Pearl Jam
Desde hace algún tiempo, la icónica banda acostumbra publicar en línea muestras de sus bootlegs en vivo. Canciones que toman de alguna fecha dentro de su vasta historia, sin importar si ocurrió hace un año o hace dos décadas atrás. Y esta semana dicha iniciativa tiene que ver con su último show en nuestro país.
El que seguramente es el mayor aforo que ha gozado Lollapalooza en su entrañable historia local (que como sitio hemos visto con curiosos y agradecidos ojos) tuvieron quienes bajo cualquier arista y evidencia resultaban ser los artistas de mayor importancia, el número primo de un ramillete de espectáculos digno de un festival de alta clase. Antes de cualquier análisis, y como primer antecedente, hay que decir que un porcentaje notable de los asistentes al cierre del sábado vinieron sólo a eso: a ver tocar a Pearl Jam. Existen ciertas bandas que por intrincadas razones cultivan una raza de fanáticos autócratas, que no transan, que esperan y van a buscar lo que saben. Y en este caso la expectativa era lo mejor posible, desafío que los de Seattle supieron asumir con total y absoluto control de la faena.
Hay grupos que tienen una comunión especial con nuestro país, ya sea que vengan todos los años o no. Y dentro de esta categoría, sin duda el fenómeno de Pearl Jam los califica como banda de culto. Tardaron en llegar la primera vez, y su entrega en aquella fecha doble fue tal que el escenario de ayer era inevitable: una cancha repleta, en la que con suerte cabían un par de alfileres atrás, aguardaba ansiosa por reencontrarse con el quinteto de Seattle y celebrar sus dos décadas de carrera.