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Cuando ella habla, escucho la revolución V: “la verdad verdadera y la verdad formal o jurídica”

Cuando ella habla, escucho la revolución V: “la verdad verdadera y la verdad formal o jurídica”

Revisa los capítulos previos acá:
Cuando ella habla, escucho la revolución I: el 646 y Pablo Gálvez
Cuando ella habla, escucho la revolución II: no son enfermos
Cuando ella habla, escucho la revolución III: Dulce y Agraz
Cuando ella habla, escucho la revolución IV: “empezar a construir desde nosotras”

A partir de la denuncia de Camila Oyarce en contra de Pablo Gálvez, las cosas se empezaron a mover. Las mujeres que pertenecían a un pequeño círculo de la música en Chile comenzaron a compartir sus experiencias. También saltó a otras. Aunque todas sabían que lo que estaban escuchando era un problema estructural que no se da solamente en este ambiente, quedó en evidencia que el acoso y el abuso sexual y también el menosprecio machista en los trabajos, son actitudes que están normalizadas y que hay que acabar con ellas.

La primera etapa era evidenciarlo. Hablar. Decir que esto está sucediendo. Que no es posible que en ambientes de personas que desean construir comunidades en torno al arte, las mujeres no se sientan seguras de sus pares hombres, que se sientan en peligro o despreciadas. Que no es posible que tanto nosotras como nuestros compañeros sigamos normalizando conductas que están lejos de ayudar a vivir en armonía. Que no es posible que músicos o personas que construyen espacios de cultura y entretenimiento utilicen la admiración que mujeres jóvenes sienten por ese trabajo, para aprovecharse de ellas. Que no es posible que tus compañeras de trabajo sean al mismo tiempo presas que puedes cazar.

Muchos de estos testimonios se dieron a conocer sin pasar por un proceso previo de judicialización. Y ese es el cuestionamiento más frecuente hacia las mujeres que deciden hablar. Si una víctima -y sobreviviente- no denuncia en Fiscalía ¿hay que dudar de su testimonio? Esto nos respondió una Fiscal especializada en Delitos Sexuales, quien por una cuestión de procedimientos, prefirió mantener su nombre en reserva.

“No. No es una consecuencia lógica el “no denunció es igual a es mentira”. Y desde ya dejo en claro que este es un tema que excede lo jurídico. La decisión de denunciar es de la víctima y esta misma -la decisión digo- puede estar rodeada o permeada de una serie de factores que desconocemos y no es de cargo de la víctima explicitarlo. Por eso es necesario contar con apoyos que faciliten el proceso de denuncia, porque es difícil. A nadie se le puede exigir un conducta heroica; pedirle que olvide sus circunstancias, ya afectadas por la agresión misma, para que denuncie. Esto es algo que se ve tanto en mujeres como en hombres víctimas de agresiones sexuales, que denuncian pero luego no quieren seguir adelante. Como Fiscalía podemos y debemos seguir investigando, obvio, pero también es obvio que es muy difícil lograr acreditar un delito sin contar con la declaración de la víctima. Sin embargo, nunca podemos perder de vista el necesario cuidado y respeto hacia estas personas en calidad precisamente de víctimas, porque en Chile el Ministerio Público tiene entre sus funciones protegerlas también a ellas”.

El hecho de que las mujeres no quieran denunciar en fiscalía es muy común. Para la Fiscal, uno de los factores que disuaden a las mujeres a judicializar es “el temor a que no les crean y a ser de alguna manera culpadas de la agresión, esto último cada vez menos pero aún está presente de manera importante. Otro factor que puede ser importante es el tener que contarlo todo de nuevo, lo que es revictimizarla. Pero para investigar los casos, de cualquier tipo, es necesario contar con toda la evidencia y detalles posibles de recopilar, lo que lleva a tener que preguntar mucho detalles que a veces incomoda. Esto no se traduce en preguntar sobre su vida sexual, pero eso hasta hace poco pasaba y, de hecho pasó en un juicio bien mediático (el caso de Nabila Riffo)”, explica.

“Hay muchos temores sobre el paso de las víctimas de agresiones sexuales por el sistema penal y, debemos reconocer que se ha avanzado, eliminando por ejemplo la diligencia del careo entre víctima e imputado, por decisión de la Fiscalía, pero de todas formas el tener que contar este tipo de hechos en al menos dos oportunidades (etapa investigativa y etapa de juicio, si se llega a ello) hace que sea un proceso doloroso. Junto con ello, últimamente se está dando un fenómeno que dice relación con el tema de ‘asumirse como víctimas’. Muchas veces las mujeres que viven estos proceso se sienten de alguna manera responsables de no haber tomado las precauciones del caso para evitar la agresión y esto hace que el asumirse como víctimas y desde ahí iniciar el proceso judicial y reparatorio sea más lento”, precisa.

