, pero algo que tuviera ese mismo espíritu, esa misma épica”, explica.

“Había algo más que ser virtuoso o un gran instrumentista. Era tener un punto de vista estético respecto a la música que nos gustaba. No una cuestión general, que me gustara cualquier cosa. Si bien a mí me gustaba el Blood Sugar Sex Magic, que también le gustaba a todos mis amigos de las pichangas, éticamente o estéticamente yo tenía que diferenciarme. Reconozco que a mí me gustaban canciones de ese disco, también me lo vacilé, y ‘Give It Away’ la bailé en todas las fiestas que pude. Pero no era eso lo que curtíamos en términos estilísticos. Igual hoy en día pienso que era bonita esa actitud. Era como, (pone voz de snob) ‘hey, espérate’. Era un placer culpable Red Hot Chili Peppers, por ejemplo”.

“A Javier (Pañella) y a Richi (Ricardo Contesse) los conocí por José (Domínguez). Nosotros éramos amigos y lo hueveaba todos los días, le decía ‘el grupo, el grupo, el grupo’, que todavía no existía. ‘Necesitábamos encontrar gente, tenemos que armar este grupo, el mejor grupo de Chile’, le decía. ¡Pero qué vai a hacer?’. ‘Voy a tener el mejor grupo que haya existido en Chile’. Y me decían ‘sí, sí, claro. Estudia, prepárate’. Y José me presentó a Richi por eso. El José llegó y me mostró un demo que tenía Richi, que había recién grabado. Había hecho algo en su minicomponente, no sé cómo lo hizo, invitó a un amigo, inventaron unos tarros e hicieron un tema. No tenía letra y para mí fue como…’¡yo quiero armar un grupo con este compadre, pero al tiro, al tiro!’. Porque lo que sonaba tenía toda la onda. Yo pensaba, seguro que escuchó ese tema de My Bloody Valentine… ‘Off Your face’ (tararea). Grabado así con nada, con una guitarra eléctrica que le debe haber costado cuarenta lucas, pero sonaba bien. Entonces le dije: ‘José, preséntame a Richi’”.

“Cuando nos presentaron, Richi ya estaba sobre aviso de quién era yo, porque José le había hablado de mí, entonces se pavoneó bastante bien, y se lució bastante la primera vez que nos vimos. Estaba con la guitarra y se sabía varios temas del Dynamo que yo no me sabía. Y yo quedé sorprendido, me fui a mi casa desafiado. Tenía que irme a mi casa y tomarme esto bien en serio. Y al final empezamos a juntarnos y éramos los tres nada más. Luego se sumó Javier, que era amigo y compañero de Richi. Él siempre ha sido un personaje como… a veces era lunático pero siempre una especie de cerebro de Solar, en el sentido de que si él estaba en las teclas -o a veces ni tocaba- pero estábamos nosotros tocando y decía: ese Mi, podría ser Mi menor, y era…¡guau, verdad!. Y ahí se empezaba a conformar esto. Así que ha sido bonita la reunión con los originales porque la cuestión quedó ahí, es como una cápsula en el tiempo, y los roles siguen siendo más o menos los mismos. Ayer estábamos ensayando unos coros y Javier encontró una solución. Estábamos probando, hizo una propuesta y…funciona”.

Una anécdota que, según Alejandro, demuestra muy bien esa capacidad de Javier: 

“Estábamos buscando un nombre. Y sale Radar. ‘Pero no, cómo le vamos a poner radar. Pensemos en algo no tan típico’, decíamos. Y dije yo: un Sonar. Un sonar marino. Pero dijeron, ‘pero es que van a empezar a hacer asociaciones con sonarse las narices, necesitamos que nos tomen en serio’. Y ahí Javier dijo: ‘pero no es necesario cambiar el nombre entero. Entonces comenzó a pensar, le sacamos la N, le ponemos la L. Y nos fuimos al Dante a celebrarlo. Era una cuestión estética nada más. No era necesario cambiar todo, sólo que la N no funcionaba. Y la L funcionó muy bien”.

solar
Foto: Aldo Benincasa

Viendo la importancia que tomaba Solar a ese ejercicio de estilo en su espíritu -extranjero y muy inglés- ¿qué les llamaba la atención de Chile?. La respuesta de Gómez en un primer momento sorprende e inmediatamente cobra todo el sentido.

