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Nova Materia: “Pánico era una banda del siglo XX”

Nova Materia: “Pánico era una banda del siglo XX”

En It Comes se descubre una paradoja. A la primera escucha, suena como un disco cerebral, pero al mismo tiempo, es algo que surge de la manipulación de elementos primitivos. Es un trabajo que sigue la línea de sus EPs anteriores, pero hay algo que invita a quedarse de inmediato: los sonidos reconocibles de la pista de baile.

“Yo encuentro que la parte electrónica es justamente lo que es menos cerebral, porque son ritmos simples y creo que en el proyecto, los beats y los bajos son claramente sacados de una estética de música electrónica bailable y que siento que es lo que hace que Nova Materia puede llegar a ser popular, en el sentido de poder tocar en un festival o dar un concierto donde la gente no te conoce, pero como están esos beats que invitan al baile, es lo que genera, un poco. Y al contrario, encuentro que la parte mineral es lo más particular del grupo y lo más pensado, porque vamos a buscar los sonidos y los trabajamos. Claramente está la idea de hacer convivir un aspecto muy frío y metronómico de la música electrónica, con algo orgánico y vivo y material. El proyecto hace coexistir esta cosa robótica de la programación electrónica con la materia viva, que está cada vez cambiando y que es un magma de sonido”, explica Eduardo.

—Me pasó mucho con ‘Nov Power’, que es una canción muy de club, muy pegajosa.

“Sí, en el disco en comparación con los EPs lo que tratamos de hacer es tener más contenido, por diversos medios, como por ejemplo, tenemos letras un poco más largas, con temáticas que son un poco más desarrolladas. La idea mayor es ofrecer algo más asequible, ayudar al público a entrar en sonidos que no son tan usuales. Si tú sacas la parte rítmica y te quedas solo con las cosas orgánicas, te encuentras con una música totalmente distinta y que es experimental. El hecho de agregar algo más bailable permite a un público a entrar en estas sonoridades, que a la vez, son sonoridades que todo el mundo conoce. Porque muchas veces son sonidos de la calle, o que tú puedes escuchar en la naturaleza, en el paisaje, en un paseo. Es hacer coexistir la tradición y la cultura de la música y las cosas que siempre escuchamos”, explica Caroline.

El proceso de creación de It Comes fue bastante directo, componiendo desde el ensayo, nos cuenta el dúo. “Después teníamos temas que duraban quince minutos y empezamos a editar. Y los sonidos orgánicos son piedras, maderas, fierros que yo sigo siempre utilizando en vivo. Elegimos los momentos que nos gustaban más de esos sonidos. Son los que encontramos en la naturaleza o en la ciudad, incluso en basureros o cosas así de fierros, de construcciones. Desde ahí provienen, a veces corto los tubos para llegar a una nota por ejemplo”, dice Caroline.

—O sea que también modificas el material orgánico para llegar al sonido que necesitas.

“Exactamente, pero es aproximado, no es perfecto. Eso es lo que nos gusta también”, recalca.

“Sí, hay mucho azar y accidentes, pero hablando de los sonidos orgánicos y cómo funcionan también, está el hecho de que el auditor escucha un trabajo terminado y lo primero que escucha son las melodías, algo acabado. Pero la verdad es que el núcleo del trabajo son jams que hacemos Caro y yo en los que hay puro beats y materiales que están tocados percusivamente. Entonces, a partir de ahí, Caro, con el trabajo de modulación de sus pedales y de la manera en que toca sus materiales, va generando armónicos, tal como yo, con mi guitarra que la tengo acostada y que la voy percutando con mis baquetas, vamos generando armónicos. Y eso lo escuchamos una y otra vez, un poco como hacían los autóctonos del desierto de Atacama que escuchaban los ríos durante mucho rato y que de esa sonoridad del agua iban sacando melodías y construyendo lo que cantaban. Nosotros hacemos algo muy parecido que vamos escuchando estos registros y de los armónicos de estos materiales sacamos melodías y las reproducimos o completamos con una línea de bajo, guitarra o voz”.

“Al final, uno escucha algo que tiene mucha melodía, pero al comienzo, lo que genera esa melodía son los armónicos que nacen de la manipulación de estos materiales. Suena súper experimental, pero no lo es tanto. El proceso tiene algo de experimental, pero el resultado es algo que tiene un lenguaje”, relata Eduardo.

—Es interesante lo que mencionas, porque toman esos objetos que existen en un contexto cotidiano, en el paisaje o en la ciudad y lo llevan a otro completamente. Y sí, eso es otro lenguaje.

“Totalmente. Nosotros siempre tuvimos la voluntad, cuando empezamos Nova Materia, de insertarnos en nuestro presente. Y el presente hoy invita a ser transversales. El mundo hoy en transversal, todas las disciplinas se van mezclando las unas con las otras, porque estamos viviendo una era digital que aporta eso. Al momento de componer música para ser editada en formato comercial, que se venda digamos, queríamos reflejar eso en el trabajo. Partimos de la experiencia que hicimos en el desierto de Atacama con Pánico, cuando hicimos la película y el disco Resonancia, partimos de esas técnicas que habíamos empezado a desarrollar en ese momento y las trajimos dentro de un contexto de música electrónica. Entonces, tiene un aspecto de música concreta, otro de electrónica, de música pop también y arty, porque hay una instalación en vivo, con los fierros, es una performance. Es transdisciplinario. Y creo que eso a nosotros es lo que más nos excita, porque después de todos los discos que hemos hecho con Pánico, es lo que necesitamos en nuestras vidas, poder encontrar territorios no explorados por nosotros mismos en la música”.

