Now Reading
Denise Rosenthal: “Fue muy difícil que se me validara como compositora”

Denise Rosenthal: “Fue muy difícil que se me validara como compositora”

Denise Rosenthal lleva prácticamente la mitad de su vida buscando la manera de conseguir hacer lo que quiere, de la forma que quiere. Si con Cambio de Piel en el 2017 veíamos cómo se acercaba a todas esas ideas que planteaba a este mismo medio en el 2015, cuatro años más tarde, en medio de una crisis social y política, nos sentamos a conversar con ella y constatamos que esa perseverancia le ha permitido construirse y conocerse. Discos, canciones, un debut en el Movistar. Los frutos de Denise. 


Desde el 18 de octubre, el tablero completo se dio vuelta. Tuvimos semanas de shock, gracias a las irracionales decisiones del gobierno de Sebastián Piñera. La principal, sacar militares a la calle. Van dos meses de violencia estatal en las ciudades de todo Chile y de un gaslighting profundo de parte de las autoridades. Dos meses en que es más inteligente creer en los muros de las calles que en las noticias de la televisión o los diarios. Las calles son museos y también dicen verdades, por ejemplo, hay una frase que se escribe una y otra vez: “estamos peor pero estamos mejor, porque antes estábamos bien pero era mentira. No como ahora que estamos mal pero es verdad”.

El tablero se dio vuelta y nadie quedó intacto. Denise Rosenthal, al igual que todo Chile, siente que su vida cambió. “Creo que es imposible ser indiferente a todo lo que está ocurriendo. Creo que he intentado enfocarme a ver de qué manera podemos seguir construyendo, aportando, visibilizando ciertos temas que son importantes abordar. Hay que replantearse todo, desde nuestro trabajo, a cómo nos enfrentamos a la comunidad, a la sociedad, en cómo nos enfrentamos con nosotras mismas y eso es lo que he hecho hasta ahora”, explica, a horas de haber presentado ‘Ni un fruto’, un nuevo single que no estaba contemplado para salir, pero que a la artista le pareció apropiado compartir dado el contexto.

Para ella ‘Ni un fruto’, además, “iba más de la mano también con los procesos que yo había estado viviendo durante este tiempo. Creo que nuestra democracia, que es bastante imperfecta, siempre ha estado en deuda con los derechos de la mujer y es por eso que me ha interesado poder hablar de esto en mis canciones desde hace un tiempo, ponerlo encima de la mesa, habitando espacios populares que generalmente carecen de esas temáticas y que buscan entretener. Yo no solo busco entretener, sino que desde hace un tiempo, estoy tratando de generar contenidos, generar diálogos, de reflexionar, escucharnos y analizarnos a nosotras mismas, creo que ese trabajo también es muy importante de hacer”.

¿Por qué una canción de pop como esta podría ser pertinente en el contexto actual? Abramos la ventana, miremos las calles, leamos las mentiras de los diarios. Los que tienen el poder nos están negando una constitución paritaria, no quieren mujeres construyéndola. Por supuesto, tampoco disidencias, indígenas, ni personas con discapacidad. Chile despertó, pero no tanto, quizás con resaca, porque los medios de comunicación siguen siendo una pasarela de hombres con plata “analizando” la crisis de un modelo que ellos mismos negociaron, crearon y se han encargado de perpetuar. ¿Te parece muy lejano a tu cotidianeidad el último ejemplo? Pregúntale a tus amigas cuántas veces han tenido -en estos dos meses- que marchar con el hombre que les pegó, las abusó o las violó.

Sí, las canciones feministas son necesarias siempre, más ahora. Chile despertó, pero ignorando el feminismo. Irónicamente, uno de los movimientos que sirvió de reloj despertador.