Para Lucía Álvarez, abogada experta en penal y temas de género, para las mujeres es difícil denunciar porque “en la sociedad está instituido y naturalizado el acoso, de forma tal que muchas veces las mujeres que se enfrentan a estas situaciones dudan de ellas mismas. Al mismo tiempo, tratan de minimizarlo, puesto que las reacciones que obtienen, si es que le cuentan a alguien, pueden también ser similares, de descrédito. Es por esta desnaturalización que las víctimas generalmente pueden tender a minimizar lo que les ocurrió, o incluso a sentir culpa, lo que las puede llevar a pensar que ellas hicieron algo que provocó la agresión, o que las hizo merecedoras de ella. Por eso, creo que es fundamental reposicionar a la víctima como una persona vulnerada en sus derechos, que cuenta con la facultad de recurrir a la justicia para que se le repare y se castigue al culpable”.

Por otra parte, Rocío Venegas, periodista, parte de la Coordinadora Nacional de la Red Chilena Contra La Violencia Hacia Las Mujeres, explica que “en Chile la violencia institucional es muy grande. En el caso de Nabila Riffo, los jueces desestimaron la pena completa de Mauricio Ortega, se la rebajaron, no vieron la intención de cometer un femicidio, aunque un año antes del ataque que terminó casi matándola, él entró con un hacha a su casa diciéndole ‘te voy a matar’. Claro, después le rompió el cráneo con una piedra, le sacó los ojos con unas llaves y aún así para los jueces no fue suficiente. Por el otro lado, está el boca a boca, una habla con amigas y escucha que cuando tú haces una denuncia, los pacos se ríen de ti, te mandan a arreglar el problema en la casa. Entonces, toda la justicia chilena está rodeada de un halo que a las mujeres les genera mucha desconfianza, sabemos que es muy cruel, que es poco probable que tu denuncia sea poco acogida, es súper difícil confiar para que una quiera denunciar. Una sabe que estuvo en un contexto que para mucha gente resulta cuestionable, por ejemplo, haber bebido alcohol, haber estado sola caminando por la calle”.

“Los jueces siguen usando para atenuar las condenas por violaciones el hecho de que la víctima no haya puesto resistencia, una víctima bajo el efecto del alcohol o una droga puede no poner resistencia, porque puede estar inconsciente y eso no quita que la hayan violado. Yo creo que la desconfianza es lo que más hace que las mujeres no denuncien en la fiscalía. También, por supuesto, el miedo a lo engorroso que resultan los procesos, que tienes que pasar por el Servicio Médico Legal donde te cuestionan, por los pacos donde te cuestionan, por la Fiscalía que te cuestiona, por un juzgado que te cuestiona, hasta tu abogado te va a cuestionar, si es que no tiene perspectiva de género”.

“Entonces, yo creo que la funa tiene que ser un medio, no un fin en sí mismo, muchas veces sirve para que las mujeres se sientan protegidas, para exponer al abusador y a que a ellas no les siga pasando eso. Para que de alguna forma sepa que está desenmascarado y no siga teniendo comportamientos abusivos. Por eso mismo, creo que no hay que dudar de una mujer que diga que sufrió un abuso o agresión, sin denunciar en los tribunales”, explica desde la organización, Venegas.

Por otra parte, la abogada Álvarez recalca que “iniciar un proceso penal puede exponerte a la revictimización, desde el momento en que tienes que declarar ante el Fiscal, que tu contraparte probablemente intente desacreditar tu versión, y que de forma posterior debes asistir a una audiencia en la que se discutirá su caso ante el juez. Esto, sumado a la naturalización de la violencia sexual hacia las mujeres, que existe en nuestra sociedad, impulsa a muchas mujeres a no denunciar, o a hacerlo por otros canales menos oficiales. Sin embargo, creo que es importante considerar este contexto, y por tanto no minimizar o restar importancia a la mujer que no denuncia por canales formales. Por el contrario, una denuncia en otras vías ya es un avance, y puede llevar a una denuncia formal. Creo que en ese sentido es importante apoyar a esas víctimas e impulsarlas a recurrir a la justicia”. 

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La Fiscal explica que existen dificultades para comprobar este tipo de delitos, pero que hay avances. “Uno de los principales problemas en este tipo de delitos, los delitos sexuales, que está presente tanto el delitos contra niños y niñas como en delitos contras personas adultas, principalmente mujeres, es que es necesario conocer la particular dinámica en que estos se cometen. Así, si bien es cierto que todo delito debe ser investigado con celo y rigurosidad, no es lo mismo investigar una estafa, un delito de tráfico, un homicidio o una agresión sexual. Y así como no es lo mismo investigarlos, tampoco es lo mismo llevarlos a juicio para que sean juzgados. Esta una de las mayores deficiencias. Porque aún hay tribunales que en este tipo de casos, en los que la regla general es que no haya más medios de prueba “clásicos” que testigos, los tribunales se inclinan por absolver, porque estiman que al no haber más que los dichos de la víctima, ese medio de prueba no alcanza el estándar necesario para derribar el principio de inocencia”.