“No sé si era literal, si lo compartían los demás de la banda, pero yo siempre le tuve respeto a lo que hacían la Ley en sus comienzos. Por la imagen que presentaba. Cuando se presentaba La Ley no era cualquier grupo. Independiente de las consideraciones estilísticas y musicales. Pero de imagen, de presencia. Cuando uno iba a un show, en la misma Batuta, y veías a este grupo en escena, tú sabías que este grupo iba para otro lado. Ya se veía como un número grande. No era una tocata cualquiera ‘sí, me voy a conectar’, no era una tocata indie, digamos. Era como ¡guau!, el Beto Cuevas se paraba en el escenario y era realmente una imagen imponente, no me sorprende nada que hayan logrado lo que consiguieron. Pero esto es una consideración extramusical. Y esas cosas siempre me han atraído. De alguna manera, tuvo influencia en Solar, porque en el sentido de esa cuestión ceremoniosa y que no era cualquier cosa subirse a un escenario. Y si nos presentábamos, la puesta en escena, aunque fuera simple o cualquier show, tuviera una cierta formalidad. Nos la autoimponíamos. Otras de las gracias de Solar es que no había ningún virtuoso, pero la unión de todos sus instrumentos, sus cerebros y corazones, y el espíritu musical que nos convocaba, nos hacía ser como ceremoniosos, y entonces tocábamos con orgullo”.

En 1996 la banda debuta con el EP Medícame y un año después aparece Play a través de BMG, el mismo álbum que celebra sus veinte años de publicación este jueves en Club Chocolate, con los integrantes originales.

“Solar pecó un poco de no saber cómo presentar nuestra imagen e imponerla. Porque en cuanto nos empezamos a hacer públicos, la prensa de entonces necesitaba encasillarnos en algún lado. O éramos una copia de Soda Stereo, o tenían que encajarnos con Canal Magdalena, Glup!… aunque yo nunca sentí que hiciéramos algo parecido. Obviamente somos contemporáneos, pero se entiende que para mí siempre fue forzado eso, meter a Solar con Glup! y Canal Magdalena, nunca estuve de acuerdo. A pesar de que compartí harto con los Canal Magdalena, jugábamos a la pelota, pero ellos tenían otra perspectiva de las cosas. Ellos querían ser Blur. Ellos querían ser el brit-pop, encarnar el brit-pop en Chile. Nosotros no queríamos encarnar nada, queríamos ser nosotros. También, a nosotros nos pelaban que las letras eran horribles, la prensa de la época nos destruyó porque las letras eran muy malas. Y ahora que estoy ensayando para el show, claro, yo me acomplejé por lo mismo… pensaba y ¿qué saben estos hueones de escribir letras? ¿Y comparadas con qué?”.

El camino al revés 

La caída de todo comienza en lo que muchos podrían definir como el mejor momento de la banda. “Es curioso, es como una película, porque todo el mundo pensaba que estábamos en la cima, teloneando a Soda Stereo frente a 70 mil personas, en el Estadio Nacional, y por dentro la historia es totalmente diferente, nos estábamos desmoronando. Hace poco leí una entrevista a Álvaro Henríquez, hablando del Fome, también en el ‘97, que si era su mejor disco…y por dentro pensaban: ‘esta es la última hueá que hacemos juntos’. Al final en todos los lados se cuecen habas”.

“La deserción de los integrantes es como el momento culmine de la película. Ahí ya empieza la debacle. Se va el tecladista después del concierto de Soda Stereo, el guitarrista empieza a fallar, se encuentra más desmotivado. Nos vamos a una gira al norte, que fue un calvario, y termino echando al Richi. Nos quedamos tres no más, José, Claudio y yo”, relata. “Todo eso se fue confabulando, murió mi papá, y toda la cuestión venía cuesta abajo. Luego, la novia de Claudio había quedado embarazada, entonces, invariablemente se terminó yendo. Quedamos José y yo, pensamos ‘¿qué hacemos?’. Y fue como nos vemos y se acabó, o sigamos adelante. Y en ese proceso vino la independización.

