Ozzy Osbourne
El prospecto de la visita de un músico de 62 años, sin importar cuán bien cuidado esté, siempre va a provocar aunque sea un mínimo grado de preocupación. Tal vez no para el público, pero sí para quienes están tras bambalinas y tienen que velar y responder, de cierta forma, por él. Por su performance, su estado físico, su capacidad para aguantar el ritmo de un concierto en vivo ante miles de personas. Anoche, por tratarse de quien se trataba, aquella idea rondaba a la mayoría de los presentes. Los mismos que, aunque fuera muy en el fondo, estaban a la espera de un chasco o algo por el estilo. Y qué tapaboca se llevaron.