Además, declara que “Fiscalía y las policías especializadas han hecho esfuerzos importantes, y se han logrado avances importantes también, para incorporar otros medios de prueba, como por ejemplo las pericias de credibilidad del relato, pericias de análisis criminológico, pericias de daño, todas ellas orientadas a un análisis más detallado del caso que analiza el relato, las características del mismo, las consecuencias psicológicas de la víctima (el daño o trauma), entre otras. También hay que tener conocimiento y manejo del enfoque de género que permita ver, y lograr acreditar en juicio, la desigual relación de poder entre víctimas y agresores y este es un tema que ha sido resistido, no hay duda de ello”.

Desde la perspectiva de la Red Chilena Contra La Violencia hacia las Mujeres, declaran que “hay que pensar que la justicia chilena no está pensada con perspectiva de género, entonces hay una justicia que finalmente resulta patriarcal, que no entiende que existe una desigualdad estructural muy grande entre hombres y mujeres, donde la violencia contra nosotras es parte de eso, es algo a lo que estamos acostumbradas y la justicia termina normalizándola. Una justicia con perspectiva de género podría entender los casos de abuso, de violación, de agresiones sexuales, dentro de un contexto. Y por eso mismo podrían poner que los abusos sexuales no sean prescriptibles, eso ni siquiera corre para los menores”, dice Venegas.

Cómo actuar

La etapa de la evidencia es para interpelarnos directamente. Esto sucede. Nos sucede a todas. ¿Qué vamos a hacer para que deje de ocurrir? ¿Qué hacemos una vez que ocurrió?. Acá pasamos a la segunda etapa. La acción. Y la Fiscal nos responde:

—¿Qué debo hacer si soy víctima de abuso?

“Si eres víctima de cualquier agresión sexual, lo que primero que recomiendo es contarlo a alguien que para ti sea un referente de apoyo y contención. Eso es importante. A veces, la persona adecuada no es ni tu familia, ni alguien de tus amigos. Hay gente que lo cuenta a profesores de confianza, a un pariente más lejano, pero con quien se tiene la confianza necesaria como para que te oiga con respeto y te cobije. Si se parte así, con una buena compañía, es algo más fácil iniciar este camino”.

“Ahora bien, no toda la gente tiene las mismas habilidades sociales y, por lo tanto, no todos ni todas contamos con gente con estas características a nuestro lado. Si es ese el caso, desde la Fiscalía podemos derivar a las víctimas a centros especializados en agresiones sexuales que no solo prestan apoyo en materias jurídicas, sino que además, y tal vez lo más importante, brindan terapias reparatorias que permiten apoyar a las víctimas y cuyos resultados son muy buenos en este ámbito. También me parece importante que se hagan todas las consultas necesarias a quien lleve el caso para tener claro los probables escenarios que se irán presentando. Esto permite correr ese velo que, a veces, genera desconfianza en las instituciones y en otras oportunidades genera falsas expectativas en las víctimas. El saber qué se está haciendo y para qué se está haciendo, sin duda, despeja el camino para avanzar tanto en la investigación como en la reparación del trauma”.

—¿Qué debo hacer si una amiga o amigo es víctima de abuso?

“Escucharla sin poner caras, escuchar con atención, respeto y cariño. Luego, preguntarle qué es lo que él o ella quiere hacer. En qué lo puedes ayudar. A veces basta con haber escuchado. A veces la otra persona no sabe mucho qué hacer, entonces, ayúdala a averiguar, ayuda, pero siempre con mucho respeto del proceso de cada uno”.

“Evidentemente, si estamos frente a un menor de edad que te cuenta esto, sobre todo un menor de catorce años, hay que ponerlo en conocimiento de un adulto que se pueda hacer responsable y que denuncie. Si tú eres adulto, tienes que denunciarlo”.

“Si esta persona es adulta, también hay que prestarle todo el apoyo necesario y contenerlo, como un abrazo de oso pero con palabras, estar al lado y que la otra persona sepa que estás ahí pase lo que pase”.

—¿Qué debo hacer si un amigo mío es el abusador?