—Pero, por su historia musical, da la sensación de que esto es solo una continuación. Porque esa motivación por encontrar nuevas maneras también estaba en Pánico, el hambre. Aunque sonara de otra forma el resultado final. Había algo de performance, sonidos que no se estaban experimentando de esa forma, en ese contexto, acá en Chile. Lo que cambia es el resultado final, el formato canción.

“Sí, creo que en general, en nuestro caso personal, hacemos música para avanzar en todo. Hacer música para hacer lo mismo que existe, para mí no tiene mucho interés. Creo que siempre se tiene que aportar algo nuevo, que sea a nivel de contenido de lírica o musical, pero el interés de estar trabajando globalmente en artes o medios de expresión, es que tienes que aportar tu piedra”, dice Caro.

“Y como dices tú, con Pánico siempre tuvimos la intención de buscar y aportar cosas nuevas. Pero Pánico era una banda del siglo veinte y en ese siglo, de cierto modo, las disciplinas eran más cerradas. Nadie cuestionaba los formatos, nosotros tampoco. O sea, a lo mejor los cuestionábamos un poco, pero Pánico no se salía de un registro pop rock, aunque dentro de eso siempre tratamos de buscar manera e hicimos discos muy distintos. Entre el primero, que era algo súper relacionado con lo real, digamos, hasta llegar a Resonancia, que es completamente inmaterial, que llegamos a algo más místico”, declara Eduardo.

“Es verdad que también, Caro y yo, en nuestra historia musical, llegamos a la música por el escenario, por la performance. Y antes de hacer discos, hacíamos conciertos, y con Pánico siempre tuvimos la inquietud de hacer conciertos que tuvieran impacto visual en la gente. Y con Nova Materia tenemos la misma inquietud. La verdad es que no sé si hacemos tanto un quiebre entre Pánico y Nova Materia, lo vemos como una continuación. Seguimos trabajando de la misma manera, con diferentes instrumentos y diferentes formas de tocarlos, pero finalmente, la misma inquietud”.

“Además, no tenemos la misma edad. Hemos seguido creciendo, tenemos otras inquietudes. Y eso es lo interesante de este siglo, también. Llegamos a un momento en que en los años noventa, llegabas a cierta edad y podías decir ‘bueno, ahora cambio de vida, voy a hacer una vida normal’. Pero hoy en día todo está cuestionado, entonces, si quisiéramos cambiar de vida, no sé qué haría, no hay vida normal ya. Nuestro tiempo contemporáneo creo que permite que todo sea mucho más libre porque ya no hay dónde esconderse para tener esa vida normal”.

—¿Cuáles son las canciones del disco que más les sorprendieron en el resultado final?

“Hay un tema que tiene un proceso particular en el disco, ‘Kora Kora’. Es cantado en japonés y es especial porque fue el último que terminamos. En este caso, fue un jam, donde hay muy poco trabajo de edición posterior, es bastante directo, tal cual como fue grabado. Estábamos en el final de la grabación del disco, que fue intensa, fueron cinco meses encerrados en el estudio. Y ese último tema estábamos preguntando si queríamos invitar a alguien para una voz. Invitamos a Narumi Hérisson, una amiga japonesa que es música de una banda que se llama Tristesse Contemporaine. La invitamos a grabar una voz y es impresionante cuando integras a una persona de afuera, el tema toma un camino completamente distinto, solo por el hecho de tener a esa persona ajena, dentro del tema. Fue el más sorprendente, porque esa persona aportó algo que nosotros no podíamos controlar, algo muy propio de ella. Y fue muy bueno, abrió mucho el disco, le dio una dimensión nueva”, indica Caro.

“Hay un tema que se llama ‘Amuleto’, que estuvo cambiando hasta el final del proceso del disco y que no sabíamos si lo íbamos a incluir o no. Me gusta la letra del tema, que habla muy bien sobre todo el proceso de trabajo. Y también ‘Surge lo extraño’, porque aporta una especie de ventana a lo que vendría en Nova Materia, o por lo menos, deja el disco en una conclusión con una ventana abierta hacia otro territorios que podríamos ir a explorar en proximos trabajo”, adelanta Eduardo.

—Ahora que me dices eso, supongo que entonces está pensado. ¿Cuáles serían esos territorios?

—Caro: “¡Ah, no te vamos a contar todo!”.

—Eduardo: “¡Hay que guardar material para la próxima entrevista! Ja, ja, ja. En lo inmediato, queremos retomar un trabajo que hicimos el año pasado, más ambiental y después queremos tomar otro, que es la continuación de It Comes, pero no sabemos muy bien cómo va a ser eso, porque tenemos que dejar que este disco tenga su vida en el escenario. Porque entre el momento en que uno graba un disco y luego lo toca en vivo, pasan muchas cosas y uno empieza a entender de manera distinta la música que hizo en el estudio. Pero es seguro que queremos seguir explorando el aspecto inmersivo, en el que invitas al auditor a explorar un universo y eso creo que es un trabajo que empezamos con It Comes, pero podría desarrollarse mucho más cosas que podamos grabar en la ciudad, en la naturaleza o en viajes e integrarlos a las composiciones”.