Arcade Fire
Tardes enteras malgastadas en centros comerciales. El descubrir que los discos comprados con dinero propio siempre suenan mejor. Horas y horas de ahogadillas en la piscina municipal. Los primeros besos a escondidas (que de inocentes tenían poco). Madrugadas intentando aprender a montar en bici. Cine con palomitas y refresco sin necesidad de pedir un préstamo al banco. Empezar a ver que todo no funciona tan bien como parece… Ch-ch-ch-ch-changes que decía el otro. Pequeños fragmentos de una adolescencia cualquiera. Acontecimientos que parecen insignificantes pero que terminan formando un poso nostálgico del que nunca podremos (ni querremos) deshacernos.