La banda celebra sus treinta años con un show en el Movistar Arena y su último disco bajo el brazo, Mil Caminos, con el que honran el paso del tiempo y la memoria en compañía de amigos artistas como Manuel García, Beto Cuevas y Consuelo Schuster ¿Cómo se sostiene un grupo durante treinta años? Eduardo Caces nos entrega algunas pistas.
“Cuando miramos hacia atrás tendemos a romantizar las épocas pasadas que eran de otra forma, con otro ritmo, con otro tiempo”, dice Eduardo Caces, bajista de Lucybell, banda insigne del rock chileno que se apronta a celebrar sus treinta años de carrera con un show en el Movistar Arena este viernes 18 de agosto.
Pero el hecho de mirar atrás no lo confunde, dice. Y en esta entrevista queda muy clara la visión y quizás hasta las claves por las que un grupo puede mantenerse durante varias décadas en Chile, a pesar de todos los cambios que han habido tanto en la escena musical, en la manera de escuchar la música y también en el país.
—Recuerdo cuando fui al show que hicieron en el Teatro Caupolicán en el 2012 y ya se veía más de una generación en su audiencia ¿Ustedes tienen claro que es probable que durante todos esto años se engendraran guaguas con ‘Mataz’?— pregunto. Y Eduardo ríe, ríe mucho. Dice que en sus conciertos ha visto desde los fans de siempre, sus contemporáneos hasta niños de ocho años y adolescentes. “Es interesante ver que algo conectó con los más jóvenes, algo han visto disco a disco”, dice.
—Algo que siempre me ha llamado la atención de Lucybell es esta sensación de que siempre están defendiendo muy bien el disco que están presentando en el momento. Es como si estuviesen siempre en el presente, a pesar de tener éxitos desde inicios de la década del noventa.
Supongo que nuestra virtud, de Lucybell o de cada uno de nosotros está en el crecimiento como músicos al tocar en vivo. Creo que eso Lucybell nunca lo ha abandonado. Estar en el presente. Hay otros colegas que viven del catálogo y, por favor, no lo digo en negativo, está todo bien, pero nosotros creo que tenemos una cierta inquietud permanente. Sin querer entrar en una cosa áspera, creo que tiene que ver con que somos músicos del rigor. Yo soy el mayor de todos, pero igual para Claudio y el Cote, a nuestra generación le costaban las cosas. Costaba tener cabida. En la época en la que yo era adolescente era muy complicado, había más trabas políticas y sociales. Pero qué increíble cómo eso atraviesa todo y quizás nos hace ser de esta forma. Es como todos los días despertar y decir bueno, tengo que tocar mejor. Creo que esa es la función primaria de un músico, estar pendiente y estar presente para en algún minuto decir ok, estoy listo para pasar a la siguiente etapa.
—¿Cuáles son las claves para no perder el entusiasmo por lo que hacen después de treinta años?
Cuando haces una canción, la grabas y se la muestras al público, después viene algo de vuelta. Estos días en que hemos hecho entrevistas he pensado en lo fundamental que son nuestros fans, desde los primeros hasta los que han llegado disco a disco. Creo que son una piedra fundamental en todo esto. Quizás puede ser exagerada la palabra, pero la devoción hacia la banda, de estar siempre con ella, acompañándonos concierto a concierto, gira a gira con el mismo entusiasmo de siempre, como si fuera el primer concierto de tu banda favorita, se agradece mucho. Creo que nosotros nos empapamos de eso. Es un ir y venir. Eso nos alimenta.
Créeme que estos días previos al concierto del 18 de agosto estamos cada uno en su área mejorando. Los ingenieros comprando plugins nuevos, nosotros haciendo la escenografía junto con Jorge Gaete. Cote por otro lado arreglando algunas secuencias… Todos estamos trabajando para ese momento como si fuera la primera vez. No creo que nadie del equipo actúe de forma mecánica.
—¿Qué es lo que crees que han aprendido en los últimos años como banda?
Yo creo que a continuar con el mismo sueño. De alguna manera, las vidas van cambiando, van mutando. Si lo veo de forma personal, creo que apunto a ser mejor músico, a seguir estudiando, a… no sé si la palabra es mejorar, pero sí ser mejor. Fui contra viento y marea para lograr ser músico y puedo decir con orgullo que estoy haciendo lo que quería hacer. Entonces, supongo que esa tenacidad se mete en todo. Desde cosas más íntimas y humanas, hasta el nuevo acorde, la nueva escala o un nuevo ritmo. Eso ha permitido que Lucybell pueda estar 32 años tocando. Yo creo que todo eso la gente también lo sabe.
Siempre hemos tenido que ir paso a paso, todo lo que nos hemos propuesto sobre todo en los últimos veinte años que son de carrera independiente, fuera de una compañía, tiene que ver con esa rigurosidad. Es el rigor. Querer algo y buscarlo pese a cualquier situación.
A fines del 2019, Lucybell se embarcó en la grabación de Mil Caminos, su noveno álbum de estudio. El disco fue lanzado en 2020 y se trata de un trabajo de nuevas versiones de su discografía con arreglos acústicos con un foco preponderante en los arreglos de cuerdas y bronces, junto a invitados estelares en la interpretación, como Manuel García, Beto Cuevas y Consuelo Schuster. La intención inicial era estrenarlo en México, pero los planes quedaron truncados por la pandemia, cuenta Eduardo. “Vamos a ver qué pasa ahora con esto, después de todo lo que ha pasado que nos cambió la agenda y que por cierto nos transformó. Tenemos muchas ganas de mostrar este disco en vivo”, dice.
Sobre las colaboraciones, primero hablamos sobre Beto Cuevas colaborando en la nueva versión de ‘Milagro’. “Somos contemporáneos, cuando Lucybell estaba empezando abrieron muchos de sus shows y de hecho, Andrés Bobe quería producirle el primer disco a Lucybell en esa época, lo que iba a ser Peces. Creo que hay una identidad que nos une, un camino en la música. Cada uno tiene uno distinto pero que igual se juntan. Llamamos a Beto el mismo día que estábamos haciendo la lista de canciones que queríamos incluir. Dijimos de inmediato que ‘Milagro’ la tenía que cantar Beto. A los dos segundos nos pusimos en contacto con él y nos dijo que por supuesto lo haría, que era una canción que le había llamado mucho la atención cuando salió en nuestro disco Amanece. Entonces, claro, es un privilegio y un honor contar con él”.
También me cuenta que hay una anécdota muy bonita con Manuel García, otro de los colaborador del disco. “Nos contó que cuando se vino desde Arica, su ciudad natal, a Santiago, su canción emblema era ‘Vete’. Nosotros no lo sabíamos, nos contó después, cuando lo llamamos. Tenía, sin nosotros saberlo, una conexión muy potente con la canción”. La pregunta es, con treinta años de hits que han marcado a varias generaciones ¿quién no tiene alguna historia con Lucybell grabada en la memoria?