Es probable que Denise sea una de las artistas chilenas que más ha tenido que enfrentarse a la exposición. Partió trabajando en televisión a los 16 años y desde entonces, su crecimiento, evolución y sus ensayos y errores han estado a la vista de todos. También su imagen. En una entrevista en el 2015 en POTQ Magazine, Denise relataba: “Fui una niña sexualizada, al final. En ese momento me sentía incómoda, a veces, pero era una niña, entonces tampoco tenía tanta conciencia de lo que provocaba o no. No era ese mi foco. Yo estaba haciendo lo que me gustaba no más. El resto me importaba una raja. Estaba acostumbrada a que me miraran, a que de repente me gritaran hueás. Mi madre gracia a dios, siempre me decía que tenía que pasarme por la raja todas las hueás y que nadie podía pasarme a llevar. Entonces si un hueón me gritaba algo, me daba vuelta y lo puteaba”.

En esa misma publicación, cuando aún Cambio de Piel era una idea naciendo en su cabeza, hablaba sobre cómo se imaginaba su carrera. Y aparecían declaraciones como “lo que estoy tratando de hacer es un pop así como con contenido musical”, “no puedo gastar toda mi energía en acabar con los prejuicios, entonces tendí a dejarlo en segundo plano”.

Han pasado cuatro años y un disco en el 2017 que aterriza por completo todas las reflexiones de Denise en esa entrevista. Hoy, en el 2019, conversando sobre lo transparente, evidente o expuesto que ha sido todo su proceso como artista, ella cree que “tiene sus pro y contras, porque exponer todos los procesos creativos y profesionales es complejo. Generalmente, como funciona la industria de la música popular es que uno sale hablando con alguien muy bien construido, o sea, que hay mucha gente atrás que está pendiente de esto y lo otro y, en realidad, mi proyecto se ha diferenciado de eso un poco. He ido construyéndolo en el camino y ha sido uno bastante solitario hasta hace un tiempo, que siento que armé un grupo de trabajo muy cohesionado, me siento muy acompañada y cobijada. Pasé por muchas cosas bastante complejas a lo largo de mi carrera y perseveré. Desde decir ya, quiero aprender, cómo lo hago, quiero tocar piano… tratar de ver de qué manera podía hacer mejor mi trabajo”.

“El proceso personal que una vive como compositora, como mujer, como música, es muy distinto a cuando una empieza a hacer el trabajo personal de confiar en una misma. Este tercer disco tiene un proceso creativo que viene mucho más desde mi intimidad, las canciones las compuse en su mayoría en mi estudio. Hice maquetas con el piano, con la guitarra, utilicé otros elementos. Las letras también son mucho más personales, me atreví un poco más. Dejé un poco de lado las inseguridades y los miedos porque creo que muchas veces sufrí con esa barrera que yo misma me ponía. He aprendido a soltar y a confiar en mis procesos también, entender que seguramente uno no está acostumbrado a verlo expuesto, porque en la música siempre se ve todo muy armado, es una industria, así funcionan los proyectos y los productos musicales”.

Explica que, aún cuando desde Fiesta (2013) ha habido un proceso de aprendizaje muy importante, “desde que decidí hacer mis canciones nunca no fui parte de la composición. Ahí no tenía tantas herramientas como tengo hoy, eso fue hace ocho años, entonces trabajaba como co-productora y co-compositora. Los músicos me daban bases y yo hacía la melodía, después escribía las letras, pero igual mezclaba con inglés, porque estaba en mi búsqueda de cómo congeniaba este mundo que amo, disfruto y me inspira mucho, que es el rhythm and blues y cómo eso lo mezclaba con la música y cultura latinoamericana, que también amo, valoro muchísimo y la respeto. Entonces, al inicio, me tiré a la piscina y fui probando. Y si bien habían canciones que habían partido de mí, eran pocas”.

“En Cambio de Piel fue un proceso similar, pero ya había seis canciones dentro del disco que las compuse yo en el piano, de a poco me fui metiendo un poco más. Fui estudiando y también gracias a compañeros que me han ayudado mucho, porque una nunca está sola realmente. Si puedo decir que puedo defender mucho mejor mi trabajo hoy, también es porque he sido respaldada también con maestros y con personas que me han acompañado en el proceso de aprendizaje. Una no nace sabiendo y nunca termina de aprender, entonces, la Lore que es mi directora de música es también mi profe y siempre me ha acompañado en mis procesos de crecimiento. Ella también me presentó a Roberto, que ha sido una parte importante en observar, reflexionar”.