“Empezamos de nuevo, y aparecieron otros integrantes. Y ya el escenario era diferente, las experiencias empezaron a ser de otra manera, todo fue mucho más aperrado. Como que hicimos el trabajo al revés. Empezamos a aperrar con la independencia y le pusimos todo el ñeque, y comenzamos a tener mejores shows en vivo. Eso es un recuerdo que tengo. Las primeras recompensas reales a nivel artístico para mí fue cuando en la segunda tanda, empezamos a tocar en vivo, y tocábamos en las peores condiciones pero lo hacíamos igual, y lográbamos hacer sonar el asunto en nuestros términos. Y así nos fuimos haciéndonos respetar en el fondo. Y nos decían, ¿esta no es la misma banda que antes?. Por cierto, no. Pero el espíritu siempre fue el mismo”.

“Es bonito veinte años después, tener esta posibilidad. No creo que el próximo año vayamos a hacer el Sábado. Alguien me dijo que yo no he dejado claro que esto es sólo una reunión simbólica por la celebración de los veinte años. No es que llegamos para quedarnos, nos reunimos. No, esto es especialmente por este año, que se cumplen dos décadas. Y si bien puede que haya más de un show, no es una cuestión que se vaya a prolongar, que se proyecte. ¡Aunque las ganas siempre están!. Por mi lado, cualquier cosa que sale en la sala de ensayo es, ¡oh!. Pero no, hay que mantenerlo, porque sí, también hay que respetar la palabra. Lo que yo les propuse en esa reunión es bien acotado y hay que respetar eso. No es como que los vaya a engrupir y luego esté: ‘oye cabros, nos salió una tocata en cualquier sitio, vamos al tiro’. No”.

“Como estamos más viejos, somos más respetuosos. Andamos más relajados también. Eso es bonito. Pero también hay eso que contaba, cuando se reunió The Police, y entrevistaron a Sting y dijo que, al poco de andar en los ensayos, se dio cuenta de porqué se había acabado. Porque empiezan a aparecer las mismas cuestiones que ocurrían veinte años atrás.  En este caso es divertido, porque la dinámica está ahí, es divertido verse a uno mismo como hace años atrás, con la diferencia de que no somos tan jóvenes y que nos damos más espacio, y que prestamos más atención al otro. No sé si me explico. Hay ciertos detalles de cómo hacer las cosas más fácil al otro. En ese tiempo estaba el ego de cinco hueones mirando para cualquier lado. Somos mucho más tolerantes hoy en día. Eso es bonito. Todos hemos aprendido de las cosas buenas y de las malas también. De las penas también se aprende. De las alegrías se aprende sin duda, pero a veces desde las alegrías como que uno descansa en ellas”.

“A medida que se acerca la fecha del show, yo noto en mí que puede crecer la ansiedad, los nervios de que debe salir bien, de que no podemos equivocarnos, volver con esa neurosis. Y ayer, antes de ensayar dije ‘a medida que se acerque la fecha es posible que nos vayamos poniendo más ansiosos, pero que no cunda el pánico, que no se pierda el foco de esta reunión, que es disfrutar a concho, y que lo pasemos bien haciendo estas canciones. Olvídense de todo’. Pensar ‘es que no estoy preparado, necesito más tiempo…’, no, olvídense y céntrense en disfrutarlo y en hacer estas canciones de corazón. Y el ensayo fue fantástico. Si alguien busca que sea el concierto perfecto, en el que todo funcionó como… ¿has cachado esos shows mainstream que son como el mismo show, secuenciado, el mismo que hicieron el Bogotá, en otro lugar, las frases entre las canciones?. Qué hueá más fome. En mi época cuando iba a ver conciertos eran únicos e irrepetibles. Como cuando vino Nirvana a Argentina, eso que pasó, pasó sólo en Argentina. Que estaban tan picados porque los entrevistaban sólo por ‘Smell like teen spirit’ y se la pedían… y quedó la cagada cuando tocaron sólo la introducción…”.

—Pero eso fue en venganza porque estaban pifiando a las teloneras, a las Calamity Jane.

“Bien por Kurt Cobain. ¿Viste? Él no le respondía a ningún sello ni a nadie”.

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