música chilena
“Desde el principio hasta acá sólo he pensao’ una cosa: hacerlo bien”, rapeaba con acento español Frank-T a comienzos de la década pasada. La ciencia musical de Ana Tijoux comparte dogma con su colega MC. Si en “Vida Salvaje”, ese caset que le anunció al mundo la existencia de Makiza, era la que descollaba por su voz y su forma de rimar, 14 años después la nacida en Francia sigue con ventaja sobre el resto de sus pares. Como solista, está encaramada en una categoría propia, la de reina madre del rap chileno y, hasta donde tenemos noticia, latinoamericano.
Como una de las escasas cartas folk nacionales, Camila Moreno se presentó abriendo los fuegos en el Coca Cola Stage del día domingo. Acompañada por un grupo de seis músicos, la artista montó un show muy conceptual, que incluyó latas de pintura, vestimentas llamativas, discursos antigobierno, máscaras de ex presidentes, capuchas y bombas de agua que tiraron desde el escenario simulando disturbios.
“¿Es muy temprano para bailar?”, preguntó Alex Anwandter a quienes llegaron al Alternative Stage antes de comenzar ‘Shanana’, de su más reciente disco “Rebeldes”, de donde extrajo la mayor parte del repertorio seleccionado para esta ocasión: un show que estuvo marcado por el desfile de hits que no dejó fuera éxitos de su antigua banda (‘Bailar y Llorar’, ‘Amar en el Campo’) y que no permitieron que nadie se quedara quieto.
Cargaban con el peso de ser una de las bandas menos conocidas del festival, pero Föllakzoid terminó coronando una presentación redonda en su paso por Lollapalooza. Con una puesta en escena simple, que incluía luces apagadas y unos rayos que apenas los iluminaban de vez en cuando, a los de BYM Records les bastó con su música para llevar a los espectadores de su show a lugares totalmente lejanos.
La calidad musical de la banda sonora de 31 Minutos es innegable. El impacto de la serie en el imaginario nacional (y latinoamericano) tampoco resiste análisis. Por lo mismo, era natural esperar que su show en vivo, cerrando el escenario Kidzapalloza el sábado 31, terminara bien. Lo que no estaba en los cálculos de nadie es que fueran uno de los puntos más altos en la primera jornada del festival, ante un lleno absoluto en que niños y adultos por igual corearon a rabiar cada una de sus canciones con una sonrisa en los labios.
Rara avis es ver tocar a Electrodomésticos. Muchos tenían cara de primera vez. Y es natural si pensamos en la historia –nunca es malo decirlo- de una de las bandas más influyentes de la música local en la actualidad. La espesura y el genio de Carlos Cabezas, el controlador de todas las variantes posibles dentro del juego, dan para entender el porqué de este hecho.
La presencia de Los Jaivas en Lollapalooza puede considerarse un acierto, ya que sintonizaron plenamente con el espíritu comunitario de este evento. Es sabido que en nuestro país son un número conocido y valorado por un público de todas las edades y estratos sociales, y la invitación a la segunda edición de este festival fue una oportunidad para que la agrupación liderada por Mario Mutis mostrara su espectáculo de música y raíces latinoamericanas ante una concurrencia multicultural, cosa que efectivamente sucedió, y con gran éxito.
Desde su regreso, Los Tetas parecen estar continuamente rencontrándose con su gente. Y, claramente, el de Lollapalooza –por lo heterogéneo y masivo del público- era un encuentro especial. Acompañados por Felo Foncea en teclados, C-Funk, Tea Time, Rulo y Pepino aprovecharon la oportunidad para tocar un setlist cargado a sus dos primeros discos, con una emotiva interpretación de éxitos que a esta altura ya son clásicos.
A poco avanzar el día sábado, Diego Adrián y Nacho Aedo saltaron al escenario acompañados por un bajista y una voz femenina. Adrianigual venía con la experiencia de su exitoso paso por México, viaje en el que cosecharon buenas críticas de la prensa que se vieron reflejadas en la convocatoria de su show en Lollapalooza.
El talentoso porteño José Cerda, alias El Sueño de la Casa Propia, fue el encargado de inaugurar el Perry’s Stage el mediodía del sábado, cuando aún poca gente ocupaba el recinto. Con un setlist y una performance cada vez más activa y diversa, adornada de un abanico caleidoscópico de samples, voces y efectos, la actuación de Cerda fue una colorida forma de empezar el día y dejó claro que se trata de uno de los proyectos solistas más innovadores en Chile.
Pedropiedra tenía la misión de encender a quienes se amontonaban frente al Claro/LG Stage cuando la primera jornada de Lollapalooza estaba recién comenzando. El músico presentó un show correcto, que alternó canciones de los dos discos que hasta ahora tiene a su haber, donde la reacción del público alcanza a calificar como positiva: sin un gran desborde de euforia, pero con la cantidad suficiente de entusiasmo como para celebrar y corear ‘Si Somos Salvajes’, ‘Al Vacío’ e ‘Inteligencia Dormida’, los puntos altos de su presentación.