Este de 12 de diciembre Denise Rosenthal se va a presentar por primera vez en el Movistar Arena, un escenario en el que muy pocos músicos chilenos pueden ser protagonistas de un concierto. “Creo que el show del Movistar está muy emotivo, porque la idea es mostrar muy transparentemente cómo fue el proceso y también mostrar mi historia”.

Y aquí volvemos a pensar en la pertinencia, esta vez más personal, de ‘Ni un fruto’, “que habla desde este lugar de sentirse poco valorada, poco validada, porque me fue muy difícil ser mujer y que se me validara como compositora, como música. Creo que, sobre todo el hecho de haber estado expuesta y de estar haciendo música popular que, generalmente, tiene otros patrones y estructuras, es muy difícil salir de ese prejuicio, entonces, me ha significado mucha frustración de no sentirme segura en ese entonces, con lo que hacía”.

Si preguntamos a todas las mujeres en Chile ¿quién de ustedes NO se ha sentido poco valorada o validada en sus quehaceres? Es probable que Isabel Plá levante la mano. Pero bueno, si hiciéramos esa pregunta, casi todas la levantaríamos e intentaríamos preguntar qué hacer. Para Denise, es algo complejo de responder.

“Somos seres que tenemos de por sí en nuestra historia ciertas carencias o profundidades de las que no nos hacemos cargo y que finalmente, una ve el problema en el entorno, que es estructural, pero también hay un trabajo personal que creo que una tiene que hacer en pro de liberarse de eso, para reconstruirse y no seguir retroalimentando esa sensación. Creo que es complejo porque es como luchar contra un gran monstruo o nadar contra la corriente. Para mí, la mayor educación que puede mejorar el hecho de sentirnos constantemente vulneradas, además de esperar cambios en el sistema, es intentar generar esos cambios dentro de una, viendo cómo despojarnos de esos patrones, porque nosotras mismas estamos construidas desde ese lugar”.

“Da miedo enfrentarse a eso. Lo más cómodo sería no hacerlo, hacer otra cosa. O como también yo veo, dentro de mi historia, en mi primer disco me presentaba como D-Niss y era un personaje. Creo que también era una forma que yo tenía de protegerme, porque efectivamente la exposición es muy dolorosa. Que todo el rato te estén juzgando, que la gente esté esperando algo de ti, que tengan una expectativa. Creo que decidí traspasar esa barrera porque mi ambición o mi meta era mucho mayor, era poder conectarme de verdad con las personas, formar un lazo, una intimidad que era muy importante para mí, para mostrarme cómo era. Por qué tenía que estar siendo un personaje, si hacía algo, la gente iba a pensar tal cosa. Y creo que todo eso, son cosas que una viene cargando desde hace mucho tiempo, sobre todo porque partí a los 16 años trabajando. Un nivel de exposición a una edad tan temprana es complejo”.

Es muy conmovedor comenzar a detectar los universos de los músicos, tanto en los sonidos que una y otra vez aparecen como herramientas de creación, como también las palabras que entran y salen de sus canciones de vez en cuando. Si Javiera Mena recurre una y otra vez al concepto de “verdad” y lo explora desde diferentes perspectivas, Denise Rosenthal tiene un cantar constante sobre la idea de reflexionar, de analizarnos por dentro. Cuando se lo digo, deja su tostada con palta en el plato, se tapa la cara, abre los ojos y se ríe fuerte. Al parecer concuerda.

“Jajajajaja sí, es verdad. Es que creo que una tiene que hacerlo. Y es difícil, porque vivimos en una sociedad en la que la inteligencia emocional y que la educación y salud mental sea un privilegio y eso no puede ser. Yo, como exponente popular, como mi ambición está en llegar a masas, sí puedo hablar sobre ciertas cosas para que quienes me escuchan comiencen a explorar un mundo que para mí es sumamente importante, sobre todo en momentos como el actual”.