“Si alguien de tu círculo cercano es denunciado, formalmente o no, como agresor sexual es muy importante tener algunas cosas presente:

En primer lugar, nadie es penalmente culpable hasta que un sentencia condenatoria así lo diga. Es importante esto porque estamos hablando de la máxima sanción que aplica el Estado ante situaciones que no queremos como sociedad que ocurran. Eso es el Derecho Penal y, al ser la sanción más grave, que puede llegar a significar la privación del derecho más importante que las personas tenemos, después de la vida, que es la libertad, es que el proceso penal está lleno de formalidades y garantías que permitan velar o disminuir al máximo la posibilidad de condenar a un inocente. Es por esto que el sistema penal tiene un alto estándar en materia de pruebas. Pero que un hecho no sea condenado no significa necesariamente que no pasó. Pueden haber ocurrido muchas cosas en el camino, por ejemplo, falta de pruebas, los hechos no son delito penal (aunque sí moralmente reprochables), el delito está prescrito, entre otras cosas.

En segundo lugar, no existe un perfil del Agresor Sexual. Es decir, no necesariamente hay patrones comunes desde la psiquiatría o la psicología que permita establecer de manera fehaciente que alguien es o no un agresor sexual.

Otra cosa importante de tener presente es que muchas veces estas agresiones, las sexuales, ocurren en un contexto más que sexual. Generalmente, no es sólo ése ámbito desde el cual hay que analizarlo, muchas veces se dan en un marco de desigualdad de poderes entre víctima y victimario. Por ello la mayoría de las víctimas son niños y niñas y también mujeres. Eso nos dice mucho de la sociedad patriarcal en la que vivimos y de un mal entendimiento de lo que es la sexualidad, bueno esa es una opinión mía, no como Fiscal. ¿Por qué digo esto? Porque la postura de esperar a que la justicia resuelva el tema, en definitiva, implica dejar el asunto a una instancia que está orientada a otro escenario, no a que nos digan si mi amigo hizo o no esto, si debo o no seguir creyendo en esa persona. No pretende resolver un tema de sentimientos y emociones, eso sería buscar respuestas en el lugar equivocado, porque ese no es el objeto del Proceso Penal. El objetivo del Proceso Penal es buscar la verdad jurídica y sancionar individualmente el responsable del hecho, respetando las garantías y derechos tanto del imputado como de la víctima”.

“Lo que no puede pasar, y en eso quiero ser clara, es que en ese proceso de entender qué pasó con ese cercano acusado de este tipo de agresiones, se decida por el camino de atacar o desacreditar a las víctimas, porque una cosa es que algo no se pueda probar y otra cosa muy distinta es que una víctima haya mentido. Eso no lo sabrá nadie, salvo quien cometió el hecho, en su fuero interno, al que nunca podremos acceder. En mis diez años de Fiscal especializada en Delitos Sexuales no he visto más de cuatro casos en los que los imputados han reconocido los hechos. Así, desde mi experiencia, esperar que un imputado de este tipo de delitos reconozca estos hechos es un porcentaje tan marginal, que casi no existe y así y todo el sistema penal funciona y conoce y condena este tipo de hechos. Por eso en el Foro se habla siempre de la verdad verdadera y la verdad formal o jurídica, el proceso penal apunta a esta última”, explica la Fiscal. 

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También queremos entregarte links de interés para que puedas orientarte. Si has sido víctima de acoso callejero -en la calle, la universidad o en un concierto o festival- en OCAC puedes encontrar la información necesaria para denunciar. En el caso de sufrir otras agresiones, en el sitio de la Red Chilena Contra La Violencia Hacia Las Mujeres puedes encontrar una guía para hacer la denuncia, dónde hacerla y también una lista de centros de atención sicológica y jurídica.

En el caso de ser menor de edad, puedes dirigirte a Fundación Para La Confianza, una organización sin fines de lucro creada en el 2010 por un grupo de personas -entre ellos José Andrés Murillo y James Hamilton- para enfrentar casos de abuso sexual que se dan en contextos de confianza. Ellos realizan acompañamiento a personas que sean o hayan sido víctimas de abuso sexual durante su infancia y en su web puedes encontrar información muy valiosa, como consejos para padres y madres, qué hacer si eres una víctima, cómo denunciar y también te muestran dónde puedes acudir.

Finalmente, queremos cerrar esta serie de capítulos contándote que a raíz de los casos expuestos y constatar que las redes que hemos construido aún no involucran a las mujeres como pares, queremos organizarnos. Si eres una trabajadora (cis o transgénero) en el área de la música en Chile, escríbenos a [email protected]. Estamos completando una base de datos para conocernos y, además, comenzar a construir espacios en los que podamos desarrollarnos con la libertad y tranquilidad que siempre merecimos.

When she talks, I hear the revolution
In her hips, there’s revolutions
When she walks, the revolution’s coming
In her kiss, I taste the revolution!