Conciertos
Alrededor de 1.000 personas fueron los testigos del primer y quizás único show que hará Stereophonics en Chile. Luego de sus paradas Brasil y Argentina, la banda presentó su último trabajo “Keep Calm And Carry On” ante un pequeño, pero preciso público. El grupo liderado por el vozarrón de Kelly Jones en casi dos horas de show realizó una presentación soberbia, que demostró sus años en el circo.
Con cerca de una hora de retraso y fans impacientes, Phoenix por fin aparece sobre el escenario en marco de su gira “Wolfgang Amadeus Phoenix”. Un setlist de lujo, pilas cargadas, locura y entusiasmo, era todo lo que se necesitaba para dejar al público más que satisfecho. Eran seis sobre el escenario y pura energía.
Las relaciones humanas pueden presentar escenarios de todo tipo; ser tan enmarañadas como totalmente abiertas son sus espectros más regulares y nosotros, como entes pensantes las vamos reproduciendo diariamente y en la mayoría de las situaciones. Esto simboliza lo permeable que es nuestra identidad al ambiente y lo fuerte que pueden ser las conexiones en un momento dado. Una clara muestra de ello ocurrió ayer domingo, cuando más de veinte mil personas, en un solo recinto, anularon (en parte) su individualidad y se dejaron llevar por algo que los congregaba y que todos esperaban.
Era una cita de esas especiales. El primer encuentro en persona (al menos, en lo que a nuestro suelo respecta) con una banda que, si bien en Chile sólo es conocida “de nombre” por un grupo no mayoritario, ya tiene un lugar ganado a nivel mundial, así como también una de las fanaticadas más fieles del circuito musical. Y claro, sus correligionarios nacionales no fueron menos, e hicieron sentir su presencia en el Movistar Arena.
Cuando los colados desde atrás eran dos o tres, causaba gracia adelante. Pero las caras de susto e intranquilidad se propagaron por el VIP, desde el momento en que la separación con la cancha general comenzó su agonía, hasta que expiró. La escena podría haber sucedido en 1997, el año en que el primer show de Rage Against The Machine en Chile fue agendado y luego suspendido hasta nuevo aviso. Una época en que los más próximos al escenario eran los que llegaban temprano, quienes pagaban con fanatismo –y no con dinero- el derecho a estar cerca del grupo. La presencia policial en el estadio sólo engrosó el cariz anacrónico de la espera.
Finalmente, llegó el día. Tras las polémicas, las expectativas, las demandas, las promesas y los severos errores. Aún entonces, ad portas al evento mismo, era inevitable sentir una natural incertidumbre que iba mucho más allá de la productora y la fama que ésta se creó durante los últimos meses. Porque, en el papel, el Maquinaria Festival era una experiencia completamente inédita, que requería un nivel de eficiencia y organización (por parte de sus realizadores) a la altura de las circunstancias. Pero, asimismo, era fundamental que el público también hiciera su parte y actuara de forma acorde -lo que implicaba, digámoslo, que muchos se tragaran una más que justificada disconformidad acumulada en las semanas previas-.
No era una primera vez, pero se sentía como tal. El regreso de Lauryn Hill tenía mucho de deuda pendiente, tras aquella extraña, confusa y -por lo mismo- recordada presentación del 2002. Y claro, más allá de los esperanzadores setlists previos, ese único antecedente tenía a muchos de los presentes (un tercio, quizás, del reducto en cuestión) inconscientemente preparados para cualquier cosa.
Fans subiendo al escenario durante una presentación de alguna banda o solista. Una imagen que ha ocurrido ya incontables veces en cientos, si no miles, de conciertos distintos. Un pequeño y anecdótico plus que le da a cualquier show en vivo algo de magia. Espíritu rocanrolero, inclusive. Pero en esas postales, aquellos intrépidos que desafían lo establecido y se lanzan a la carrera a abrazar a sus ídolos suelen ser gente común y silvestre. Seguidores comprometidos a muerte con su causa musical, sí, pero no tan distintos de todos los demás presentes. Entonces, cuando quienes saltan las barreras de contención son sólo féminas que bien podrían adornar la portada de cualquier revista de moda… algo raro hay.
El pasado 15 de julio se dio inicio a la 16ª edición del Festival Internacional de Benicàssim, el cual se realiza año a año en la ciudad valenciana del mismo nombre. El FIB venía precedido por los importantes cabezas de cartel anunciados para este año, entre ellos figuraban Kasabian, The Prodigy, Vampire Weekend y Gorillaz. Pero el festival es mucho más que eso, con una playa a 10 minutos de distancia a pie, la estadía es muy diferente a otros festivales del verano europeo.
