Arctic Monkeys
Uno de los más esperados debuts que se produjo este fin de semana recién pasado en nuestro país fue el de Arctic Monkeys. Alex Turner y compañía llegaron, quizás sin saberlo, a un punto de Latinoamérica que siempre ha tenido una sensibilidad especial con las bandas británicas, y donde su sonido ha generado amor y odio a partes iguales durante años. En otras palabras, las expectativas estaban disparadas, más aún tras el éxito -ahora sí- mundial que les reportó “Suck It and See”, su última placa.
Allá por el 2007, los Arctic Monkeys lanzaron “Favourite Worst Nightmare”, su segundo álbum y el primero en dar indicios de que el cuarteto de Sheffield era mucho más que ese pop inmediato y un tanto monocromo con que se hicieron conocidos el año anterior (merced de su debut discográfico, “Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not”). Dentro de este compendio de 12 canciones había una en particular que resultaba especialmente inesperada: ‘Only Ones Who Know’ mostraba una faceta nueva de su música, más sentida, con un tempo y una intención inéditas para lo que se les conocía hasta entonces. En momentos como ése o ‘Cornerstone’ (de “Humbug”, el tercer largaduración de la banda) se encuentra el germen de esta nueva faceta de Alex Turner.