Hoppo!
Finalmente, llegó el día. Tras las polémicas, las expectativas, las demandas, las promesas y los severos errores. Aún entonces, ad portas al evento mismo, era inevitable sentir una natural incertidumbre que iba mucho más allá de la productora y la fama que ésta se creó durante los últimos meses. Porque, en el papel, el Maquinaria Festival era una experiencia completamente inédita, que requería un nivel de eficiencia y organización (por parte de sus realizadores) a la altura de las circunstancias. Pero, asimismo, era fundamental que el público también hiciera su parte y actuara de forma acorde -lo que implicaba, digámoslo, que muchos se tragaran una más que justificada disconformidad acumulada en las semanas previas-.