“Es importante observar que estamos en una oportunidad para mejorar nuestra democracia, realmente, desde la estructura, para que efectivamente sea más justa, equitativa, para que haya respeto y dignidad, pero también, por otro lado, tenemos que intentar ver de qué manera, desde nuestras herramientas podemos contribuir al mundo ciertas cosas. Creo que hay muchas personas -el mismo capitalismo nos ha hecho regirnos por esas normas- que viven desde la individualidad, la veo por mí y chao. Entonces, creo que esas cosas tenemos que observar para poder construir una comunidad, para volver a encontrarnos”.

Y si esas son las ideas y propuestas recurrentes en las palabras. Una marca clara del universo de Denise son los juegos vocales. “Creo que he ido cada vez más profundizando en mi sonido, es escarbar y escarbar. Desde que partí haciendo música, los arreglos vocales han sido una parte trascendental en mis canciones. Es por donde me siento más cómoda expresándome. Rob y la Lore, que son mis compañeros y mis maestros, me preguntan qué es lo que más me gusta hacer’. Y la respuesta es sentarme en el estudio y hacer una canción en base a arreglos vocales”.

“El disco también tiene hartos interludios que son solo voces. Creo que la voz es un instrumento que siempre está medio disminuido, considero. Siento que la gente tiene esta errónea percepción de que la persona que canta nació con el don y que naturalmente puede llegar a cantar y no es así, los cantantes que tienen una técnica y que pueden conservar su instrumento a lo largo de años, es porque han estudiado mucho. Y no hay conocimiento sobre una salud vocal, también. No podemos reconocer cuando hay una voz enferma, pero sucede. Hay grandes cantantes que tienen nódulos, que tienen las cuerdas vocales dañadas. Aprender a cantar es un mundo y creo que es un instrumento hermoso”.

Para Denise, el uso de su voz ha sido también la forma en cómo ha podido conectar con los diferentes estilos musicales que la llaman. “Creo que la cultura ancestral ya sea latinoamericana o desde el r&b, siempre se ha desarrollado desde la base más humana, desde lo más natural y eso para mí ha sido un descubrimiento muy lindo, porque también hago música de una manera bastante intuitiva. Si bien he estado estudiando mucho para entender mi cabeza, porque a veces hago acordes o arreglos que no conozco, he ido entendiendo mi lenguaje desde ese lugar”.

Desde ese aprendizaje técnico, asegura que “me voy conociendo y voy observándome también, porque la idea no es caer en algo repetitivo, ese es mi mayor miedo: caer en algo que suene siempre igual. De hecho, lo que me gusta de este proceso creativo es que si bien todas las canciones tienen un hilo conductor, son todas muy distintas, tienen mundos distintos, abarcan espacios distintos. Y para mí eso es súper importante en un disco, porque creo que somos seres inmensos, creo que tenemos muchas aristas”.

“Me daba mucho miedo sacar ‘Ni un fruto’ porque es una versión mía que no había mostrado mucho, un poco más directa. Es una parte de mi personalidad que me define bastante, pero que en mis canciones no sé si lo había expuesto de esa forma. Creo que en otras composiciones si bien se puede percibir eso, acá es más explícito. Acá hay una contestación, un desahogo”.

“En estas últimas canciones he tratado de reivindicar y recuperar refranes populares latinoamericanos. Este refrán es del hombre que es bruto, no sale ni un fruto, entendiendo que el hombre incluye a la mujer, a todos, porque en un momento el hombre era sinónimo de ser humano, bueno, hasta el día de hoy hay gente que lo ve así. Entonces, me parecía súper trascendental ser un poco más específica respecto al hombre al cual me refería. El macho, para mí, es este que se rige por los patrones machistas, del patriarcado y que además es bruto. Creo que representa muy bien lo que sentía”.