La explosión de bandas y solistas internacionales que han venido a estas latitudes durante los últimos años (en una frecuencia que, no cabe duda, se ha intensificado desde el pasado 2010) tiene dos caras que a menudo se anulan entre sí. Una es la de los precios de la mayoría de estos eventos, asaltos a mansalva a bolsillos que rara vez pueden aguantar la andanada de golpes de forma incólume. Ahí vienen las deudas, las decisiones difíciles y todo lo demás que ya conocemos de sobra. Pero también está esa otra faz. Ese momento cuando lees o escuchas el anuncio de una visita cuyo nombre te es familiar, pero jamás esperaste escuchar en la misma oración que el nombre de tu país, a no ser que hubiera un robusto y soberano “no” de por medio. Y para quienes han disfrutado sus casi dos décadas de carrera, pocos grupos parecían tan lejanos e improbables como Kashmir.
Nicolas Jaar tiene sólo 21 años, es hijo del internacionalmente prestigioso artista visual y cineasta chileno Alfredo Jaar, nació en Nueva York en 1990 (mientras sus padres vivían en la gran metrópolis), pero se vino rápidamente a nuestro país durante su infancia, para luego volver a Estados Unidos en su temprana adolescencia.
El cantautor nacional Moreno liberó la descarga de su sexta producción, “Humano Pequeño”, de reciente lanzamiento. Se trata del primer álbum instrumental del músico, quien el año pasado editó un elepé de canciones originales (“Polaroids”) y una colección de remezclas en clave dub (“Mo(L)r(a)en(ta)”).